¿Estas ocupada?
¿Podemos hablar hoy?
¿Hice algo malo?
Jack me había enviado mensajes durante más de tres días, después de que saliera corriendo detrás de mi torpe amigo y mi fiel trabajadora. No sabía que responderle porque cuando él cerró los ojos y disfruto del beso, yo solo podía ver las dos figuras escapando detrás de su jardín y no podía decirle eso, así que me disculpe y salí como alma que lleva el diablo. No me había puesto en contacto con él desde entonces, tenía muchas cosas que pensá y mi mente ya no podía solucionar un problema más hasta que no tuviera un pie adentro del subterráneo.
- Madre mía pero si que pareces un hombre- Lucíano, entra con un plato de pasas y se sienta en la mullida cama mientras ve a Simón T. Collison frente a sus ojos- no saldría contigo pero... Si pareces un hombre confiable- dice y yo vuelco los ojos.
- Es un trabajo arduo- reconoce jovanni y le pasó su dinero, no ha salido tan caro pero el arrendamiento de una mansión a las afuera de las ciudad y el cambio de algunos inversionista al nombre de Simón T. Collison, han sido un lío que tuve que soportar durante semanas. Todo para poder sustentar una identidad real.
- Ya sabes jovanni, discreción total sobre todo a Jack.
- No se preocupe señorita Daltonic, o debo decir señor Simón- dice risueño para luego salir por la puerta con sus maletas llenas de polvos mágicos y maquillaje.
- En serio que es hizo un buen trabajo y con ese smoking...
- Lo sé, Lucíano. Pasame la tarjeta- le digo y el saca su celular y me lo entrega. Yo viró los ojos, no sacaron la tarjeta real, mas bien le tomaron fotos y salieron huyendo despavoridos, sin embargo, debo decir que fue por mucho, algo bueno. ¿Como se iba a explicar Jack que su tarjeta no se encontraba? Sabiendo que la única que había visto donde lo guardaba era yo. Saqué el celular recién comprado de la caja y marque los dígitos que salían en esa tarjeta. No había ningún sonido en la linea, ni un pitido o un suspiro. Lucíano me ve con apreciada curiosidad y yo realmente espero que cojan el celular.
- Código- dice una voz tosca apenas descuelgan y yo digo el nombre de Simón T Collison con el acento hispano y de hombre que Jack me había impuesto, había tomado algunas lecciones de cuerdas vocales para centuar mi gravedad y casi me salía, pero había obtado por dotarle a Simón, un aura de hombre solitario con pocos amigos, que no le gusta entrar en conversaciones.
Espero unos minutos más, que se hacen eternos y luego la misma voz dice la dirección donde mi ubicó y que en 20 minutos pasarán, cuelgo. Dejó caer el celular de mis manos.
-¿Que ha pasado? ¿Entraste? - miró a Lucíano.
- Si. Joder, siento que se me va el aire- me cojo del pecho y me siento en la cama- me dieron la dirección de donde estaba y en 20 minutos pasan por mi.
- Vaya es todo satelital- dice Lucíano. Yo me levanto, si estoy sentada siento que en cualquier momento me voy a desmayar. Los minutos pasan como años y siento que sudo a morir en el smoking.
Las horas parecen ir demasiado lento y cuando escucho un pequeño pitazo en la puerta de afuera, miro a Lucinao y este corre a esconderse, yo me coloco unos lentes de sol oscuro, aunque no es de día, y salgo de la gran mansión, con un gesto saludo a un gorila que me mira sin importancia y entro al Ranger Rover color negro mate, que me esta esperando, al entrar en el, todo se siente tan privado e inusual, siento que voy a por Charles pero al mismo tiempo siento que estoy decepcionando a jack. El carro da una vuelta brusca y yo me recargo en el sillón de adelante.
- Lo siento mucho señor, soy nuevo en esto y se me había olvidado- dice el gorila que ahora no se ve tan atemorizante y me da una caja. La abro y en ella esta el pañuelo que cubre nuestros ojos- disculpe mi incompetencia en cuanto a la privacidad- baja la cabeza y yo asiento con la mía, me coloco el pañuelo y este comienza a andar, duramos un poco más del tiempo, que cuando fui por primera vez con Jack, al salir del coche fue lo mismo, un jet privado me esperaba en una pista que nunca había visto en New York.