Jamás dije que sería una historia fácil, que no sería nada complicado y que saldría con una gran sonrisa después de todo esto, la verdad, era realmente complicado en su totalidad.
- Abajo- grito y escucho un quejido, me doy la vuelta y me arre cuesto a un pequeño cubículo de madera. ¿DÓNDE ESTABA CHARLES? ¿DÓNDE ESTABA STEFAN? mi corazón latía fuertemente y mis manos comenzaban a temblar, todo se había descompuesto, las elecciones que había hecho hace tiempo, había sido lo peor del mundo y estaba a punto de saberlo, porque estaba al borde de perderlos otra vez.
Escucho otro estruendo y alzo la cabeza, pero no los veo por ninguna parte. Veo a personas vestidas de negros y con las armas entrar y caminar cerca de mí. Respiro y Respiro. Intento no apresurarme al hecho de que de pronto ellos dos ya no estén... Esta había sido una terrible idea, nos habían encontrado, aun con una estrategia y nos querían capturar uno por uno, yo me habia perdido de su radar y Stefan, se había quedado con su padre. Otro estruendo y de repente una luz roja se enciende.
- Ría. Ría- oigo la voz de Charles y salgo hacia su encuentro, lo abrazo rápidamente y me oculto en su jumper- Hay, ¿estás bien? - yo me despegó y veo que a su lado no está Stefan.
- ¿Donde esta Stefan? - le pregunto airada. No puede ser, lo ha perdido.
- Tranquila, cariño, esta con tu madre afuera.
Dice y yo por fin cojo aire, me desabrocho el jumper y lo acuso con el dedo.
- No quiero volver a jugar más paintball en mi vida, Bowels- le digo fuertemente y el asiente con las dos manos alzadas. Ambos salimos del lugar y entregamos las balas y los jumperes de protección. El joven que nos atendió, le da un billete a Charles mientras bufa y este sonríe al recibirlo.
- ¿Que fue eso?
- Le dije que podía pegarle a todos los que estaban ahí con 20 balas nada más, él no me creyó y apostamos - dice con su sonrisa de "Soy el mejor puton del mundo, nena" y yo no puedo evitar reír.
- Mamá- veo a Stefan y salgo corriendo a abrazarlo.
- Pero si es mi pequeño espía profesional- le digo y el sonríe, me muestra que no le dieron con ninguna bala y choca los puños con Charles, que se cree un súper maestro, ya que le ha estado enseñando artes marciales y millones de cosas más acerca de cómo defenderse. Porque, aunque el subterráneo haya acabado, no seguíamos fuera de peligro. Justo después de volar a Kansas para conocer a Stefan, sentí que nos observaban y así era, varias veces Charles y yo vimos como un auto nos perseguía y que de hecho, se enfocaba mucho en Stefan, causo un miedo atroz en mí que por eso deje de llevarlo a clases o dejarlo salir mucho de casa, vivimos casi un mes aterrados de que algo le sucediera, entonces decidimos cambiar de aires, compramos tres boletos a lo que parecía ser un viaje a España y nos aseguramos que se dieran cuenta de nuestro planes, pero en realidad decidimos venirnos un tiempo a Colombia, un país multicultural que hasta ahora, nos tenía con la baba al piso por lo hermoso que era.
- Hay que cantar, el feliz cumpleaños- dice mi madre y Charles busca el postre que teníamos guardado en el auto. Stefan estaba su séptimo cumpleaños, el primer cumpleaños que lo pasaría con su familia.
- Aquí esta- el pastel de chocolate le encanto por completo, tanto así, que nos pidió que no cantáramos el feliz cumpleaños, sino que lo res pariéramos de una y así lo hicimos. Porque este día sus deseos son órdenes. Luego de disfrutar y ver los hematomas de los que se quejaba Luciano, por los golpes de la goma de pinturas, seguimos con el viaje, iríamos a una isla cerca de la ciudad de Cartagena.
En el transcurso del viaje, tuve que tener el rol de mama, pero para Charles, vomito absolutamente todo el pastel y Stefan no hacía más que reírse, el movimiento de un pequeño barco, le caía mas que mal a su estómago y al momento de llegar a la punta de la isla, se lanzó creyendo que el mar estaba profundo, pero el bulto de la arena, lo espero de inmediato, todas la familias y parejas a nuestro alrededor, se echaron a reír a montones y el quedo bautizado como el payaso del mar.
