Capítulo 24... Suga...

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Brooklyn no recordaba que la casa fuese así de grande; en realidad, ya no recordaba mucho de ella. ¿Cuánto tiempo había pasado?

Después de salir del taxi, se sorprendió de encontrar a su madre de pie, esperando en el umbral de la puerta.

— ¿Está todo bien? —se acercó despacio. Los ojos de la mujer comenzaron a humedecerse a medida que corría hasta su hija para poder estrecharla en sus brazos— ¿Te encuentras bien? ¿Te hizo daño? ¿Sigue adentro?

Incapaz de corresponder al gesto de su madre, Brook esperaba encontrar una escena igual de violenta que en su adolescencia. Seguía tan molesta con ese hombre. Sus puños temblaban por las enormes ganas que tenía de entrar y hacerle pagar por todo.

—No, cariño. Ya no está... —susurró la mujer sobre su hombro, acariciando su cabello en una especie de consuelo maternal. Demonios, lo había extrañado tanto—. Ya no más.

— ¿Qué sucedió? —por el llanto en la voz de su madre, se preocupó.

—Nos divorciamos hace un año —la mujer se alejó para comprobar la reacción de su hija. Le ahuecó las mejillas con ternura—. Se ha ido...

Los músculos de Brooklyn se relajaron por completo, el miedo desapareció. Su corazón seguía latiendo muy rápido pero el alivio fue apabullante.

—Ustedes-... Tú-... ¿De verdad?

La mujer asintió. Los ojos de Brooklyn se mojaron en un instante.

—Perdóname, cariño. Perdóname. Me tardé demasiado... Permití tanto... —sollozó la mujer más que conmovida por las lágrimas de su hija.

Brooklyn negó con la cabeza.

—No... Yo... Perdóname tú... —su voz se quebró—. Hui. Te abandoné. Te dejé con ese hombre y no te ayudé...

Cuando su madre volvió a estrecharla, ella correspondió con todas sus fuerzas.

—No te preocupes, cariño. Fue mi culpa... —Brooklyn volvió a negar con la cabeza—. Oh, bebé. Mira cuánto has crecido y no estuve ahí. Ven. Entremos a casa.

Los muebles, las cosas... sus fotos, todo seguía en su sitio. Los recuerdos llegaban lento a su cerebro y se instalaban tranquilamente porque el hombre ya no estaba ahí, no había rastro de él. Era como volver el tiempo antes de que existiera en sus vidas. De que llegara. De que arruinara su entorno. Melancolía. 

La puerta... Sus pies se congelaron. 

—Siento haber tardado tanto, cariño. Necesitaba echar a ese hombre antes de que volvieras —Brooklyn miró a su madre, ella seguía llorando mucho.

—Está bien. Creí que me odiabas —la señora negó y la chica se acercó a envolverla en sus brazos de nuevo—. Te quedaste con la casa y eso es genial —dijo para hacerla reír. Lo consiguió—. Tranquila, todo estará bien ahora. Estamos juntas.

Siempre quiso decir eso. Que fuese suficiente. 

La mujer se separó un poco. Le asombraba lo mucho que había madurado su pequeña hija. Sin embargo, notó cómo es que la puerta frente al pasillo llamaba su atención. 

—Tu estudio sigue detrás de ella —indicó su madre—. Adelante, entra.

Después de enterarse que su padrastro ya no estaba, la valentía para enfrentar su pasado había desaparecido.

"Lo siento, ya nunca más podrás bailar" recordaba las palabras exactas de los médicos y sus sueños se habían roto. 

—No, no. Está bien. 

Dirty Laundry -SUGA- BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora