No fue nada del otro mundo como pensaba. Limpió las mesas, acomodó sillas, fregó los pisos y organizó todo antes de que iniciara el servicio.
La gente comenzó a llegar con el paso del tiempo, adultos y estudiantes de las universidades más cercanas.
— ¿Vas a tomar mi orden? —cuestionó un hombre, sentado justo detrás de ella.
No lo había notado. Estaba tan concentrada en organizar las botellas nuevas, que no se había percatado de la ausencia del chico que atendía la barra. Tampoco esperaba que en su primer día estuviera orillada a hacerlo, ya que el jefe le había indicado claramente que no le correspondía servir los tragos del bar.
— ¿Me hablas a mí? —las palabras se atoraron en su garganta cuando se dio cuenta de quién era.
El chico pálido estaba sentado ahí y ella, enseguida retrajo los dedos sobre el pecho, con los que se auto-señalaba, por instinto de protección. El chico sólo suspiró con cansancio.
—No veo a nadie más del otro lado.
—Oh, claro. Yo-... — la castaña miró nerviosa a todos lados pero los chicos que atendían las mesas ni siquiera la notaban, estaban muy ocupados— ¿Q-qué... le sirvo?
—Un whisky, sin hielo está bien —lanzó un billete sobre la superficie y entonces Brooklyn se acercó a atenderle.
Arrastrando el dinero sobre la superficie, buscó con la mirada la botella de whisky. Todo sería más sencillo si ella no fuera tan inexperta en el tema.
Vamos, no es tan difícil. ¡Date prisa! Pensó.
Tomó un vaso de vidrio y con mucho cuidado, sirvió el líquido cuando encontró la botella. Luego, sólo la deslizó cerca del chico junto con el cambio que sacó rápidamente.
El joven bebió con tranquilidad y entonces Brooklyn se preguntó, porqué demonios se había quedado a esperar una respuesta.
¿Acaso quería preguntarle si lo hizo bien? ¡Él no era su jefe!
Por fortuna, otro hombre le llamó y despertando del trance, corrió a ocuparse.
—Oh, muchas gracias. Necesitaba ir al baño —le dijo el encargado cuando regresó. Brooklyn sólo asintió—. Yo me encargo del resto —se acercó de nuevo al chico pálido.
Fue extraño. Pese a que Brooklyn se concentró en realizar su trabajo, sentía un mal presentimiento sobre ese sujeto, ¿su vecino?
[***]
Caminando después de su primer turno, Brooklyn se enfundó en la chaqueta y enredó bien la bufanda alrededor del cuello. Los inviernos en la ciudad eran bastante duros. Metiendo las manos dentro de sus bolsillos, porque había olvidado los guantes, caminó hacia su casa.
Ruido, risas y música se escuchaban cada vez más cerca, en el pequeño estacionamiento de la lavandería más cercana. Era bastante tarde, Brooklyn estaba segura que el lugar ya estaba cerrado.
Entonces, ¿de qué se trataba?
Con algo de miedo siguió caminando, ya que debía recorrer algunas calles si no quería gastar en el autobús. No era demasiado lejos realmente pero el sonido frío del vidrio rompiéndose, la asustó... y las risas cada vez más graves, como voces de hombres, no eran una buena señal.
Humo, quizá por el clima, quizá por los diversos cigarrillos que fumaban ahí. Muchas personas. Un auto estacionado y algunos chicos apoyados o sentados sobre él. Chaquetas, todos usaban la misma pero no alcanzaba a leer lo que decían.
Chicas, un montón de ellas; riendo, besándose con otras personas.
Desastre.
Algunos jugaban con las puertas del auto, con las ventanas como si estuvieran locos. Improvisaban un pequeño juego de bolos con unas botellas de cerveza en el suelo. Otros ya se peleaban y a nadie parecía importarle.
Y sí, ahí estaba él...
Ese chico pálido, acostado boca arriba en el techo del auto. Su cabeza caía suavemente en el parabrisas y mantenía los ojos cerrados, como si durmiera. Una chica estaba sentada a su lado, vigilándolo, acariciando su pecho y delineando los rasgos de su rostro. La botella que compró antes de irse, seguía en su mano y permanecía estable sobre el techo del vehículo.
Fue entonces, cuando sonrió como un maldito demonio y abrió los ojos en su dirección.
Brooklyn casi gritó en ese momento y rápidamente corrió, antes de que alguien más se diera cuenta de que los había estado observando; juzgando.
De manera inútil se intentó refugiar detrás de su bufanda y con suerte, nadie la siguió.
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Dirty Laundry -SUGA- BTS
Hayran KurguLa primera vez que se conocieron fue cuando ella compró una soda y de ahí, siguió tomando una serie de malas decisiones. Hay algo dulce en sus ojos, algo puro en lo que él no se debería entrometer... Suga sabe que la «ropa sucia» se acumula en su h...