Durante los días siguientes, Brooklyn no vio al chico pálido aparecerse en el bar y tampoco en el estacionamiento de la lavandería.
Se sentía un poco culpable, quizá el chico seguía asustado por lo que sucedió la otra noche y ella quería decirle que el hombre estaba bien, que había declarado a la policía y que todo seguía en orden.
Así que mientras regresaba a casa, Brook se debatió entre subir a su departamento o detenerse a comprar algunas cosas que ofrecería a ese chico en agradecimiento.
¿Que podía darle? Claro, sabía la marca de cerveza que compraba, desde la primera vez que lo vio... y lo que bebía en el bar.
¿Cómo iba a decirle? No deseaba beberlas con él. Le causaba terror.
Además, aquel chico parecía muy solitario y ella casi nunca tenía ganas de socializar.
¿En donde vivía exactamente? Con preguntarle al encargado del edificio bastaba.
Brooklyn se preguntaba muchas otras cosas más mientras subía por las escaleras de servicio; el ascensor la había abandonado de nuevo y tardaba demasiado tiempo en regresar.
Buscó con la mirada el número que le habían dicho y al encontrarlo, dedujo de inmediato que se trataba del departamento encima del suyo.
Maldición.
Un poco indecisa y recordando todo lo que escuchaba por las mañanas, pensó que aún podía dar marcha atrás, correr de regreso a su departamento... pero cuando estuvo a punto de hacerlo, la puerta de madera se abrió y la cabeza del chico pálido se asomó hacia el pasillo.
Brooklyn sintió su corazón detenerse en ese momento y a sus músculos congelarse.
El blanquecino también parecía bastante sorprendido de tenerla frente a su puerta; pues en verdad pasaron largos segundos antes de que alguno de los dos se animara a decir algo.
— ¿Se te ofrece algo? —preguntó él, despacio y Brook casi había olvidado el tono de su voz.
—N-no, no es nada —respondió algo nerviosa—. Quiero decir, sobre el otro día... yo-...
— ¿Aún te molesta ese imbécil? —existía molestia en su tono.
Brooklyn se estremeció.
Ese chico seguía luciendo tan peligroso y, ¿Qué seguía haciendo ahí?
La imagen del hombre en el suelo, desangrándose, la paralizó.
—N-no, no es eso... —suspiró, sintiendo como todo el aire se le iba, al tener la mirada fría del chico sobre ella—. Yo sólo... s-sólo... —ambos miraron la bolsa de plástico en sus manos, cuando hizo demasiado ruido con ella—. Quería agradecerte.
—No. No tienes porqué hacer algo así —respondió el chico tajante, sorprendido e incómodo; sin deseo de querer aceptar la bolsa—. Con no tener oficiales al otro día frente a mi departamento, estuvo bien.
— ¡Ah!, sobre eso... declaré y no hubo necesidad de hacerlo, él hombre está bien pero-...
El chico de repente pareció muy aliviado con esa declaración, pues se irguió completamente a un lado de su puerta y su hombro desnudo, se asomó.
Brook se quedó sin palabras.
Asombrada y sin saber qué hacer, extendió la bolsa para que el chico la recibiera, por si aún no entendía que eran para él.
—No es necesario, de verdad. Gracias —masculló ya irritado.
—Por favor, recibe mi gratitud —insistió, inclinándose de manera respetuosa mientras extendía aún más la bolsa.
El chico se revolvió el cabello, frustrado—. En realidad, no es el momento adecuado para beberlas.
—Puedes beberlas algún otro día —hasta ese momento, Brooklyn se dio cuenta que podía verse tan insistente como las chicas que se le acercaban en el bar. Eso la alarmó—. No planeo beberlas contigo y volver esto aún más incómodo de lo que ya es. Son sólo para ti y puedes tomarlas cualquier otro día con calma.
Suga abrió los ojos un poco—. Vaya... —susurró— pero de verdad no puedo recibirlas...
Antes de que Brooklyn objetara otra cosa o preguntara la razón, una chica se acercó al hombre desde su espalda.
Lencería era lo único que usaba y dado por la dirección donde había venido, pudo verla por completo. Brooklyn entendió la razón por la que el chico no usaba una camiseta y sólo asomaba parte de su hombro.
¿Estaría usando ropa? ¿Por eso no podía recibir nada?
Negó con la cabeza intentando no imaginar algo indebido.
— ¿Que sucede aquí? ¿Llegó la comida? —cuestionó la chica, su voz era sexy y femenina.
Por un momento la castaña no supo cómo reaccionar, pues la enorme seguridad que la otra mujer mostraba, era algo digno de envidiar.
Las mejillas se le tiñeron de rojo, al asimilar todo lo que acababa de interrumpir y mucho más, al reflexionar que ese chico, en efecto, era el vecino ruidoso de arriba.
—Te dije que esperaras adentro —reprendió el chico.
—Lo sé pero tardabas demasiado —respondió ella con un puchero y un tono de voz dulce— ¿Acaso es tu novia? —miró nuevamente hacia la castaña, exagerando una expresión de sorpresa.
— ¡No! —se apresuró a contestar—. ¡Sólo su vecina! —no quería parecer asustada pero lo estaba—. Toma las cervezas y disfrutenlas. De verdad, gracias por lo de la otra noche.
Brooklyn se maldijo por lo mal que se escuchó la última parte y antes de avergonzarse mucho más, tomó la mano del chico y le entregó la bolsa.
Sus dedos sin embargo, sintieron una extraña conexión, que no supo describir y que tampoco fue similar a un cosquilleo.
Miró a los ojos del pálido, que ya la contemplaban fijamente como si hubiera sentido lo mismo pero que, al mismo tiempo, no aseguraban nada.
Bajó rápidamente, más que agotada hasta su departamento. Luego, sólo ignoró todos los ruidos que se escuchaban sobre su cabeza y lo que el inicio de aquella música significaba.
Brooklyn decidió dormir, esperando profundamente poder conseguirlo.
[***]
Al día siguiente, Brook se despertó muy temprano, debía imprimir algunos archivos en la universidad antes de su primer clase.
Cuando las puertas del elevador se abrieron, la joven que estaba en casa de su vecino anoche, se hallaba dentro.
Se pintaba los labios con un tono bastante luminoso y miraba su reflejo en la cabina metálica. Brooklyn se preguntó, si alguna vez ella sería capaz de maquillarse tan bien o combinar su ropa un poco mejor, como aquella mujer.
— ¡El chico de arriba es fabuloso! —exclamó rompiendo el pacífico silencio—. Si yo fuera su vecina, no perdería la oportunidad por nada, ni nadie y lo invitaría a mi casa a pasar todas las noches... —sonrió pícara y le guiñó.
Las puertas se abrieron y la mujer salió con un aplomo impresionante, que dejó a Brooklyn completamente boquiabierta.
—Cuidate, hermosa —agregó— y no dejes que cualquier otra invitada, te quite la oportunidad con ese estupendo chico. Diviértete.
La castaña torpemente asintió al ¿consejo?
Despertó de la confusión, cuando las puertas comenzaron a cerrarse.
Por último, sólo alcanzó a ver como la mujer subía a un taxi y partía.
— ¡Mierda, se hace tarde! —gruñó mirando su reloj.
Entonces, no le quedó más que correr hacia la parada del autobús.
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Dirty Laundry -SUGA- BTS
FanfictionLa primera vez que se conocieron fue cuando ella compró una soda y de ahí, siguió tomando una serie de malas decisiones. Hay algo dulce en sus ojos, algo puro en lo que él no se debería entrometer... Suga sabe que la «ropa sucia» se acumula en su h...