1

2.4K 122 29
                                    

Con cada paso que daba dejaba una huella roja en la nieve. Corría lo más rápido que podía a pesar del dolor en sus pies, la falta de aire y el frío que la rodeada. Abrazó fuertemente a la criatura contra su pecho, la sangre manchando su ropa y manos aún más, y soltó un fuerte sollozo sin dejar de llorar.

—¡No me dejes!—Sollozó, temblando tanto por el frío como por la horrible sensación que había dentro de ella.—¡Por favor, resiste!—Suplicó, a pesar de que no sabia si la criatura podía escucharla. De la nada, perdió el balance y tropezó, rodando por una pequeña colina cubierta de nieve tras caer. Jadeó fuertemente, intentó levantarse, pero sus piernas flaquearon y todo su cuerpo dolía por la caída. El frío la estaba matando y casi ya no podía sentir sus pies por haber estado corriendo descalza por la nieve. Sintiéndose derrotada, lloró y pegó su frente contra la de su amor.—Eres lo único que tengo... por favor, no me dejes, no tú... moy malen'kiy pauk...

Escuchó algo detrás de ella. El fuerte rugido de una bestia. Jadeó, volteando a ver por encima de su hombro. Se estaba acercando.

Con los ojos llenos de lagrimas y los labios apretados, miró a la criatura que durante años había sido la única causa de su felicidad. A pesar de que le había estado suplicando que resistiera, que se quedara con ella, sabía que ya hace mucho había muerto. Jamás volvería a ver aquella preciosa sonrisa, aquellos ojos brillando de emoción, y escuchar aquella preciosa vos.

—Te amo...—Susurró, volviendo a juntar sus frentes.—con todo mi corazón... mi bebé... perdóname...

Lo único que podía escuchar era el latido de su corazón mientras que dejaba que el cuerpo reposara encima de la nieve. Tomó toda la nieve que sus manos congeladas y llenas de sangre le permitieron, y cubrió el cuerpo por completo. Aún con los ojos llenos de lágrimas, miró la tumba improvisada y susurró una pequeña oración, para que el alma de su ángel pudiera estar en paz.

Segundos después escuchó otro fuerte rugido, ésta vez más cercano. Inhaló y exhaló. Limpió sus lágrimas. Se encargó de concentrarse en escapar.





•••





«Esto es un desastre. Esto es un desastre. Esto es un desastre». Se repitió a sí misma mentalmente una y otra vez, caminando de un lado a otro de manera nerviosa mientras que fumaba un cigarro.

—Creí que me habías dicho que ya no fumarías.—Se sobresaltó y volteó, bufando al ver a Clint.

—Dije que lo intentaría.—Frunció el ceño y dejó que el cigarro cayera encima del techo, aplastándolo con la punta de la suela de su bota. Miró bien el rostro de su amigo.—¿Qué te pasó en la cara?—Preguntó notando la curita que Clint tenía encima del puente de la nariz.

—Lo de siempre.—Clint se encogió de hombros y ambos se dirigieron hacia la puerta que los sacaría de la terraza del edificio.—¿Evacuaron éste lugar?

—La mayoría de los que viven aquí salieron corriendo cuando oyeron los disparos. Los agentes novatos se encargaron de evacuar al resto.—Natasha respondió mientras que bajaban las escaleras. Al llegar al piso correcto, fueron por el pasillo hasta llegar al departamento. En frente de la puerta habían unos agentes de shield y unos parte del equipo de forenses hablando entre sí, y se callaron inmediatamente tras ver a Black Widow y a Hawkeye.

Clint y Natasha entraron. Había un agente tomando fotos de la escena para agregarlas a los archivos, y otros dos agentes más cubriendo los dos cuerpos en la sala con sábanas. Clint jadeó al ver la sangre.

—Richard... Mary... demonios.—Se apretó el puente de la nariz. Miró a Natasha.—¿Pero qué sucedió aquí?

Natasha no supo qué responderle.

—¡Agente Romanoff, agente Barton!—Uno de los agentes novatos exclamó desde una de las habitaciones del departamento.—¡Vengan aquí, rápido! ¡Hay una niña!

Clint y Natasha jadearon y se vieron entre sí.

—Sabía que tenían una hija, pero... pensé que hoy se iba a quedar con sus tíos.—Natasha dijo mientras que entraban a la habitación, decorada de rosa, y con muchas muñecas. Perfecta para cualquier niña pequeña.

El agente que los había llamado estaba parado al lado de un armario, y dentro del armario estaba una pequeña niña con vestido rosa, y largo cabello castaño. Sus ojos marrones estaban llenos de lágrimas, y la pobre temblaba de miedo, abrazando sus piernas contra su pecho. La pobre se había escondido en el armario tras escuchar los disparos.

Al ver a la pequeña, Natasha sintió algo dentro de su pecho, algo que no había sentido desde hace mucho tiempo.

Le sonrió a la niña para poder relajarla y se agachó, mirando a la pequeña.

—Hola, ¿tú eres Perrie, cierto?—Saludó con amabilidad.

—Yo soy Clint, y ella es Nat.—Clint dijo en tono suave y amable, agachándose al igual que Nat. Al ser padre de dos, era un experto hablándole a los niños.—Está bien, pequeña. Puedes salir.

—No hay nada de qué temer. Todo está bien.

Perrie sollozó con miedo.

—Mi papá y mamá... ¿ellos...?

Natasha apretó los labios. Escuchó a Clint suspirar.

—Está bien.—Natasha repitió.—Todo está bien. Tú estarás bien. Te lo prometo.

Temblando, Perrie gateó fuera del closet, y fue entonces, al verla mejor, que Clint y Nat notaron los moretones que ella tenía en el rostro, incluyendo un ojo morado. Ambos héroes se vieron entre sí, preocupados. Natasha sintió un fuerte apretón en el pecho, una combinación de pena y culpa, y extendió sus brazos hacia Perrie.

—No dejaré que nada te pase.

—¿Me lo prometes?

—Te lo juro.

—¿Con el meñique?

Natasha sonrío. Extendió su dedo meñique.

—Con el meñique.

Ella y Perrie entrelazaron meñiques, y luego tomó a la niña en sus brazos, asegurándose de taparle los ojos al pasar por la sala para que no viera los cadáveres de sus padres.

—Llama a Bruce. Que se prepare en la torre. Ésta niña necesita atención médica.—Natasha murmuró hacia Clint, quien asintió. Nat suspiró. Solo dios sabía por lo que ésta niña había pasado.

—Disculpe... señorita Nat...—La pelirroja escuchó a Perrie susurrar.—De verdad no me gusta mi nombre... ¿puede llamarme por uno diferente?

—Si quieres.—Natasha le respondió, sonriéndole y encogiéndose de hombros.—¿Cómo quieres que te llame?

Perrie se mostró dudosa, hasta asustada de responder, hasta que por fin dijo:

—Peter. Quiero que mi nombre sea Peter.

Son of the Widow [#1] (Remake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora