CAPÍTULO 19 Olvidar un poco

375 25 0
                                    

   Antes de medianoche, Trace la invita a ir a un lugar más tranquilo, ella entiende a lo que se refiere y no se opone. Sonríe al pensar que después de todo, no dejará Nashville sin conocer de cerca un auténtico vaquero que además, es cantante de música country. Cree que le hará bien quemar las calorías de esa hamburguesa, cabalgando sobre un toro tan prometedor como él. Caminan tomados de la mano hasta donde Trace dejó su camioneta estacionada, al llegar junto a ella, Gaby le informa que su hotel queda cerca, pero él le dice que si ella no tiene que trabajar el día siguiente y él no le inspira desconfianza, le gustaría mostrarle un lugar especial al sur de la ciudad, como a una hora de distancia, aprovechando que es una hermosa y fresca noche de otoño con luna llena. Gaby piensa que él es un hombre muy tierno, si no le inspirara confianza, no habría pensado en cabalgarlo en la cama de su hotel esa misma noche.

   Mientras conduce, Trace va cantando con su seductora voz de barítono, cualquier tema que suena en la radio, no solo canciones country y a ella se le hace muy corto el trayecto. En un punto del camino, él se detiene para abrir un portón de hierro, lo atraviesa con la camioneta, vuelve a cerrar el portón y sigue hasta detenerse frente a una cabaña de madera y piedra, frente a un río en el cual se refleja la luna llena, creando una atmósfera impresionante. El guapo vaquero le da la bienvenida a su hogar, lejos de su verdadero hogar, que según dice se encuentra en la villa Sumner, en el condado de Dawson, en Nebraska. Trace abre la puerta de la camioneta, la ayuda a descender, la levanta en el aire y la lleva en brazos hasta un banco tipo columpio que cuelga en el porche de la cabaña, le dice que lo espere allí, mientras enciende luces y revisa que no se haya colado en el interior, algún mapache durante el día.

   La cabaña, aunque rústica, tiene todo lo que un hombre solo puede llegar a necesitar y Gaby se encuentra muy a gusto. Entre algunos "Yee Haw" y otros "Arre Vaquero" exclamados durante los fogosos encuentros, Gaby confiesa a Trace que solo está de paso por Nashville, lo hace para que no se repita lo que pasó con Garrett. Trace lo lamenta diciendo que le gustaría pasar más tiempo con ella y le sugiere que si no lleva prisa, se quede con él durante el fin de semana.  Ella le responde que tenía pensado seguir su camino el día siguiente, viernes, hacia Knoxville, pero que le encanta la idea de compartir con él ese rincón paradisíaco algunos días.  La tarde del día siguiente, después de almorzar unas deliciosas truchas asadas que él pesca en el río, van a buscar el auto y el equipaje de Gaby.

   Trace realiza su presentación en el bar, mientras Gaby lo escucha dedicarle los temas más románticos  y regresan en ambos autos a la cabaña frente al rio.  Lo que pudo ser una simple noche de sexo en una aburrida habitación de hotel, se convierte en un excitante fin de semana de sexo ardiente, veladas con ambos desnudos, envueltos en una manta frente a una hoguera a la orilla del rio, que Trace ameniza con románticas o nostálgicas canciones acompañadas con los dulces acordes de su guitarra y por supuesto,  abundantes comidas con truchas, salmón o lobinas, que Trace pesca y ella pone a asar con algunos vegetales. Beben cerveza helada y follan como si no hubiera un mañana, consientes ambos que para ellos, no lo habrá. El lunes se despiden antes del amanecer, como dos buenos amigos que disfrutaron la compañía uno del otro.

   Gaby duerme apenas una hora, se levanta, se viste sin hacer ruido, dejando a Trace dormido y sale a asearse en el baño que se encuentra en el exterior de la cabaña. Regresa al porche a escribir su nombre y número de teléfono con lápiz labial, en letra pequeña en la esquina inferior derecha del cristal de una ventana en el porche, justo detrás del asiento tipo  columpio, esperando que si algún día él lo descubre, quiera saludarla y se dirige al centro para desayunar, antes de seguir rumbo a Knoxville. Acaba de terminar su café y ya está lista para tomar la interestatal cuarenta este y conducir  durante casi tres horas hasta su destino, cuando su iPhone le anuncia que tiene un mensaje entrante.

GABRIELLE. Un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora