Pudimos ser

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Las tardes soleadas se han desvanecido
y yo he eliminado cada mensaje compartido.
Borré cada recuerdo con tanta rapidez
que no tuve tiempo de dar marcha atrás.

Cuando me di cuenta de lo que había hecho,
tenía manchas de sangre en el pecho.
Corté mi piel tras prometer no hacerlo.
Pero él se marchó tan valeroso
que todo a lo que me aferré fue a un peluche asqueroso.

Les arrebaté deseos a personas ajenas a nuestra existencia,
me hice a la idea de que había culminado mi penitencia.
¡Qué niñita tan ingenua!

Las noches largas se han acortado.
Me acostumbré a dormir temprano.
Creo que él sigue desvelándose.
Creo, porque no estoy dispuesta a indagarlo,
me niego a ceder ante lo que ha creado.

Cuando me di cuenta de lo que él había hecho,
las páginas ya estaban rotas.
No existía ningún remedio.
Me fui, tan visceral e insulsa,
que nadie prestó atención
al ruido en el interior de mi afligido corazón.

Les arrebaté el irrisorio comentario a mis conocidos
acerca del joven maravilloso con el que había coincidido.
¡Qué fofa niña engañada!

Las mañanas alegres se han tornado malignas.
Despertando más amargada que de costumbre y
maldiciendo a las aves que a mi ventana se asoman,
trazo el inicio de un rumbo catatónico.
A veces tardo media hora llorando en el baño
antes de salir al mundo y encarar el daño.

Cuando me di cuenta de lo que habíamos hecho,
teníamos el camino resuelto.
Así que lo tomamos.
Cada quien se fue por su lado.

Me quitaste mi esperanza de un mundo mejor.
Me robaste el amor que se almacenaba en mi fragmentado corazón.
Me destruiste lentamente con todo lo que hacías
que no me quedaron ganas de regresar por las regalías.

Te quité la ilusión de bondad que habitaba en tu alma.
Te robé cada pensamiento alegre sobre las personas enamoradas.
Te destruí rápidamente que aprendiste la lección de forma diligente.

¡Qué niños bobos fuimos!
¡Qué adolescentes tontos nos volvimos!
¡Qué idiotas adultos creímos que pudimos ser!
Hoy todo se ha quedado en el ayer.

Cenizas y destellosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora