Insinuaste que era una niña fofa,
de esas que sólo se lamentan.
Dijiste que no hacía las cosas no porque no podía,
sino porque no quería.Me heriste desde el comienzo
y yo pensé,
nuevamente,
que no tenía remedio.
Supongo que ahí debía terminarse todo.
Pero, o yo era tonta en inmensidad,
o tú eras terco con obscenidad.Ninguna de las dos.
Simplemente creo que era un momento
desfasado en el tiempo;
como un año bisiesto.No obstante, debo admitirlo,
pensé que hacía lo correcto.
Ya había dañado a alguien
y no quería ir por las calles
repartiendo todos mis males.En aquella banca aislada,
por primera vez en muchos años,
me sentí escuchada.
Es una pena que nada durara.
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Cenizas y destellos
Poesia«Algunas personas están hechas de destellos. Otras, de cenizas y, después él y yo, que fuimos fuego». Algunas personas son alegres, capaces de compartir ese brillo con quienes los rodean. Otros, son melancolía pura. Dañan la vista, les piden qu...