Cometí el error más sencillo

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Te marchaste una mañana tras gritarme.
Me quedé estática en un rincón.
No había gloria en tu mirada
ni valor en mis palabras.

Existía un silencio hiriente en cada uno de nuestros actos.
Nos tratábamos con sumo cuidado.
Entonces,
sin avisarlo,
comenzamos a ser más cercanos.

Confundí cada significado que conocía.
Sustituí por hipótesis todas las ciencias.
Completé los crucigramas con falsas palabras.
Cometí el error más sencillo:
Te permití ser mi amigo.

Cenizas y destellosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora