Te marchaste una mañana tras gritarme.
Me quedé estática en un rincón.
No había gloria en tu mirada
ni valor en mis palabras.Existía un silencio hiriente en cada uno de nuestros actos.
Nos tratábamos con sumo cuidado.
Entonces,
sin avisarlo,
comenzamos a ser más cercanos.Confundí cada significado que conocía.
Sustituí por hipótesis todas las ciencias.
Completé los crucigramas con falsas palabras.
Cometí el error más sencillo:
Te permití ser mi amigo.
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Cenizas y destellos
Puisi«Algunas personas están hechas de destellos. Otras, de cenizas y, después él y yo, que fuimos fuego». Algunas personas son alegres, capaces de compartir ese brillo con quienes los rodean. Otros, son melancolía pura. Dañan la vista, les piden qu...