El marrón de tu amor

18 5 0
                                    

Las paredes deslavadas tenían un color mortecino.
Se parecía mucho al color marrón
o al rústico tapiz de cualquier sillón.
Yo estaba frente a ti,
pero tú me viste de tal manera
que me sentí inferior.

Sí, en ti había altanería.
En mí ya no quedaba osadía.
¿Cómo lo iniciamos?
Ahora que lo analizo,
soy incapaz de recordarlo.

Sé que te hice enojar,
de lo contrario,
no lo hubiéramos prolongado.

Sé que me heriste,
de lo contrario,
lo habría olvidado.

Sé que fue complejo asimilarlo,
de lo contrario,
nos hubiéramos callado.

Sé que nos herimos a nosotros mismos,
de lo contrario,
nos habríamos abrazado.

El marrón de tu amor me persigue,
demasiado inicuo,
muy poco fulgente
y excesivamente hiriente.

El marrón de tu amor se parece mucho al dolor.
A veces arde cual quemadura.
Otras, simplemente sofoca
y nunca, pero nunca se agota.

El marrón de tu amor no me gusta.
Preferiría un tono más sencillo.
Algo parecido al cariño matutino,
pero tú sólo me ofreces un gélido portazo
mientras me niegas un cálido abrazo.

El marrón de tu amor lacera,
aúlla en silencio
a pesar de que estamos juntos
en una distancia menor a un metro.

El marrón de tu amor me desconsuela.
Me advierte que estoy ciega
y que tú, estando tuerto,
a quererme no estás dispuesto.

El marrón de tu amor de brillante nada tiene.
Al contrario, es demasiado opaco
que me hago un ovillo mientras me digo:
Ha sido mi culpa.
Entonces lloro y nadie viene a consolarme.
Así que pienso:
Ha sido mi culpa.
Pero no lo ha sido.

Tú lo iniciaste.
Eso te da un poco de culpabilidad.
No es por vanidad,
pero la aversión que te dediqué
es sólo una respuesta de lo que me hiciste sentir.

No elaboraste preguntas,
sólo expresaste molestia.
Poco te importó mi insolencia
y me destruiste en cuestión de segundos.

El marrón de tu amor no me sirve.
Es demasiado horripilante
y yo merezco un color fluorescente,
de esos que ciegan hasta la mente.

El marrón de tu amor aún me duele.
Pero no te preocupes,
con el tiempo todo se desvanece.

Cenizas y destellosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora