Lluvia de octubre

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No había lluvia,
así que olvidé cubrir las ventanas.
El viento era tranquilo,
por eso me quedé mientras hablabas.
El mar quedaba lejos,
pensaba que nada podría perturbarnos.
Me encontraba confiada.
Nadie me avisó que una tormenta se formaba.

Tu mirada debió advertirme,
pero llevaba puestos mis audífonos
cuando decidieron emitir la alarma.
Dejaste de ser una perturbación tropical
y comenzaste a ser un problema de verdad.

Los noticieros te siguieron la pista
mientras yo vivía una utopía.
Las sirenas intentaron protegerme,
pero Guns N' Roses se escuchaba muy fuerte.
Entonces tocaste tierra,
derribaste los sacos de arena
y las calles comenzaron a inundarse
al ritmo de la canción que me dedicaste.

Afuera el cielo era grisáceo
y todo se adornaba por relámpagos.
Debí esconderme bajo un árbol,
así hubiese atraído un rayo.
Los refugios estaban abiertos,
pero todos me quedaban lejos.
Ya no tenía a dónde correr.

Las ráfagas de viento me cegaban.
El polvo se arremolinaba
y nadie me creía,
pues eran tus palabras las que pesaban.
Arrasaste con la localidad en pocas horas.
Yo seguí arrastrándome por la acera
mientras alguien intentaba rescatarme.

Los fuertes vientos arrancaron los tapices
con los que pretendía cubrir mi alma.
Nos dijeron que los huracanes
eran peligrosos fenómenos naturales.
Nos contaron que la gente moría,
si las indicaciones no seguían.
Nadie me advirtió que las personas
podían ser mucho más adversas que las tormentas.

Ningún experto meteorólogo
pudo predecir el trayecto que usarías,
mucho menos pudieron calcular el daño que provocarías.
Llovió demasiado esa mañana,
¿acaso llueve en octubre?
Sí, lo hace.
A veces con tanta potencia
que acabas huyendo de la escuela.

Cenizas y destellosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora