Distopía

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La atmósfera tenía el aspecto de haber sido rota.
No recuerdo si primero vinieron los relámpagos
o, si fue la lluvia de ceniza.
Lo que sí veo con precisión
es el vínculo que compartimos
destruirse y desvanecerse en mis manos.
Lo aferré por mucho tiempo
hasta que las cenizas me dañaron.

Quise repararlo.
Quise recuperarlo.

Las maravillas que vivimos colapsaron
y quedé perdida en una distopía que no quería.

Tomé los elementos que tenía a la mano
y subí a un tren desgastado.
Las vías terminaron en medio de un páramo desolado.
Ya no quedaba nada de lo benévolo que ostentamos.

Ellos consiguieron arrebatármelo
y yo fui endeble, así que dejé de defenderlo.

Quería ser protegida
y no me había percatado que siempre lo fui.
Sin embargo, me protegían de alguien que yo quería.
Por eso no funcionaba,
porque yo no escuchaba.

Ahora que el ruido del estallido se ha detenido,
contemplo en silencio el apesadumbrado escenario
en el que me he quedado.

Sí, ellos cuentan que éramos briosos juntos.
No obstante, yo era perfecta estando sola,
así que ahora suelto las cenizas y avanzo por el campo.

Es complicado, pero también osado
contemplando el mundo destrozado en el que vago.

Fuimos un amanecer que no volvió a aparecer.
Fuimos el manantial que se contaminó.
Fuimos una distopía que al fin se terminó.

Cenizas y destellosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora