CAP 3: "Un despacho lleno"

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Hola gente, espero se encuentren bien, les dejo el tercer capitulo, que lo disfruten.


Mientras Dumbledore y yo pensábamos en qué hacer para restablecer el giratiempo y podernos devolver a nuestra época, se escucharon risas, instintivamente Teddy y yo dirigimos la mirada hacia la puerta, de nuevo mi instinto, me convertí en una loba y me puse frente a mi hermano, entro la profesora Mcgonagall con 4 chicos, dos de ellos venían riéndose, otro venia me imagino recién levantado y el ultimo tenia cara de asqueado, los mire confusa y claro, lo primero que tienen que notar es al lobo, todos los ojos se posaron sobre mí y mi hermano, se quedaron todos callados por unos instantes.

M: Profesor, ¿qué hace un lobo aquí? -La primera en preguntar, me lo esperaba.

D: Larga historia profesora. Ahora díganme, ¿qué hicieron esta vez?

JP: Se lo vamos a resumir. -Un chico conocido habló, su rostro era bastante familiar.

SB: Polvo pica pica y regaderas. 

Ambos chicos soltaron una carcajada mientras los otros solo los veían con desagrado.

D: ¿Y ustedes? -Pregunta a los chicos más callados, me imagino, los más tranquilos.

R: Intente remediarlo. 

P: Yo conseguí el polvo. -Su sonrisa cantaba victoria.

T: Increíble.

Mire a Teddy con esa mirada de cállate, ¿se han visto esas películas donde los gemelos tienen poderes de telepatía? Pues Teddy y yo sí que los teníamos.

(Telepáticamente): S: Cállate Teddy.

T: Ya pues, pero no me grites.

(Telepáticamente): S: No te grite, sentido.

Los demás solo se nos quedaron viendo raro, hasta que Dumbledore dijo.

D: Telepatía, impresionante, aunque me lo esperaba de unos mellizos. -Este señor era rápido en captar, no me sorprendía, era uno de los mejores magos en la historia.

M: ¿Me está diciendo que ese lobo es un chico?

T: Chica, es una ella.

JP: ¿Pero porque está en esa forma? 

T: Instinto, tiene un muy sensible instinto protector.

JP: Ohh. -Lento entendimiento.

D: Señorita, podría por favor volver a su forma normal.

(Telepáticamente): S: ¿Teddy traes la bandana?

Sacando algo del bolsillo. – T: Claro, aquí esta.

Me transforme a tal forma que quede frente a Teddy y nadie veía mi rostro, me puse la bandana para cubrir mi marca en el rostro, por si las dudas.

Créanme que no reconocí a los chicos, eran unos completos extraños para mí, pero uno de ellos tenía rasguños en el rostro, justo como mi marca de nacimiento, mi intuición quiso saltar de emoción pero preferí mantenerme serena, no sabía que podría pasar si se enteraban que no éramos de esa época.

D: Bien pensado señorita Lu...

T y S: ¡PROFESOR! 

D: Perdónenme.

SB: ¿Qué tiene de malo que digan su apellido?

S: ¿Lo pueden saber profesor? -Pregunta que fue completamente ignorada.

Dumbledore, se volvió a ver a los chicos y a la profesora.

D: Señores, ¿no se van a presentar?

Hablo un chico alto de cabello largo color azabache. – SB: Una disculpa por nuestros modales, soy Sirius Black.

En cuanto escuchamos el nombre Teddy y yo nos volteamos a ver, teníamos los ojos como platos, era increíble, creíamos estar soñando, estábamos frente a los merodeadores.

T y S: Merodeadores. –Susurramos al unísono.

Apuntando al chico adormilado. – S: Tú eres Peter Pettigrew.

Apuntando al chico de cabello corto de color obscuro. – T: Tú eres James Potter.

Apuntamos al último chico faltado de nombrar, y como ya había comentado, este tenía rasguños en el rostro uno igual a mi marca de nacimiento. – T y S: Tú eres Remus Lupin.

Mis ojos se hicieron un mar de lágrimas, solo pude abrazar a Teddy, el igual estaba llorando, nadie entendía lo que pasaba a excepción de Dumbledore.

SB: ¿Por qué lloran? -Susurro para los chicos.

P: ¿Cómo saben nuestros nombres? -Murmuraban y creían que no se escuchaba.

R: Chicos, tengo un raro presentimiento.

Mi cabello, mis ojos, el cabello de mi hermano y sus ojos tomaron un color amarillo, estábamos felices, por fin conocíamos a nuestro papá, duramos un rato llorando, cuando nos calmamos, Dumbledore nos miró con una sonrisa cálida y segura que me hacía saber que estaba bien el que les dijéramos. Tome la mano de Teddy porque no creía que esto fuera real.

S: Mi nombre es Sam.

T: Y yo soy Teddy.

Tomamos aire. – T y S: Somos los mellizos Lupin.

Aun me pregunto ¿cómo es que nadie pregunto por el cambio repentino de cabello y ojos?

En cuanto dijimos nuestro apellido nuestro padre palideció y se quiso ir abajo, los demás presentes solo lo veían y esperaban alguna respuesta de su parte, pero este se había quedado mudo y su mirada solo estaba en nosotros, yo en ese momento me quite la bandana que cubría mi rostro, dejando ver mi marca de nacimiento, en el momento en que me vio, se acercó a mí, me abrazo y sentía como su corazón estaba por salirse.

R: Lo lamento tanto, lo siento en verdad. – Solo me susurraba disculpas.

Le correspondí el abrazo y de un momento a otro, este unió a Teddy al abrazo y ahí estábamos los tres, al separarnos, tome su rostro entre mis manos y sonriendo cálidamente, le dije como pude.

S: Tu no me hiciste nada malo, lo que piensas de la licantropía no es tema malo para mí. -Tome aire. -Sí, yo herede esa parte de ti, pero también herede la parte metamorfomaga de mi madre, al igual que Teddy, por eso los colores de nuestros ojos y cabellos. 

Sus ojos se inundaron y me volvió a abrazar, ya sabía de donde los abrazos de Teddy eran tan reconfortantes, lo había heredado de nuestro padre. Los demás en la sala solo nos miraban sorprendidos.

JP: ¿Pero cómo es posible?

M: Giratiempo. – Susurro la profesora.

S: Usted tiene razón profesora, un giratiempo estropeado para ser más exactos. -Hable, mientras me separaba del abrazo de, mi padre.

T: Una broma mal hecha. -Explicaba mi hermano, sintiéndose culpable.

S: No creas que James, Louis, Fred y tú se salvan, en cuanto volvamos los voy a matar.

JP: ¿A mí porque?

S: A ti no, a tu nieto.

JP: ¿¡NIETO!?

Sirius solo se reía de todo lo que estaba pasando.

S: Si, tu nieto, James Sirius Potter Weasley. -Una cucharada de su propia medicina.

James y Sirius se voltearon a ver casi pálidos y tragaron saliva pesadamente, mientras Peter solo se disponía a reír.

Un giratiempo, cuatro merodeadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora