38.

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Doyoung se aferró a Johnny, sentir su cuerpo tan cerca, poder atraparlo así en sus brazos, no podía dejar de temblar, no podía detener su corazón agitado, sus lágrimas caían y después de mucho tiempo podía respirar bien, como si Johnny le hubiese devuelto el oxígeno.

Estuvo llorando por no sabe cuánto tiempo, abrazándolo, era incluso más maravilloso de lo que alguna vez había soñado, su cuerpo se sentía pequeño en comparación al de Johnny, si Johnny lo envolvía con más fuerza, si Johnny...

—¿es suficiente? ¿Estás conforme?—Johnny se separó y el vacío que dejaron sus manos fue evidente para Doyoung.

No era suficiente, no estaba conforme, continuó llorando mientras hacía un pucherito, no logró contestar antes de que Johnny se fuera primero.

¿Qué había hecho? Oh Dios, ¿qué demonios había hecho?

Volvió a quedarse sin aire, golpeando su propio pecho mientras sollozaba, bajándose del escritorio para dejarse caer de rodillas en el piso mientras sus lagrimas continuaban cayendo.

—no—lloró en pánico, cubriéndose el rostro con ambas manos.

¿Por qué había tocado a Johnny? Ahora Johnny quien había sido un diamante pulido y brillante, estaba comenzando a opacarse por sus deseos más oscuros, Johnny nunca lo amaría luego de lo que hizo, seguramente Johnny lo odiaba.

Se quedó en aquella oficina abandonada y vacía, abrazando sus propias piernas mientras lloraba.

No se dio cuenta del tiempo que pasó hasta que la puerta volvió a abrirse y Johnny estaba allí, ya no llevaba el uniforme y le veía como si estuviera viendo a un monstruo.

—¿por qué todavía estás aquí? Todo el mundo está buscándote—dijo, acercándose.

Doyoung tembló cuando se acercó pero una vez que le tomó la mano y le ayudó a levantarse, supo que no le haría daño—¿q-qué hora es?

—son las doce de la noche, Doyoung, llevas aquí todo el día, ni siquiera comiste ¿cómo?—Johnny suspiró y lo sacó de allí, sin mirarlo—di que te quedaste dormido o algo así, todos están preocupados.

Al salir del salón, Kyari gritó y corrió hacia ellos, mirando con furia a Johnny—¡¿cómo sabías dónde estaba?!—ella le gritó.

Johnny le miró desde arriba—mantén tu boca cerrada.—le soltó la mano y se fue otra vez.

—Doyoung, cariño ¿estás bien?—Kyari posó sus manos a los costados de su rostro, viéndole fijamente—por dios, Doyoung ¿él te hizo te esto?

Negó con la cabeza y volvió a empezar a llorar—yo... yo—sollozó—no me di cuenta, no me di cuenta—repitió nervioso—m-me quedé dormido.

Los coordinadores, algunos profesores y el director estuvieron buscándolo, pidiéndole a los alumnos que se mantuvieran en sus dormitorios para evitar una confesión. Kyari dijo que Johnny le escribió y le pidió que lo siguiera, ella no quiso al principio pero luego le dijo que sabía dónde se encontraba.

Que seria mejor si Kyari avisara que sabía dónde estaba.

—¿cómo te sientes?—el director le preguntó, sentándose en la orilla de su cama, se le pidió a Kun que esperara afuera de la habitación.

—estoy bien, solo... no sé qué pasó, f-fui a descansar a-allí.

—tienes que comer algo, el chef te preparo una sopa de crema, vas a estar bien con ella, necesito que me digas su ocurrió algo—insistió.

—no pasó nada—lloró, mirando los ojos amables del director Lee, mordió su labio inferior y bajó la mirada—me siento triste—susurró.

Tengo miedo, no quiero que Johnny me odie, no sé qué es lo que estoy haciendo, no quiero que Ten se entera nunca.

InternadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora