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En el verano de sus casi dieciocho años, Doyoung se levantó todas las mañanas para ir al hospital a visitar a su hermano, convenciendo a su padre que baje sus dosis, que le permita estar lúcido al menos un par de horas al día.

—puedo ayudarlo—le había dicho, temblando pero confiado—voy a ayudarlo con su tratamiento, papá.

Puede que se haya debido a que no tartamudeo, también puede ser que su padre en el fondo si los quisiera a ambos, o simplemente porque era de su beneficio que Gong Myung volviera en sus sentidos, honestamente, no importaba el motivo de él, lo único que tenía importancia era que había recibido la aprobación para bajar las dosis de su hermano mayor.

Y tenía una especialista ayudándolo, la señorita Jihee le explicaba todo el proceso por el que iba atravesar Gong Myung si decidía seguir adelante con su vida.

—ahora—ella le dijo, mirando a el chico dormido en la cama—es como un niño pequeño, está perdido y desorientado, será como empezar desde el comienzo, será difícil y es importante que seas fuerte.

Doyoung asintió, iba a ser fuerte.

Gong Myung solo estaba despierto tres horas en la mañana pero la primer hora todavía seguía dormitando, incapaz de abrir bien sus ojos o de modular, bueno, él no hablaba bien, no se le entendía nada de lo que decía y Doyoung entendió porque la gente encontraba molesto que tartamudeara cada vez que abría la boca.

Y conocer el estado de Gong Myung, le hizo conocerse a sí mismo también, tenía más paciencia que el resto de la gente que conocía y le gustaba esto, le gustaba poder hacerse cargo de alguien, contarle cuentos de fantasías a Gong Myung, cantarle una canción, hablarlo de como las cosas estaban en casa, de lo mucho que le gustaría tener una mascota pero que le dolería no poder llevarlo al internado.

Gong myung simplemente lo miraba, él no decía nada, cabia la posibilidad de que su pobre y gelatinoso cerebro fuera incapaz de procesar quién era él.

Pero estaba bien.

Creía que incluso era mejor que Gong Myung no lo reconociera.

—¿haz escuchado que los abejorros son los primeros en madrugar? Te gustaba levantarte temprano ¿tal vez fuiste un aberrojo?—Doyoung rio y notó que Gong Myung también sonrió.

No tenía nada que ver pero en su búsqueda para tener una mascota, Doyoung considero la posibilidad de un gatito y estaba tan sumergido en ello que revisó tanta información como pudo, en ella encontró un artículo que decía que si miras a tu gato fijamente y le sonríes lentamente, puedes enseñarle a sonreír.

Hacer sonreír a Gong Myung fue todo un proceso expresivo que Doyoung recordó haber aprendido en su búsqueda de gatitos.

—no podré venir todos los días a partir de hoy—Doyoung le contó con tristeza, tomando su mano—ya pasaron las vacaciones de verano y tengo que regresar al internado.

—¿internado?—Gong Myung le preguntó curioso, sorprendiendo a Doyoung, ya que él lo dijo claramente.

—sí, la escuela a la que asisto, es el lugar en donde vivo el resto del año.—Doyoung pensó sus palabras y continuó—pero puedo venir a verte una vez a la semana con permiso de papá, voy a venir, el resto de la semana te acompañará Jihee.

Antes de irse, Doyoung pasó a el consultorio de Jihee, ella trabajaba toda la mañana en el hospital en donde Gong Myung estaba internado.

—¿cómo te sientes?—ella lo miró con comprensión y Doyoung jugó con sus dedos, suspirando.

—honestamente no quiero regresar.

Porque ella también era su terapeuta.

Era difícil tener enfrentar algo que no deseaba, su cuerpo todavía se sentía aterrado como el primer día que fue obligado a ingresar contra su voluntad, los primeros años en el internado se la pasó llorando, no queriendo hablar con nadie, ni siquiera con los profesores, los coordinadores llamaban constantemente a su padre y él enfurecia, el pequeño Doyoung que era un gran problema para todos.

Todavía estaba aquí ese pequeño Doyoung pero ahora ya no era tan tonto e inocente como en aquel entonces y aunque sus piernas y manos temblaran, su corazón se acelera y tuviera miedo, bueno, ahora podía entrar y enfrentarlo.

No hace falta tener confianza en ello, lo importante es hacerlo, más allá de que salga mal o no, todavía es importante enfrentar los obstáculos que se atraviesan.

No lo miró, a pesar de que llamaba la atención de cada persona en el internado, con su ahora cabello largo teñido de rubio, su voz llamativa contando alguna de sus aventuras y las risas de todos sus amigos alrededor.

Él no me ama pero está bien.

Kyari y Sicheng estaban conversando apoyados en una de las columnas, en cuanto lo vieron levantaron las manos y Doyoung corrió hacia ellos, un abrazo de tres fue la mejor bienvenida.

—¡te extrañé tanto!—gritó Kyari—¡estuviste tan ocupado que no pudimos verte ni una vez!

Sicheng solo lo abrazó fuerte, cerrando los ojos. Doyoung rio—lo siento, tenía mucho de lo que ocuparme ¿ustedes... cómo estuvieron esas vacaciones? ¿Cómo estuvo la fortaleza Gongju?

Las mejillas de Sicheng ruborizaron y Kyari empezó a chillar—nosotros... estamos yendo lento.

Doyoung sonrió satisfecho, eso estaba bien, Sicheng todavía quería a Jaehyun y si él lo queria entonces estaba bien.

Estaba bien porque—¡Doyoung mi amor!—gritó Ten, corriendo hacia él, llamando la atención de todos los estudiantes.

Se giró y lo vio correr, su uniforme bien ordenado y su cabello corto teñido de gris, Doyoung extendió sus brazos y Ten sonrió aún más.

—¡Te extrañé, bebé!—chilló, abrazándolo tan fuerte que si pudiera podría unir todas sus partes rotas, le levantó del piso e inevitablemente Doyoung gritó, asustado—¡estás tan delgado como la última vez! ¡tienes que comer!

Para la mayoría del internado, ellos eran una pareja graciosa, Doyoung tenía una personalidad extremadamente sumisa a pesar de ser alto y llamativo, Ten aunque era bajito y adorable, se convertía en una bestia cuando las cosas no iban como le gustaban, todo el mundo hablaba de como manejaba a Doyoung a su antojo y era gracioso.

Pero para Doyoug estaba bien, porque Ten lo amaba.

Y sus ojitos no mirarán a nadie más nunca más.

Porque con las manos de Ten a los costados de su rostro, besándolo tierna y dulcemente, delante de todos, amándolo sin vergüenza, así se sentía bien.

Le había dicho a Jihee—no es conformismo, de verdad me hace feliz.

—no es un escape—dijo mientras bailaba alrededor de la habitación de Gong Myung, haciéndolo reír mientras Jihee anotaba en su libreta.

Nota: Estoy tan cansado de las canciones de amor, tan casado de las lágrimas, tan harto de desear que todavía estés aquí🎶

InternadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora