Las chicas platican gustosas mientras yo me dedico a degustar mi desayuno tranquilamente hasta que noto que Matt señala algo: – Miren –emite.– ¿Qué? –pregunta Amelia mientras todas nos volvemos en dirección a donde señala Matt.
– ¿También te gusta? –le pregunta Corina.
– ¡¿Quee?! No, no, claro que no –dice con rapidez volviéndose hacia ella.
– ¿Entonces? –enarca una ceja.
– ¡Marcus! –le llama mientras él camina entre los estudiantes y vuelve su mirada hacia nosotros–. Ven, únetenos –le invita.
¡¿Eh?! –trago de golpe la comida que yacía masticando–. ¿Por qué lo llamó? –observo irascible a Matt–. Primero que nada, ¿Desde cuándo se la pasa tanto tiempo con nosotras? Segundo ¡Lo que me faltaba! –me quejo chasqueando la lengua–, que llamara a Marcus para obligarme a convivir con él cuándo no corresponde.
Lo mejor será que termine con esto rápido –miro mi platillo.
Marcus, nos observa uno a uno y segundos después se acerca a la mesa para sentarse junto a Matt.
– Buen provecho –dice sonriente y yo pierdo el apetito.
– Gracias –responden todos a una voz.
– Entonces, Marcus, ¿Qué cuentas? –inquiere Corina.
– ¿Sobre qué? –mira nerviosamente su desayuno.
– Sobre tu día, o tu vida aquí, lo que gustes –declara Matt.
«Este chico está cansado de hablar sobre él ¿Es que acaso no lo ven? Solo quiere desayunar en paz.
– Déjenle desayunar tranquilamente –hablo y se vuelven hacia mí–. De seguro no le gusta hablar sobre sí mismo todo el tiempo–. Ha de estar cansado ya.
– ¡Qué desconsiderados somos! –exclama Amelia afectada.
– Cierto, cierto, Marcus todo el día está rodeado por personas que quieren saber de él –añade Matt.
– Y nosotros no somos la excepción –admite Corina.
– Queremos conocerte, Marcus –añade Amelia–. Pero no a ese que se muestra con todos, sino al verdadero Marcus.
– Ese es el verdadero Marcus –responde Matt.
– No, ese es el Marcus presionado –añade Marcus volviéndose hacia mí–. Gracias, Diane –me sonríe–, y a ustedes chicos por invitarme –se vuelve hacia estos–. La verdad necesito desayunar tranquilamente de vez en cuando.
– Si yo no puedo desayunar tranquila me marcho y ya –Corina deja en claro.
Amelia asiente reiteradamente – El desayuno es sagrado –comenta y yo concuerdo asintiendo una vez.
– Todas las comidas lo son –finiquita Matt.
– Ustedes dos me recuerdan a dos amigas que deje en Alemania –se dirige a Amelia y Corina.
– ¿Si? –inquieren ambas mirándose y luego volviéndose hacia él.
– Si, ustedes son muy unidas al igual que ellas y al mismo tiempo se la pasan discutiendo –comenta y no podemos evitar reír–, pero siempre cuentan con la otra.
– Eso es cierto –Corina se apoya en el hombro de Amelia.
– Y tú, Diane, me recuerdas a mí –se vuelve hacia mí y yo me detengo en seco mientras Matt espera ansioso a que le incluya–. Y tu Matt me recuerdas a un amigo muy audaz.
ESTÁS LEYENDO
En Saturno también se Aprecia el Sol
Teen FictionUn trauma. Un contacto. Una sanción. Dos involucrados. Todo es culpa suya, pensó ella. Merecía la pena, consideró él. Todos los derechos reservados a Danily García, 2.022. #NoAlPlagio.