Epílogo

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Hay un punto en que todo se reduce a nada. Solo hay vacío y luego, se escucha el estruendo de algo que parece quebrarse pero que en realidad está formándose.

Constantemente nos preguntamos el porqué de las cosas, pero a veces no todo tiene una explicación, etiqueta o nombre. Si algo ocurre simplemente deja que fluya, porque las cosas se dan como tienen que ser.

Todos en algún momento pasamos por algo malo, pero está en nosotros dejar que apague nuestra sonrisa o dejar que sirva de motor para que esta en vez de apagarse siga en su máximo esplendor.

Siempre estamos expuestos y por tanto terminamos siendo vulnerables, pero eso no nos hace débiles, al contrario, nos demuestra que seguimos con vida.

Me considero una flor que en medio de un ecosistema toxico cerró su botón antes de ser contaminada, mientras esperaba que el jardinero la trasplantara a un lugar o que se deshiciera de la toxicidad. Sin embargo, el jardinero no se deshizo de la ponzoña, sino que me removió de ella y me colocó en un lugar donde podía respirar y verle sin resultar lastimada.

Ahora, en una escala de planetas del sistema solar, sigo ubicándome en Saturno, eso no ha cambiado, pero me he permitido viajar a cada planeta, conociendo a fondo a cada uno. Después de todo, la luz esclarece todo y en Saturno también se aprecia el sol.

Una persona saturnina, mayormente yace triste y taciturna. Pero, también puede encontrar la felicidad y cuando lo hace, la disfruta plenamente.

Mi esencia no cambió, no le demos el poder a ninguna persona o circunstancia de doblegar nuestra esencia, pero, solo si nos deja conocer nuestra mejor versión, entonces permite que influya, así tu esencia puede conmutar y mejorar.

Aquel suceso desgarrador que me ocurrió, dejo un rompecabezas en mí, que inicialmente fui armando sola, pero ese rompecabezas estaba incompleto. Las personas que tenían las piezas faltantes llegaron a mi vida, amoldándola y cambiándola.

Permítete conocer a las personas, no sabes quién tiene la pieza faltante de tu rompecabezas o si tú eres la pieza faltante del suyo.

Al principio me encontraba perdida, estaba en un trance, no podía actuar por cuenta propia. El miedo y el temor que residían en mí no me dejaban progresar, mi estabilidad emocional estaba por el suelo y me costó reconstruirla, no pensé que lo haría, realmente sentí que fallaría en cualquier momento. Después de todo era solo una niña cuando mi mundo se vino abajo, se desmoronó en cuestión de segundos, lo que creí que era hermoso e increíble se tornó una pesadilla. A esa edad todo perdió sentido para mí, perdí mis expectativas, pero poco a poco fui recobrándolas y me di cuenta que no todas las personas tienen malas intenciones, que algunas incluso, también han sufrido y muchas se esfuerzan por mejorar cada día.

¿Dónde yace la felicidad? ¿En una persona, un lugar, un momento o simplemente en la constante del universo?

¿La felicidad debe buscarse? ¿Puede encontrarse?

¿Es la felicidad un estado perpetuo, sublime, accesible o trasmutable?

¿Felicidad es reír? Porque yo me he reído sin estar feliz realmente. He sonreído, sin querer hacerlo. He aguantado lágrimas hasta cuando mas no puedo. He callado y guardado cosas para mí solo para no preocupar a los demás. Me he dejado consumir, solo para no destruir a quienes quiero y pudrirme solo yo en el proceso.

Creo que si he sido feliz, aunque sea mínimamente, pero lo he sido, y quizás, en el presente o en un futuro pueda serlo, porque la felicidad está en cada uno de nosotros, pero se activa por instantes, tal vez en compañía de alguien, en un lugar agradable, o en un momento preciso con una persona apreciada. O quizás, simplemente, con mirar al cielo la encontremos, con abrir los ojos de nuevo, con cada latido, con cada cosquilleo, con cada pensamiento, con cada movimiento, con cada baile sin sentido, con cada palabra que escribimos, con cada tarareo de una canción.

En Saturno también se Aprecia el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora