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– Sabía que ustedes eran de fiar –comenta Chester sonriente–. ¡Gracias de verdad, chicos!. Y como ves, Marcus, no tienes por qué ponerte celoso.

– ¡Ah! Yo no estoy celoso y nunca lo estuve –aclara.

– Niégame que no lo estuviste –alza sus cejas una y otra vez.

– ¡No lo estuve! –exclama–. ¡Déjame en paz!

– Diane –Chester pronuncia llamando mi atención.

Podrían callarse –pido por mis adentro mientras dejo de escribir y alzo mi vista ligeramente – ¿Si?

– ¡Chester! –Marcus exclama y Chester muestra sus dientes.

– Diane, ¿Por qué sigues escribiendo? –me pregunta.

– Estoy haciendo la tarea –agrego–, cosa que deberíamos estar haciendo juntos –le recuerdo a Marcus.

– Y, que yo estoy interrumpiendo –Chester se señala–. Mejor esperare a Lewis en otro lado –se dispone a marcharse.

– No es necesario –agrego.

– ¡Nos vemos! –exclama Marcus tomando el libro–. ¿Literatura?

– Literatura –asiento y fijo nuevamente mi vista en la libreta.

Una vez terminado, salimos de la biblioteca y desde el pasillo divisamos a Chester y Lewis en las gradas del campo de futbol.

– Siguen aquí –agrega Marcus mirándoles.

Pobrecillo... ha de ser muy fuerte que la persona que le guste, quiera a alguien mas. Tengo que brindarle unas palabras de aliento para que no decaiga –me animo y le miro de reojo.

– Lamento que él tenga a alguien mas es su corazón. Estoy segura que un día tú conseguirás a un hombre completamente especial y perfecto para ti.

– ¡¿Qué?! –se detiene de golpe con una expresión de efervescencia.

– No te pongas celoso –le observo de reojo–. Solo espera un poco mas.

– Diane –pronuncia incrédulo.

– ¿Si? –me detengo.

– ¡No soy, yo no soy...! –exclama.

– ¿No? –entorno los ojos–. ¿Estás seguro? –cuestiono.

– ¡Claro que sí! –exclama afectado–. Estoy completamente seguro –expresa.

– ¡Oh! –comprendo–. Entonces ¿Por qué Chester decía que estuviste celoso?.

– So-solo ignórale –se ruboriza ligeramente al tiempo que avanza–. Estaba molestándome nada más.

– Bien –respondo dudosa mientras le sigo a la salida del instituto.

– No puedo creer que tu creyeras que yo estaba enamorado de Lewis –abre la puerta para mí.

– A decir verdad pensaba que de Chester –observo el auto de mi papá.

– ¿Es que te he dado motivos como para creerlo? –inquiere mientras avanzamos.

– Bueno...–comento y él se vuelve hacia mí con rapidez esperando que continúe.

– Hasta mañana –decimos a una voz e ingreso con velocidad al auto de papá para no tener que explicarle nada.

– Hola –le sonrío a papá.

– Hola, amor –responde y avanza.

Por el retrovisor, miro el auto de los padres de Marcus y al salir del instituto, ellos cruzan hacia el otro lado. «¿Hacia dónde irán? –me pregunto–. Es en la tercera cuadra que nos separamos –miro por el retrovisor al auto ahora cada vez más lejos.

En Saturno también se Aprecia el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora