Un par de días después encontré el dibujo que Marlon me había mostrado, en mi asiento junto a unas golosinas.
– ¿Quién te ha dejado eso? –pregunta Marcus.
– No lo sé –tomo las cosas y miro hacia el asiento de Marlon pero este yace vacío.
– ¿Es una carta o un dibujo? –pregunta nuevamente.
– No he revisado –guardo las cosas en mi bolso.
– Así que Diane tiene un admirador –añade Chester divertido.
– Vamos, Diane, al menos debe haber una firma –insiste Corina.
– ¿Has sido tú? –le pregunta Marcus a Chester.
– No, no he sido yo. Pero se me acaba de ocurrir algo –Chester responde y me guiña el ojo.
El profesor ingresa al aula salvándome de la incomodidad y de una explicación.
– Es muy bonito –añade Amelia mientras observa el dibujo durante el receso.
– ¿Sabes quién lo hizo? –inquiere Lewis.
– No –miento.
– Pero tiene un firma –señala Chester
Marcus se aproxima a nosotros con su bandeja de comida y se inclina moderadamente para observar el dibujo.
– Así que un dibujo –pronuncia displicente antes de volver su mirada a la mía y terminar tomando asiento a mi lado.
Marlon no se volvió para darme explicaciones o algo y yo no le busque porque mis amigos me tenían en la mira.
«Debo hablar con él –considero cuando le observo salir del aula.
En casa, le di a probar las golosinas a mi familia y guarde el dibujo en un carpeta transparente para poder enmarcarlo mientras tanto.
Al día siguiente, durante el receso, aprovechando que Camile había terminado de platicar con Marlon y que escabullí de mis amigos, para poder acercarme a él:
– Hola –le saludo.
– Hola, Diane –responde sin siquiera volverse hacia mí, que estoy detrás de él–. Siéntate por favor –se rueda un poco y me invita a sentarme en la banca.
– Terminaste el dibujo –digo mientras me siento a su lado–, ya está enmarcado –le informo–. Muchas gracias.
– No es nada –se baja la capucha–. Espero que realmente te haya gustado, quería guardarlo para mí pero de la misma forma que sentí la necesidad de hacerlo, sentí la necesidad de entregártelo.
– Realmente me ha gustado –confieso sonriente.
– Tienes una sonrisa encantadora –se vuelve hacia mí–. Deberías sonreír todo el tiempo.
Cuando me dispongo a responderle una risa distintiva llama mi atención, miro hacia la dirección de donde proviene y me encuentro a Marcus, quien ríe a gusto con Eva.
– ¿Pasa algo? –inquiere Marlon.
– No, nada –le miro nuevamente–. De verdad gracias. No tenías que molestarte.
Él se ruboriza y asiente repetidamente:– No tengo tu número –se rasca la mejilla–, ¿Quisieras intercambiarlo conmigo? –inquiere avergonzado.
– Claro –asiento y desbloqueo mi celular, él hace lo mismo e intercambiamos nuestros números.
– ¡Listo! –decimos a una voz.
– Estaba trabajando en esto –toma su bolso y lo abre. Saca una libreta y ubica la página del centro–. Mi intención es que conozcas Alemania a través de mi –sus ojos se profundizan mientras habla.
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En Saturno también se Aprecia el Sol
Teen FictionUn trauma. Un contacto. Una sanción. Dos involucrados. Todo es culpa suya, pensó ella. Merecía la pena, consideró él. Todos los derechos reservados a Danily García, 2.022. #NoAlPlagio.