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Los comentarios de los estudiantes se han centrado en Marcus y en mí una vez más.

– ¿Por qué lo seguirá haciendo? –inquiere una chica.

– Ha de tenerle miedo –añade otra.

– Solo está siendo cortés –justifica un chico.

– Ella es una bruja –protesta alguien–. No quiere liberar a Marcus de sus garras.

– ¡Le ha hecho un amarre!

¿Por qué dicen todas esas cosas? ¿Cómo es que llegan a pensar eso sin siquiera conocerme? Ni siquiera se molestan en susurrar, lo dicen en voz alta para que yo les escuche –me encojo de hombros.

Cabizbaja, camino entre las personas y regreso al aula. Al entrar en esta, tres chicas rodean a Marcus, impidiéndome verle.

– ¿Por qué lo haces? –le preguntan.

– ¿Qué cosa? –inquiere.

– Seguir compartiendo con ella.

– Con Diane –añade otra chica y me estremezco al escuchar la forma tan grotesca en la que lo dice.

– ¿Qué te ha dicho o hecho? –inquiere la tercera–. ¿Te está amenazando con algo?.

– No, no nada que ver. ¡Dejen de decir esas cosas! Ella solo es mi amiga –responde–. ¿Por qué hablan de ella como si fuese una mala persona? Ustedes ni siquiera se han molestado en conocerla –se levanta y nuestras miradas se encuentran–. ¡Diane! –expresa sorprendido.

Las chicas se vuelven hacia mí con miradas de desaprobación y retrocedo por instinto.

– Diane –él las rodea e intenta acercarse a mí.

– So-solo venía a clases –sonrío débilmente y me ubico en mi asiento.

Marcus las ignora y se concentra en mí. Por su parte, las chicas se disponen a marcharse no sin antes mirarme atrozmente.

– ¿No dirás nada? –inquiere.

– ¿Sobre qué? –digo sin mirarle–. Voy llegando del receso –aclaro.

– Entiendo –asienta y sonríe débilmente–. ¿A la una en la biblioteca? –inquiere.

– No puedo –digo con rapidez–, tengo asuntos familiares. Hoy vienen temprano por mí.

– Está bien, será otro día –regresa a su asiento.

Bruja, amarre, amenaza... ¿De verdad? –frunzo mi ceño con frustración.

Luego de clases, me marcho a toda velocidad para evitar a Marcus y las miradas y comentarios de los demás. «Debo dejar de acercarme a él para que cambien de parecer y no perjudicarle ni a él ni a mí.

No he podido ni celebrar como se debe que ya culmine la sanción y por alguna razón no me siento tan feliz como creí que me sentiría.

Durante el entrenamiento, Melina no noto mi desánimo gracias a que lo camufle bien.

En la noche acompañe a Darwin y a papá mientras veíamos la televisión pero en su lugar, estaba en Saturno, apreciando la vista y debatiendo lo que correspondía hacer en relación a Marcus.

Parece sencillo pero es realmente difícil mantener lejos a Marcus cuando le veo todos los días, pertenece a mi grupo únicos amigos y es sumamente ágil en lo que a mí respecta.

Evitarle será la parte más complicada de todo –paso mis manos por mi rostro con desespero.

– Tenemos cuatro días sin reunirnos –comenta una vez terminada la clase.

En Saturno también se Aprecia el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora