- 24 -

13 4 0
                                    


Corina, terminó con su novio, pues este la engañaba con su vecina. Amelia y yo tuvimos que consolarla durante casi todas las vacaciones «Recuperamos a nuestra amiga, pero esta vez con su corazón hecho trizas y nadie merece eso.

– Yo no sabía. Yo no sabía –repetía entre lágrimas una y otra vez.

– Amiga –Amelia y yo la abrazamos si saber que decirle.

– Yo creí que él y yo... teníamos algo bonito, duradero... –pronuncia débilmente.

– Ese idiota no sabe lo que se pierde –comenta Amelia apartándose.

– Y tu encontraras a alguien que te aprecie con todo su ser–le sonrió y ella frunce sus labios conmovida.

– ¡Chicas! –exclama abrazándonos nuevamente–. Gracias... gracias...

Para el año nuevo, los chicos y yo nos conectamos por videollamada.

– ¡FELIZ AÑO NUEVO! –decimos a una voz.

– Estoy con Lewis y su familia –comenta Chester sonriente.

– ¡Está conmigo! –exclama Lewis a su lado como si aún no se lo creyese y no podemos evitar reír.

– Yo estoy cuidando de mi hermano –Marcus resopla.

– Tu primera queja del año –añado jocosa y él sonríe.

– Que este año sea de mucha armonía, abundancia, paz y éxitos –comenta Amelia quien sorpresivamente se encuentra junto a Matt.

– Amén –decimos a una voz.

– Te quiero, Amelita lentita –Chester le tira un beso–. No te pongas celoso, Matti porque os quiero a todos.

– También les quiero –completamos los demás.

– Nos vemos luego –agrega Corina.

– Cuídense mucho –Lewis pronuncia.

Los chicos se salen de la conexión pero Marcus y yo aún yacemos en la llamada.

– ¿Y bien? –inquirimos–. Todo bien –decimos a una voz y carcajeamos.

– Intercambiemos de hermanos –propone.

– No, gracias –sonrío–. Ahora que lo noto –entorno los ojos–, te has peinado.

– Yo siempre estoy peinado –alega.

– Sí, claro –ruedo los ojos.

– Oye, Diane.

– ¿Si?

– Te quiero –emite.

– También te quiero, Marcus –pronuncio.

– Que este año sea uno muy prospero para ti, para los chicos y para mí.

– Exitoso y lleno de lo mejor.

– Que así sea –decimos a una voz.

Y terminamos de despedirnos.

Para cuando retomamos las clases, Marcus lucia sumamente diferente, parecía un chico de mas de dieciséis años.

– Pero mira cuanto has crecido –añade sonriente.

– Eso debo decirte yo a ti. Yo sigo igual –me encojo de hombros.

– Te sienta bien –sonríe

En Saturno también se Aprecia el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora