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– En un rato vuelvo, estaré por allá –señala–, ya sabes –se ruboriza ligeramente y me muestra su celular.

¡¿Yo sé?!... –mis cejas se unen.

– Mhm, ve tranquila –asiento reiteradamente y ella se aparta para poder comunicarse con su novio.

Matt y Amelia, por su parte, se encuentran esperando para comprar su desayuno, mientras tanto, termino ubicando una mesa libre y para cuando la encuentro me siento expuesta dado a que es de las mesas centrales.

– Lo que me faltaba –mascullo para mí. Bueno, Diane al menos encontraste una mesa libre.

Suelto un suspiro y luego sonrío ligeramente para ocultar mi incomodidad –Siempre siento las miradas, una tras otra juzgándome en todos lados, en los pasillos, en el aula, en la biblioteca, en el gimnasio, en el estacionamiento, en las gradas inclusive en el baño. Donde me encuentre, las siento y no es algo que precisamente sea de mi agrado.

Anteriormente ni me miraban, y ahora me encuentro con esto todos los días... –trato de ocultarme con la capucha de mi cazadora, pero es en vano, porque incluso, hay quienes me miran fijamente, con sus expresiones de curiosidad, como si de un extraterrestre se tratase.

– ¡Hey! –exclama y no hace falta que le divise para saber que se trata de Marcus. «Lo que faltaba» ¿A qué se debe la capucha? –inquiere sentándose a mi lado.

«Antes solo eran miradas, y ahora se le sumo pesado sonido de tu voz», resoplo y me vuelvo ligeramente hacia él. – Pesadez –comento a ver si se marcha y me deja en paz.

– Diane, estamos en el receso, ¡Actívate! –exclama.

– Gracias, ya me he activado –respondo rodando los ojos.

– Oye, oye, ¿Tienes algo? –inquiere preocupado.

– Si, se llama "No quiero ver clases presenciales nunca en mi vida".

Él guarda silencio y siento que se levanta «Gracias al cielo capto la indirecta y me dejara en paz –pienso elevando ligeramente la comisura de mis labios y seguidamente le veo delante de mí, agachándose para quedar a mi altura haciendo que mi sonrisa se reduzca considerablemente.

– Para ti –sonriente rebusca algo en los bolsillos de su cazadora y seguidamente extiende hacia mí un hershey blanco. Suspendida, me quedo mirando su mano–. Diane –pronuncia para que reaccione.

¿Y eso a que se debe?

– Gra-gracias, pero no quiero –digo esquiva mientras miro hacia otro lado.

– No tienes que comerlo hoy –reafirma–. Lo dejare aquí –lo deja en la mesa y se incorpora–. Creo que, lo mejor será que... –mueves sus manos de un lado a otro–. Nos vemos en clases –emite con precipitación antes de alejarse de mí.

Observo el chocolate unos segundos y luego el dorso de su espalda mientras camina a pasos firmes entre los estudiantes.

– ¡MARCUS! –un grupo de chicas lo atajan y él les saluda moviendo sus manos.

¿Por qué? ¿Por qué haces esto? ¿Cuál es realmente tu objetivo? –me pregunto al tiempo que tomo el chocolate y lo inspecciono.

– ¿Por qué tan sola? –añade alguien detrás de mí.

– Huh.

– Oye, ¿Estas bien? –inquiere.

– Si –miento.

– ¿Puedo sentarme contigo? –inquiere.

– No sé si... –no termino de responder porque el chico se sienta justo delante de mí.

En Saturno también se Aprecia el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora