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Matt ingresa al aula con una expresión nada familiar en su rostro, seguido por Amelia quien luce preocupada mientras emite: – No es lo que crees, Matt.

– ¡¿Qué no es lo que creo?! –inquiere incrédulo–. ¡Les vi, Amelia, les vi! –expresa iracundo.

La expresión de mi amiga me hiere en profundidad: – Déjame explicarte –insiste y él sigue su marcha hasta un asiento muy lejano a los que frecuenta.

– La clase está por iniciar –acota–. Estamos armando una escenita y tampoco tienes la obligación de explicarme nada –corta.

– Pero quiero hacerlo –emite avanzando hacia su dirección pero se ve interrumpida por el profesor que aparece detrás de ella.

– Buen día estimados alumnos –añade el profesor–. Amelia, tome asiento –le indica y sin objetar, ella hace caso. Su mirada es esquiva ante la preocupación de todos–. Bien, retomando la clase de ayer...

– ¿Todavía? –susurra Chester para mí.

– Todavía –confirmo junto a Corina.

– ¿Qué paso realmente? –inquiere él en un intento de que le recordemos todo.

– Matt fue por Amelia luego de una práctica de baile y al parecer la vio platicando con un amigo que resulta ser el mejor bailarín de la academia –susurro.

– Y según Matt está interesado en Amelia y no es la primera vez que les encuentra hablando –continua Corina–. Y según mi persona es considerablemente apuesto.

Marcus –quien yace junto a nosotros–, nos observa de reojo pero decide no participar en nuestra conversación. Durante el receso, Amelia se quedó en el aula en un intento de aclarar las cosas con Matt. Poco después, les vimos en el cafetín conversando y ambos lucían cabizbajos, probablemente por estar esclareciendo todo.

Para cuando regresaron al aula, parecían haber vuelto en sí, jugueteaban con sus hombros –o eso intentaban porque Amelia si lo hacía pero ella ni a los hombros le llega a él.

Luego de clases, Chester atajó y sermoneo a Matt junto con Corina –quien no tardo en unírsele.

Yo por mi parte, me dedique a platicar con Amelia, quien estaba sumamente aliviada.

– Ustedes deben comunicarse más –escuchamos provenir de Marcus quien yacía apoyado en la puerta.

Chester, Matt, Corina, Amelia y yo desviamos nuestra atención hacia él: – Considérenlo –dijo seriamente mirando a Matt y luego a Amelia–. Hasta mañana chicos –emitió volviéndose para abrir la puerta–. Espero por ti, Diane –dijo antes de salir.

Rápidamente, me despedí de ellos y le seguí. En el pasillo, él avanzaba muy lentamente justo como si se dedicase a pensar en algo importante. No quise molestarle con mi presencia y le seguí minuciosamente –a una distancia considerable– pero a los pocos segundos se dio cuenta de mí y se detuvo para que le alcanzará.

En silencio, caminamos hasta la biblioteca. Una vez en esta, mientras investigamos decido hablar:

– Debes irte temprano ¿No? –inquiero y él se vuelve hacia mí.

– ¿Por qué lo dices?

– El entrenador te dijo el otro día que llegabas tarde una vez más.

– Sí, pero él sabe de esto.

– Bueno, no estaría mal que debes en cuando llegaras a tiempo –leo el índice.

En Saturno también se Aprecia el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora