XXXV

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Esta no es mía, yo solo la traduzco.
La autora original es nonsenseverses







Estaba tan silencioso que podías escuchar los latidos del corazón del demonio y del ángel dormidos. El sol se alzó sin emitir sonido, y los pájaros ni se atrevían a hablarte incluso si se lo pidieras. Aún cuando Brett se acurrucó más cerca de Eddy, no podías escuchar el sonido de las sábanas moverse.

Cuando Eddy despertó, encontró el silencio muy inquietante. Le recordaba a una casa vacía, sin el ángel. Le recordaba una inhóspita celda, y a Brett inconsciente en el suelo. Pero por sobre todo, le recordaba que Brett no estaría bien cuando despertara.

Ante todo, lo que él quería era que el ángel abriera sus hermosos ojos dorados y le sonriera adormilado. Quería escuchar su alegre y dulce voz. Quería besarlo hasta dejarlo sin aliento y con las mejillas coloradas. Pero no podía.

Pasó una hora antes de que Eddy escuchara el primer sonido de la mañana. Sorprendentemente, fue un suave suspiro del ángel.

Se quedó quieto, expectante, aguardando una reacción.

...no sucedió nada.

Al menos, nada particularmente extremo.

Pareció que, por un momento, los últimos dos días no hubieran sido nada más que un mal sueño de Eddy.

Brett se relamió los labios, sonriendo ligeramente mientras buscaba la mano de Eddy por debajo de las colchas. Una vez que la encontró, le dio un apretón a la mano del demonio con los ojos aún cerrados.

—Buenos días. —susurró con dulzura. Su voz sonaba, inusualmente, rasposa.

Eddy estaba tan impactado que no sabía que decir. La única señal de que los eventos en el infierno en verdad ocurrieron era lo débil de la voz de Brett. De otra manera, sus acciones eran espeluznantemente normales.

—Hey —repitió Brett entrecerrando los ojos—, buenos días.

Sólo un poco atónito, Eddy sonrió.

—Buenos días, ángel.

Entonces se rompió el silencio, cómo un cristal rompiéndose con el impacto de un objeto imparable.

Brett gritó tan fuerte como su lastimada garganta le permitió, arrancándose de los brazos de Eddy y empujando al demonio tan fuerte como pudo. Que lo llamaran "ángel" lo alteraba. Por un momento olvidó que estaba en una cama en lugar de una oscura celda, y retrocedió hasta caer del borde de la cama, aterrizando en el piso con un fuerte golpe.

Ocurrió demasiado rápido para que Eddy se percatara. Solo espabiló cuando escuchó un incómodo pop y un gritito de dolor del ángel.

Para cuando llegó al piso, junto a Brett, lágrimas caían por la cara de más bajo.

—Ángel, por fa-

Brett intentó alejarse de Eddy, pero se vio obligado a detenerse cuando un inexplicable dolor recorrió su brazo.

Volvió a gritar, tomándose el hombro y apretando los dientes.

El demonio se acercó a él, con preocupación en su semblante.

—Oh, bebé, tu hombro-

—No, no, ¡no! ¡Aléjate! —rogó el ángel ahogándose en sus lágrimas— No me toques, ¡no me toques!

—Bebé —susurró Eddy como si su voz fuera un arma que no quiere ceder. Su brazo se extendió con cuidado, como una espada que no quiere dañar.

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