IV

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Esta historia no es mía, yo solo la traduzco. La autora original es nonsenseverses 







Tan pronto como Eddy llegó a casa, puso a calentaruna de las sopas en el fuego, siendo especialmente cuidadoso en no hacer mucho ruido, ya que Brett se había quedado dormido en el sofá.

Mientras esperaba que la sopa se calentara, caminó hasta el bulto en las mantas en el sofá. Su cuerpo todavía no se acostumbraba al aroma de Brett y a la manera en la que una intensa ola de positividad lo golpeaba cada vez que el ángel estaba cerca, pero intentó ignorar eso.

—Brett. —dijo Eddy, lo suficientemente alto como para despertar al ángel.

—Ugh, hay mucha luz aquí —bostezó Brett, abriendo sus cansados ojos.

Eddy miró a su alrededor, su apartamento definitivamente no estaba iluminado –no había ninguna luz encendida y las cortinas estaban cerradas.

—Lo siento, la cena esta lista. —dijo Eddy, volviendo a la cocina y sirviendo la sopa caliente en el tazón. Estaba nervioso mientras caminaba devuelta al sofá. ¿Siquiera la gustaría a Brett?

Le estaba tendiendo el tazón a Brett, pero se detuvo cuando vio como a este le temblaban las manos, y preguntó:

—¿Puedes sostenerlo?

Brett asintió Eddy, entonces, se lo entregó con cuidado.

—Si lo derramas en mi sofá, te mataré.

Los ojos azul pálido de Brett se abrieron como platos.

—Era una broma.

•••

Brett comió la sopa complacido, disfrutando la manera en la que el cálido líquido bajaba por su garganta y como el vapor le otorgaba calor a las puntas de sus orejas. Vio con curiosidad como Eddy se preparaba su propia cena en la cocina. Se preguntaba por qué, de entre tanta gente, un demonio estaba siendo amable con él. Indiscutiblemente, Eddy estaba tratando de no meterse en problemas con los arcángeles, pero lo estaba cuidando especialmente bien. Tal vez había algo más.

Mientras Eddy volvía a la sala para sentarse, atrapó a Brett mirándolo. Le sostuvo la mirada, sus irises cambiando a rojo por una fracción de segundo. Se estaba haciendo de noche, y estaba casi al límite.

Brett desvió la mirada y agachó la cabeza.

—Lo siento —se disculpó.

—mmhm —resopló Eddy en respuesta.

Brett comió la última cucharada de sopa y dejó el tazón en la pequeña mesa en frente del sofá. Podía sentir los ojos del demonio quemando un agujero en su cráneo y levantó la mirada cuidadosamente.

—¿Tus ojos siempre se ven así? —preguntó Eddy, recostandose en el respaldo del sofá individual.

—¿Así cómo? —cuestionó confundido.

—Azul pálido, casi blancos en realidad.

Brett frunció el ceño

—N-no, no deberían verse así.

Parpadeo fuertemente y sacudió la cabeza, como tratando así que sus ojos vuelvan a su normal color azul oscuro.

Eddy soltó una pequeña risa.

—Éso no va a funcionar.

•••

Para cuando Eddy terminó su cena, podía darse cuenta de que Brett estaba otra vez cansado, así que decidió no darle el cupcake esa noche. Se cambió a un pantalon de pijama y una playera, y regresó a la sala para comprobar que Brett estuviera bien antes de irse a su habitación.

El pequeño ángel estaba oculto bajo la gruesa manta de Eddy y aún así seguía tamblando. Eddy gruñó, dirigiéndose a su habitación para buscar otra manta para Brett. Era extraño que hayan pasado casi veinticuatro horas y no hubiera mejorado ni un poco. Había tomado muy poco alcohol y todavía seguía sufriendo por eso un día  después. De sólo pensar en eso hacía que la sangre de Eddy hirviera.

Tapó a Brett con la segunda manta y volvió a su habitación, cerrando la puerta y tirándose en la cama. Gruñó en la almohada, que olía al ángel luego de que Brett haya entrado en la habitación esa tarde, sabiendo que esa noche tambien tendría problemas para dormir.

Eddy se despertó a media noche por el sonido de una intensa tos. Sus venas ardieron con irritación. ¿Es que acaso no podía un demonio conseguir una buena noche de sueño?

Salió de su habitación, dirigiéndose directo al baño dónde la luz estaba encendida.

—Callat- gruñó Eddy molesto.

Pero se detuvo cuando abrió la puerta, revelando a Brett, quien estaba de cuclillas a un lado de la taza del inodoro vomitando en esta. Eddy se estremeció por el olor, que era una mezcla de sopa vieja y sangre.

Brett se incorporó, tosiendo violentamente, sangre goteando por los costados de la boca, manchando su pálida piel. Sus ojos eran blancos, las pupilas pequeñísimas, todo color había desaparecido de sus irises. Eddy miró a Brett preocupado mientras observaba como el cuerpo entero del ángel temblaba violentamente.

Los débiles ojos de Brett miraron a Eddy, y con lo último que le quedaba de fuerza, rogó;

—Ayuda.

Eso acabó con la cordura de Eddy.

Gruñó en voz alta, alejándose del baño y dirigiéndose a la puerta principal. La abrió y cerró con un portazo, dejando a Brett solo en el apartamento.

Mientras extendía sus largas alas negras y depegaba hacia el cielo nocturno, solo tenía una cosa en mente.

Matar.

Encontró a quién buscaba rápidamente. El cantinero de la otra noche estaba, convenientemente, sacando la basura al contenedor del callejón donde él aterrizó. Sin previo aviso, tomó al hombre del cuello, estampandolo contra la pared de ladrillos, oyendo un fuerte crujido de huesos.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Eddy. Su voz aterradoramente grave y amenazante. Apretó su agarre en el cuello del hombre cuando no respondió.

El cantinero entró en pánico, sacudiendo su cuerpo e intentando soltarse de las manos de Eddy.

—¡No sé de qué estás hablando! ¡Lo juro!

Los ojos de Eddy brillaron de un color rojo incluso más intenso mientras clavaba sus garras en el cuello del hombre, sacándole sangre que se deslizó por sus brazos. Odiaba a los mentirosos.

—Pregunte ¡POR QUÉ! —gritó Eddy esta vez. Sus filosos dientes peligrosamente cerca de la cara del hombre.

El hombre dejó de forcejear, y miró a Eddy con una mirada vacía.

Eddy sonrió ante la familiar vista –hacía mucho no controlaba a un  humano, y se sentía increíble de volver a hacerlo. La fascinaba la forma en la que el débil humano se inclinaría ante cada una de sus palabra mientras estuviera bajo su poder. Él tenía el control completo.

—Queria emboracharlo y llevarlo a mi casa —respondió el cantinero.

—¿Y..? —insistió Eddy. Quería saber la historia completa.

—Y follarm-

Eddy le arrancó el corazón antes de que el hombre pudiera terminar la oración. Sangre caliente salpicó su playera, pero no le importó. Fue fascinante. Nunca se había sentido así de extasiado con ningún otro asesinato.

Recogió el cuerpo y lo tiró en el contenedor, prendiendolo fuego en el proceso, porque ¿Por qué no?

Ahora que había acabado, su mente se enfocó solo en lo más importante: Brett.

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