XV

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Esta no es mía, yo solo la traduzco.
La autora original es nonsenseverses





Cada silbido del viento y murmurllo de las hojas sacudía el cuerpo de Brett como si fuera un pajaro sentado en la rama de un árbol. Sentado en la cama con las rodillas en el pecho y tamblando de miedo. Sus ojos dorados clavados en el mensaje en la pared, mirando ocasionalmente al dañado, pero que aún funcionaba, reloj. Su corazón latía el doble de rapido que el tic tac del aparato.

Pasaron cuarenta y cinco minutos desde que Eddy se fue y cada segundo que pasa su ansiedad crecía de solo pensar en lo que podría estar haciendo el demonio. Asesinado, tal vez, pensó Brett. Sin embargo, la pregunta era a quién.

La respuesta llegó cuando escuchó el crujido de la puerta al abrirse y los pesados pasos acercarse por el pasillo. La situación era familiar, Eddy parado en la puerta con las manos y la playera manchadas de sangre fresca y sus ojos rojos casi brillando en la oscuridad. Pero los ojos del angel se enfocaron en una parte en específico, los labios del demonio, que habían acabado manchados con la roja sangre luego de que Eddy intentara quitarse la horrible sensación del beso del humano de la boca. Debería haber temido del demonio, en serio, pero en lugar de eso quedó embelesado por cuán endemoniadamente bien se veía Eddy en rojo.

El castaño cruzó la habitacion sin decir una palabra, dirigiéndose al baño donde el de lentes podía escuchar el agua correr del grifo. Cuando Eddy regresó observó entristecido las lágrimas en las mejillas del menor y se dedicó a secarlas cuidadosamente con los pulgares incluso cuando Brett retrocedió.

—Vamonos. —Dijo tomando la mano del más bajo, manteniendo su voz en un susurro como si tratara de no asustar al ángel. Rapidamente salieron de la casa y no se soltaron las manos incluso cuando aterrizaron en el balcón del departamento de Eddy.

Una vez allí, Brett tomó un baño, su piel acabo roja por el agua hirviendo que usó en un intento de quitarse el putrefacto hedor a muerte. Eddy lo miró con reproche cuando salió del baño con una nube de vapor emergiendo con él. El corazón del mayor dio un vuelco cuando se percató de que el menor estaba usando su ropa otra vez.

El ángel tomó asiento en el ya tan conocido sofá inconscientemente bastante cerca de Eddy, sus hombros casi se rozaban.

—¿Estás bien? —el ojinegro vio como el ojidorado negaba con la cabeza con el ceño fruncido. El silencio era ensordecedor.

En cuestión de horas su mundo entero había cambiado, pero no igual que aquella fatídica noche en el bar. No, esta vez fue distinto, peor. Perdió su violín, el cual había sido un regalo de parte de los arcángeles, y se encontraba traumatizado por el estado en el que había quedado su casa.

—Duermes en la cama esta noche. —decretó Eddy, su tono era firme y no dejaba lugar a discusiones. Tampoco es como si Brett pudiera, estaba muy cansado y triste como para contradecir.

Pero por suerte se quedó dormido rápido, arrobado bajo sabanas rojas y mantas que olían tanto al demonio que se encontró inhalando hondo antes de caer en los brazos de morfeo.

Momentos despues, Eddy se escabulló en silencio a la habitación y se acostó sobre una manta en el suelo a los pies de la cama y se quedó mirando el techo, alerta.

No durmió esa noche.

Antes de que Brett despertara Eddy fue a una cafetería para comprar un café (valga la redundancia), para él y un cupcake para el ángel. En un principio dudo en ir, pero sabía que lo valía por ver la sonrisa del menor otra vez.

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