VI

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Esta historia no es mía, yo solo la traduzco. La autora original es nonsenseverses







Por primera vez en su vida, Eddy estaba experimentando culpa.

Era todo su culpa, no debió haberse ido. Debió haberse quedado con Brett y asegurado de que en verdad estuviera mejorando.

Ni siquiera sabía cuanto tiempo había estado Brett en el suelo, inconsciente. Por lo que sabía podían haber sido horas.

La culpa le retorcía las entrañas. Brett pudo haber muerto y hubiera sido todo su culpa.

Eddy se agachó y presionó dos dedos al lado del cuello del ángel para buscarle el pulso. Estaba ahí, pero era débil.

Pero más importante, la piel de Brett estaba caliente, caliente como la temperatura corporal de un demonio, no era de extrañar que sudara.

Eddy levantó al ángel del suelo y lo acostó otra vez en el sofa, tratando de maniobrar alrededor de las alas de Brett, las cuales perdían plumas cada vez que lo movía.

Fue hacía la cocina, y mojó una pequeña toalla en agua helada para después escurrir el exceso. Volvió hacia Brett, arrodillandose al lado del sofá y le quitó de la frente el cabello que se le pegaba por el sudor para colocar la toalla. Regresó a la cocina y llenó un vaso con agua fría para cuando él despertara.

Durante la siguiente hora caminó de punta a punta la sala, su mente pensando una manera de curar a Brett. No entendía porqué el alcohol lo había enfermado tanto.

A menos de que no haya sido alcohol.

Pero ya no tenía forma de saberlo porque había asesinado a ese estúpido cantinero. Siempre dejaba que sus instintos sacaran lo mejor de él.

Eddy dejó de caminar y tomó una de las plumas de las alas de Brett del suelo. Era de un gris opaco y se sentía quebradiza bajo el ligero agarre de demonio. Apretó la pluma y se deshizo. Se supone que debía ser blanca.

Eddy se dejó caer pesadamente en el suelo, justo al lado de la cabeza de Brett en el sofá, y se tironeo el cabello con frustración.

Brett va a morir, y será todo mi culpa. Pensó Eddy. Me castigarán Dios, Satán y los arcángeles, todos al mismo tiempo. Debería empezar a despedirme de la tierra, el infierno y del violín, porque no hay forma de que no me maten.

Un jadeo y el sonido de algo golpeándose contra la pared lo sacó de sus pensamientos.

Levantó la mirada, y al parecer, en una fracción de segundo Brett no solo se había despertado si no que también había logrado volar a través de la habitación y chocarse contra un rincón. Tirando cuadros de fotos y una ráfaga de plumas por el aire.

—Es bueno ver que estas vivo. —dijo Eddy, parándose para ir hacia Brett

Brett respiraba pesadamente y se empujó más contra la esquina.

—No te me acerques —le exigió

•••

Fue bueno que Eddy se marchara luego de casi ahorcar a Brett hasta la muerte, porque el ángel no pensaba que podría soportar estar cerca del demonio un segundo más sin desmayarse del miedo.

Brett era bastante joven, al menos para ser un ángel, y que un demonio lo matara era de la última manera que quería morir.

En cuanto escuchó el portazo de la entrada principal soltó el aire que no sabía que estaba reteniendo. Se llevó las manos al cuello, en donde Eddy lo había tocado, preguntándose porqué todavía hormigeaba con calidez.

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