XXXVII

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Esta no es mía, yo solo la traduzco.
La autora original es nonsenseverses








Luego de un tiempo, Brett dejó de llorar, quedándose dormido debido al cansancio.

Eddy apenas tenía fuerza para levantar al ángel, pero sabía que no tenía otra opción.

Necesitaba ser fuerte, por Brett.

Tosiendo un poco, lo cual aun no sabía a que se debía, tomó al ángel en sus brazos y con dificultad lo llevó a la cama para luego caer en ella jadeando fuertemente. Se sentía mil veces mejor que cuando Brett dijo esas terribles palabras, pero aun así dolía.

Y, con la poca fuerza que le quedaba, Eddy tomó las mantas y los tapó a ambos, atrayendo al ángel a la seguridad de sus brazos. Poco le importó la cruz de oro colgada en el pálido cuello de Brett, así como tampoco se percato del reflejo de sus ojos color dorado en ella.

El sueño lo arrastró lentamente, ansioso de finalmente pasar la noche en donde pertenecía.

El ojo del huracán permaneció sobre la casa durante toda la mañana. Silencioso y paciente como lo era siempre en estas dulces mañanas de amor, calidez y llenas de una sensación hogareña. El aire parecía tener un maravilloso color azul, como los ojos de un ángel o el rio más sagrado en el cielo, y a pesar de ser los meses más crudos del invierno, ni eso se atrevía a interrumpir la paz de los amantes.

Por primera vez, despertaron simultáneamente.

Eddy aguantó la respiración. Lo que tenía en frente suyo era muy bueno para ser verdad. Su ángel, plácidamente a salvo, viéndose aun más etéreo que el sol naciente.

Brett abrió los ojos y los volvió a cerrar tan pronto vio el bello rostro del demonio. Esperando el ensordecedor sonido del látigo, la sensación de ardor, la sangre, y sus gritos silenciosos atormentándolo. Estas cosas nunca llegaron, y eso lo empeoró.

Pero, lo que sí ocurrió, fueron unas leves caricias en la curva de su mandíbula, trazándole una línea imaginaria hasta su oreja y cabello.

-Ángel -murmuró Eddy, su voz era apenas un susurro audible en el aire. - ,solo somos tu y yo.

Los largos dedos callosos del demonio acabaron en la nuca del otro, donde hizo una leve presión para inclinar a Brett y así besarle la frente.

El de lentes soltó el aire e inhaló temblorosamente antes de abrir los ojos y mirar directo a los ojos dorados.

Debajo de las mantas, le temblaron las manos llenas de ansiedad.

- Buenos días, mi ángel. - carraspeó Eddy sobre la frente del mas bajo, murmurando incrédulo. Su misterioso malestar parecía haber desaparecido, aunque en la boca del estomago sentía una sensación de intranquilidad.

-Hola. - le respondió Brett tímidamente, mirando a su alrededor nervioso como si tuviera miedo de que alguien estuviera observando.

Cuando volvió a ver al demonio, puedo haber jurado que sus ojos eran rojos.

¿O solo era su mente jugándole una mala pasada?

Él ya no podía diferenciarlo, pero lo que vio lo asusto lo suficiente. Brett desenredó sus piernas de las de Eddy, empujándole del pecho para alejarse de él, su corazón latía desenfrenado.

Sin embargo Eddy no lo iba a dejar ir, no cuando acababa de recuperar a su ángel. Por lo que Brett entró en pánico.

Ya no eran brazos los que rodeaban su cintura, eran cadenas. La luz del sol se convirtió en fuego y las claras paredes color crema se volvieron piedras. Él ya no se encontraba en la tierra, y los angustiados llamados de Eddy eran ecos a miles de kilómetros en la cabeza de Brett.

Sus gritos resonaban fuerte, no en silencioso dormitorio sino en sus propios recuerdos.

Todo volvía a doler.

Hasta que se detuvo.

Tomó una eternidad para que Brett volviera a sí.

O, al menos así se sintió para Eddy.

Pasó mucho mas tiempo del que podía recordar susurrando en el oído del ángel, meciéndolo de lado a lado hasta que volvió a respirar con normalidad y dejó de temblar. No se atrevió a hablar por temor a que su voz alterara a Brett de nuevo.

Por lo que fue Brett quien habló primero, su sonaba tímida pero clara.

-¿Eddy?

-¿Si?

Brett se removió nervioso entre las piernas de Eddy. Ya no le temía -gracias a Dios el problema era Lucifer; o por lo menos la noción de él. Puede que estuviera muerto pero su presencia seguía muy latente.

Mientras miraba alrededor ansioso, Eddy llevó sus largos dedos a la parte detrás de su oreja, acariciando los ya crecidos cabellos de esa zona, acunando sus mojadas mejillas. Una vez mas se encontró completamente maravillado por el ángel; tan increíblemente etéreo que ni el sol de la mañana le hacia justicia a su angelical belleza. Eddy estaba absoluta y plenamente enamorado.

-¿Si? -repitió sacando a Brett de sus pensamientos.

El mencionado volvió la cabeza al demonio, parecía como si no estuviera bajo su control hacerlo.

Y todo lo que sucedió a continuación tampoco estaba bajo su control.

Sus manos se aferraron al cuello de la camiseta de Eddy y se inclinó, se inclinó hasta no dejar otro oxigeno para respirar que no fuera el de Eddy.

Y lo besó. Sencilla, dulce y suavemente.

Esto tomó por sorpresa a Eddy; no esperaba que Brett quisiera estar tan cerca suyo tan pronto. Pero no le molestaba para nada, lejos de eso.

Él extrañó los dulces matices de los besos del ángel, el suave toque de sus labios y la manera en que su corazón martillaba tan fuerte contra sus costillas. Besar a Brett era un paraíso en la tierra, y era especialmente hecho para ellos dos.

Eddy quería que esto durara para siempre, pero el trauma de Brett no lo permitiría. Cuando el ángel se separo del beso silenciosas lagrimas caían de sus dorados ojos.

-Cariño, no llores. -susurró Eddy preocupado, secándole las lagrimas antes de que cayeran de sus mejillas.

-L-Lo siento. -dijo entre sollozos y abrazando fuerte al demonio, escondiendo la cara en su pecho. -Lo siento mucho.

-Shh ángel, esta bien.

-No sabia que eras tu, él él... -Sus propios gimoteos no le permitieron continuar y lo acallaron, pero las palabras implícitas eran muy dolorosas.

-Estoy aquí ahora, esta bien. -le consoló Eddy.

-Te amo Eddy

Estas palabras tenían, de alguna forma mas peso ahora que las otras veces, y no cabía duda de lo que diría Eddy a continuación:

-Te amo. -contesto lo mas rápido posible- Te amo, ángel.

Y volvieron a besarse con anhelo y melancolía, así como la ultima nube después de una larga tormenta que se disipa a un sol color oro como lo eran sus ojos.

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⏰ Última actualización: Jan 18, 2022 ⏰

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