XXVII

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Esta no es mía, yo solo la traduzco.
La autora original es nonsenseverses







Cuando los ángeles se unían, lo hacían de por vida. La intimidad no era algo que se tomara a la ligera.

Por lo que, naturalmente, Brett nunca dio su primer beso.

Pero escuchó historia en el cielo, de cupido y otros ángeles quienes ya habían encontrado a su eterno amado. Siempre le dijeron que los besos eran la máxima forma de la dicha celestial; lento, gentil, dulce.

Esto no era como aquello.

Esto era el beso del diablo.

Rápido, tosco y caliente. Eddy no dejaba cabos sueltos.

La boca de Eddy había envuelto la suya sin previo aviso, tirando, mordiendo y lamiendo, dejando al ángel jadeando por aire. El sonido resonaba ruidosamente por la, de otra manera, silenciosa habitación. Aún así, sentía como si se estuviera conteniendo.

Si Brett pensaba que antes era difícil respirar, ahora era imposible. Intentando seguir el ritmo rápido del castaño era de por sí complicado, y definitivamente no podía hacerlo con los dedos del otro apretando su cuello.

Tiró del borde de la playera de Eddy en un débil intento de hacerlo ir más lento, pero eso sólo pareció incentivar al demonio a seguir. Brett comenzaba a marearse y confundirse, y a pesar de que ya tenía los ojos cerrados, sentía como se apretaban aún más. Cualquier sonido de placer o protesta no podían siquiera escucharse, Eddy se aseguraba de eso, con cuán brutamente sus labios jalaban los de Brett y como su lengua acariciaba con persistencia el interior de sus mejillas.

Eddy podía sentir al ángel mermar debajo suyo, y eso hizo a la salvaje parte demoníaca en su cabeza innatamente satisfecha, orgullosa de haber dominado por completo al más bajo. Nunca podría tener suficiente de esto; el poder, el control sobre su ángel, y todo con un simple beso.

Podía decir que Brett se quedaba sin aire tan rápido como la sensación de los pequeños dedos tocando su abdomen desapareció, y no quería que el pobre ángel se desmayara, así que chupó una última vez el voluminoso labio inferior antes de alejarse y liberando su agarre del cuello del ángel. El jadeante pelinegro yacía debajo suyo, frágil y sometido, los ojos bañados con deseo (¿o era sueño?) Y respiraba pesadamente. Eddy pasó un dedo por el cuello del pequeño y lo detuvo justo en la comisura de sus rojos y brillosos labios, por donde salían pequeños suspiros.

Se inclinó otra vez, rozando sus labios con los del contrario. La lengua del ángel remojó los labios en una anticipación llena de esperanzas. Pero Eddy no iba a dejar que el ángel ganara de nuevo.

—Duerme. —susurró Eddy, grave y suavecito.

Y Brett durmió.

El ángel despertó y encontró sus labios hinchados y sensibles por los eventos borrosos de la noche anterior.

Por alguna razón desconocida, su corazón se sentía tan ligero que casi pensó que podría salir volando de su pecho. Se sentía como un cálido día de primavera en esta fresca mañana de otoño mirando el semblante apacible del demonio dormido.

—¿Eddy? —susurró el ángel picando con el dedo los firmes brazos que lo apresaban.

El más alto gruñó en la almohada, trayendo al ángel inconscientemente más cerca.

—Shhh.

—Yo-. —empezó Brett.

—Vuelve a dormir. —refunfuñó Eddy poniendo un dedo sobre los labios del otro para callarlo.

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