XXIX

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Esta no es mía, yo solo la traduzco.
La autora original es nonsenseverses







Resulta que a los ángeles les encanta la nieve.

Eso es, por supuesto, si les pones muchas capas de ropa y les das una humeante taza de té de antemano.

Eddy estaba encantado de descubrir este hecho mientras seguía al ángel camino a su cafetería favorita, viendo al más bajo patear pequeños montículos de nieve y mirar con asombro al cielo.

Mientras que Eddy sólo tenía puesta una chaqueta liviana para el frío, Brett estaba envuelto en una combinación de gorros y bufandas, varias playeras de mangas largas y sudaderas. Eddy no iba a poner en riesgo su seguridad bajo ninguna circunstancia.

Entraron al local tomados de las manos, siendo bienvenidos por el suave tintineo de la campanilla en la entrada. El lugar olía a calidez y café, junto con el suave tintineo de las tazas de cerámica. Música barroca sonaba de fondo, y tanto el ángel como el demonio arrugaron la nariz el escucharla. Brett prácticamente saltó al mostrador con una sonrisa tan hermosa y angelical como siempre, arrastrando al castaño detrás de él.

Normalmente, Eddy hubiera dejado que Brett ordenara por ambos, ya que a él, en particular, no le gustaba tratar con humanos, pero la examinante mirada curiosa que le dio el chico detrás del mostrador al pelinegro fue más que suficiente para tomar fuerte la mano del ángel

Antes de que el humano pudiera formular palabra, Eddy habló:

—Un café mediano, un chocolate caliente pequeño —Brett le hizo ojitos— que sea un chocolate caliente mediano, y un cupcake de vainilla. —Los ojos negros de Eddy perforaron al empleado, retándolo a pasarse de la raya.

El humano tragó en seco y le entregó a Eddy el recibo, olvidando incluso de pedir el dinero. Brett le sonrió amablemente al chico mientras era arrastrado posesivamente por Eddy a la mesa más apartada del lugar.

—Deja de estar tan enojado —refunfuñó Brett molesto—. Se supone que debemos tener un día agradable.

—Ese humano sí que parecía agradable. —murmuró encorvado en su asiento.

Los ojos de Brett se iluminaron, y rio.

—¿Estás celoso Eddy?

—Por supuesto que estoy celoso —se mofó—; él te estaba inspeccionando con la mirada.

—¿Eso es tan malo? —se burló.

—Sí. —masculló Eddy cruzándose de brazos y mirando a la servilleta que estaba en la mesa como si ésta lo hubiera insultado.

Brett lo miraba divertido, un calor comenzó a crecer en su pecho como si pudiera físicamente sentir lo mucho que Eddy se preocupaba por él.

Su vista se vio interrumpida por el chico del mostrador que dejó sus bebidas y el tan esperado cupcake en la mesa, hicieron mucho contacto visual para gusto de Eddy.

Si hubiera sido por él, el chico no tendría ojos con los qué mirar.

—Disfruten su comida. —dijo el joven animadamente con la mano apoyada en el respaldo del asiento de Brett. Eddy quería arrancarla.

El demonio lo miró de forma mordaz y fue suficiente para ahuyentar al humano sin decir más. Miró al chico volver al mostrador.

—¡Eddy —jadeó asombrado—, mira que bonito!

El mencionado se volvió para ver a Brett quien miraba su taza de chocolate caliente, la cual tenía un corazón de crema batida flotando encima.

Empuñó sus manos y sus ojos cambiaron a rojo, pero antes de que pudiera levantarse Brett apretó una de sus manos.

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