IX

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Esta no es mía, yo solo la traduzco.
La autora original es nonsenseverses







Eddy no durmió en toda la noche. Su cabeza estaba intranquila. Convenciendose de que sería capaz de llevar a Brett de vuelta al cielo.

Tenía que hacerlo, por el bien de Brett.

Luego de preparase mentalmente, estaba listo. Le colocó a Brett otra de sudaderas y se dirigió a la puerta, cargando al ángel cuidadosamente en sus brazos mientras caminaba por las calles vacías de un martes por la noche.

Antes de darse cuenta, había llegado al portal que permitía el paso entre la tierra, el cielo y el infierno. Usualmente, caminaría a la izquierda para regresar al inframundo. Pero esta vez, fue a la derecha, aferrandose a Brett firmemente, para ir al cielo.

Había una razón por la cual los demonios no iban al cielo: era practicamente sentencia de muerte.

Tan pronto como pasó el portal, se sintió como en un éxtasis.

No de la buena manera, no como cuando asesinaba a alguien. No, se sentía como si hubiera bebido jarabe y le inyectaron azucar en las venas. El aire del lugar olía como a Brett, pero diez veces más intenso. La peor parte es que se sentía muy ligero, feliz y sin procupaciones, todo su ser se estremeció en disgusto. No quería nada más que dar la vuelta e irse.

Pero no podía. Observó por un segundo a Brett, aterrizó y luego echó un vistazo a su entorno.

Estaba increíblemente fuera de lugar.

Estaba en lo que parecía una estación de tren, excepto que, en vez de trenes,  había portales por todos lados, los cuales te llevarían a diferentes lugares en el cielo. Todo era de color blanco o crema, y era muy luminoso para los ojos de Eddy.

Había mucha gente, y él resaltaba insólitamente, vestido de negro en un mar blanco.

Tan pronto como los ángeles captaron su aroma en el aire, inició el pánico.

Todos volaban despavoridos, manteniendo a los niños detrás de ellos y cubriéndose las narices del olor a humo y muerte.

Miraban con horror al castaño que sostenía al ángel moribundo en sus brazos, muchos de ellos asumiendo lo peor.

En respuesta a la conmoción, lo que pareció ser un grupo de guardias se acercó a Eddy, queriendo quitarle a Brett de los brazos.

Mientras los guardias se aproximaban, el demonio soltó un fuerte gruñido y sus ojos cambiaron a rojo sangre.

—No. Lo. Toquen.—bramó Eddy, apretando a Brett más cerca suyo, con un toque de posesividad en su tono.

Los guardias se detuvieron, claramente con miedo del ojinegro e inseguros de la situación. Probablemente nunca antes habían visto un demonio entrar al cielo, al menos no así.

Entonces, un ángel mucho más alto, pero aun así más bajo que Eddy, se paró en frente del grupo con aires de arrogancia.

—Entrega al ángel, demonio. —habló.

Eddy dio un paso atrás. Le hervía la sangre, recorriendole las venas como un fuego salvaje.

—No. —gruñó más fuerte esta vez, apretando sus afilados dientes.

El ángel avanzó un paso.

—Está muriendo. —sentenció Eddy.

El otro se detuvo.

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