XI

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Esta no es mía, yo solo la traduzco.
La autora original es nonsenseverses







Eddy sabía que el agua bendita solo ayudaría por un tiempo, pero no pensó que sería tan poco. Cuando estaban por volar al consejo, Brett, convenientemente, volvió a desmayarse. La tos también regresó y se intensificaba con cada minuto que pasaba. Era como estar de vuelta en el comienzo, la "enfermedad" era tan fuerte como antes de que bebiera el agua bendita.

Tampoco ayudaba que Eddy difícilmente podía seguirle el paso a Gabriel mientras volaban al norte, donde el aire era más dulce y las nubes eran incluso más cegadoramente blancas. Sumado al dolor que le causaba volar en el paraíso, también tenía que cargar a Brett. Gabriel se había ofrecido a ayudarlo, pero solo recibió una mirada amenazante de parte del castaño como respuesta. De ninguna manera alguien, ademas de Eddy, pondría una mano (o pluma) sobre Brett.

Volaron por un rato, Eddy luchaba contra cada impulso en su cuerpo y forzaba a sus alas a llevarlo más adentro en el cielo, sin importar cuánto lo detestara. Mientras más se acercaban al castillo donde estaba el consejo, el dolor se volvía cada vez más insoportable y podía sentir la sangre brotar desde las bases de las alas y bajar por su espalda. Pero apretó los dientes y siguió. Por Brett.

Nunca pensó que estaría tan agradecido de ver aquel castillo con su extraña gloria angelical, pero significaba el fin del dolor, tanto para Brett como para él. O eso esperaba.

Siguió a Gabriel, adentrándose al lugar, encontrándose con el piso de marmol del salon principal frente al panel de tronos, sudando, sangrando y desesperado, apretando a un ángel moribundo fuertemente en sus brazos.

•••

Brett estaba soñando, o algo así.

Eran mas bien como si estuviera viviendo, o reviviendo.

Siempre pensó que era tonto cómo los humanos describían sus últimos momentos: como ver pasar tu vida frente a tus ojos. Nunca se preocupó por eso porque los ángeles no morían. O al menos, eso se supone.

Pero ahí estaba, viendose así mismo como un ángel joven aprendiendo a volar por primera vez, su primera presentación para el consejo, su primer violín "real". Todo estaba regresando en olas de nostalgia y dulces recuerdos.

Los recuerdos más recientes eran un poco más amargos. Viviendo solo en la humilde cabañan, el bar, conocer a Eddy.

Eddy.

Nunca entendió al demonio, ni un poquito. Sus cambios de humor lo asustaban un poco, pero aún así el mayos cuidó de él y eso le llamaba la atención. Rayos, Eddy incluso se estaba sacrificando para poder llevarlo con el consejo. No había forma de explicar eso.

Luego de los recuerdos, había un espacio en blanco en sus subconsciente. Era tranquilo y silencioso, sin sentimientos o preocupaciones que lo perturbaran. Podía sentir su fría mejilla presionada contra el pecho del demonio y los brazos de éste envueltos firmemente alrededor de su cuerpo. Podía escuchar la respiración jadeante del mismo y el sonido del viento mientras atravesaban las nubes.

Pero todo eso era algo secundario a comparación de lo que Brett se concentraba; aquella claridad que existía en su mente.

¿Por qué estaba allí?, ¿intentaba decirle algo?

¿Realmente era su hora?

Una voz desconocida rompió el silencio.

«¿Brett?»

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