XXXIII

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Esta no es mía, yo solo la traduzco.
La autora original es nonsenseverses







(Advertencia: descripciones graficas de violencia)

•••

Brett ni siquiera pestañeó al escuchar su nombre salir por los labios de Eddy.

¿Y, por qué lo haría? Para él, era sólo otro demonio disfrazado de Eddy que venía a torturarlo, a azotarlo hasta que se desmayara y luego despertarlo con agua bendita sólo para golpearlo otra vez.

Justo cuando Eddy estaba a punto de abrir la reja de la celda, escuchó los enfurecidos pasos de su hermano acercándose por el pasillo.

—Mierda. —dijo en un susurro, tanteando sus bolsillos buscando la cruz.

La tomó, los dedos le ardieron al tocar el objeto bendito, y se la arrojó al ángel.

—Ángel, ponte esto. —dijo dándose la vuelta para enfocarse en su hermano que se aproximaba.

Tan sólo cuando la cruz cayó en sus ensangrentadas manos, Brett se movió. No obstante, no se puso la cruz porque Eddy se lo haya dicho. No, se colgó la cadena al cuello porque le daba confianza, un símbolo del cielo, de seguridad y de alejarse de los demonios. Era su última esperanza para liberarse de ellos, de una vez por todas.

—¡Edward! —vociferó Lucifer, caminando decidido hacia Eddy con los puños apretados— Es hora de despedirse del angelito, ¿si?

—Tendrás que matarme primero. —masculló Eddy parándose protectoramente frente a la celda de Brett.

—Oh, créeme, te mataré. Pero luego de que nos veas matarlo a él. —Y con eso, las antorchas se encendieron con el ardiente y furioso fuego infernal, iluminando el pasillo de un profundo rojo.

Con los ojos ardiendo con furia, Eddy le lanzó un golpe a Lucifer, quien esquivó el puño por muy poco. Desafortunadamente para él, Eddy anticipó su movimiento y usó su otro puño para golpear a su hermano de lleno en el pecho, causando que el demonio más bajo jadeara.

Con sed de venganza, Lucifer se le abalanzó, sus filosas uñas rasguñaron la mejilla de Eddy como consecuencia, dejando tres furiosas líneas rojas en su cara. Trató y trató de darle un buen golpe pero Eddy era más rápido, más inteligente, siempre tres pasos adelante, y lo impulsaba una emoción mucho más fuerte que de la ira; era amor.

Pero Lucifer no se iba a dejar vencer tan fácilmente, él iba a ganar, incluso si eso significaba tener que jugar sucio.

El grito de dolor que soltó Lucifer cuando Eddy rompió su nariz alertó a los demonios al final del pasillo, quienes fueron a proteger a su rey. Eddy, que se enfocaba en mantener a Lucifer lejos de la celda de Brett, no se percató cuando un demonio logró escabullirse y derribarlo desde su costado.

Reaccionó rápido, quitándose al demonio de encima y poniéndose de pie a tropezones, viendo en pánico cuando Lucifer se movió para abrir la reja de la celda.

—Luke, mantente alejado de él, carajo. —gruñó Eddy lanzándose hacia él.

Pero antes de que pudiera embestirlo, sintió un fuerte pinchazo en su hombro izquierdo.

Habían tres demonios rodeándolo. Dos de ellos lo sujetaban y el otro, su padre, inyectándole agua bendita en las venas.

Y mucha.

La jeringa era larga, la aguja filosa, y la sustancia quemó en sus venas como una ventisca del Antártico; congelándole hasta los huesos y enviando un insoportable dolor por todo el cuerpo.

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