Holy

XXXVI

Esta no es mía, yo solo la traduzco.
La autora original es nonsenseverses
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Eddy no podía respirar.

Las palabras del ángel le desgarraron el pecho y le quitaron el aire de los pulmones. El aire que restaba en la habitación pareció halar a Brett al dormitorio y cerrar la puerta con enojo tras él.

El demonio cayó al piso tomándose el pecho y jadeando por aire. Un fuerte ataque de tos lo atacó y, Dios, todo duele.

Él estaba seguro de estar sollozando pero ningún sonido salía de su boca. Solo lágrimas calientes cayendo por su cara. Nunca antes un demonio había expresado tanta emoción, pero así era la profecía.

Cada vez que lograba tomar una bocanada de aire, el aroma del ángel lo sofocaba ya que le recordaba sus palabras.

No te amo.

No te amo.

No te amo.

Esto era una tortura peor que el infierno.

•••

Aguantando la respiración, Brett escuchó los desgarradores sollozos del demonio. Se sentía incorrecto.

Era como si no debió haber dicho eso. Como si nunca debieron haber pasado por su cabeza, mucho menos por su boca, y mucho menos por el aire entre él y el demonio.

Apoyó su oreja en la puerta y escuchó un fuerte golpe. Sonaba a que algo cayó al suelo con fuerza.

Cada instinto le decía que volviera con Eddy, pero él no podía. Él tuvo sueños como este antes y siempre terminaban igual.

Sangre.

Gritos.

Dolor.

Muerte.

No iba a caer en la trampa de nuevo.

Solo porque este sueño fuera tan realista no era una razón para confiar en el demonio. No podía permitirlo.

Brett se alejó de la puerta, obligándose a sentarse en la cama y mirar intensamente a la ventana esperando poder distraerse del llanto del demonio.

No importó con cuanta intensidad mirara.

Cada sollozo era un puñetazo al estómago y le llenaba de lágrimas los ojos.

Se propuso no llorar. Lucifer está observando. Él puede verte.

Pero su voluntad, así como una pared de ladrillos, se derrumbó fácilmente cuando escuchó la fuerte tos del demonio.

¿Eddy estaba enfermo?

Los demonios no se enferman.

Sólo unos segundos y su mano ya estaba en el picaporte, girándolo pero no abriéndolo.

Él necesitaba ver a Eddy. Él necesitaba a Eddy.

Su mano soltó el picaporte.

No podía.

•••

Eddy no sabía cuanto tiempo había pasado, pero sí sabía que para cuando el sol desapareció él sólo tosía sangre y vomitaba esta misma.

Su cuerpo entero dolía y tenía un dolor punzante detrás de los ojos y, Dios, hacía tanto frío.

Él nunca antes sintió frio, pero estaba seguro que era la tercera peor sensación que experimentó en su vida.