Capítulo 13: ¡No me abandones!

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El lugar estaba en vuelto en una densa oscuridad que lograba generarme escalofríos, sin embargo, el panorama me resultaba muy conocido, pero me perturbaba un montón

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El lugar estaba en vuelto en una densa oscuridad que lograba generarme escalofríos, sin embargo, el panorama me resultaba muy conocido, pero me perturbaba un montón.

Me encontraba en lo que parecía ser una montaña, o al menos subiendo esta, a mi lado tenía una vista clara de una caída libre a la que no se le podía observar la profundidad, eso me hizo estremecer. Odio las alturas, odio las montañas y odio este tipo de oscuridad, todo esto me hace revivir momentos del pasado que quiero dejar morir, experiencias muy malas y tétricas que no cualquiera sería capaz de soportar por más que quisiera.

Decidí alejarme del acantilado y me adentré a un bosque que estaba cerca de mi ubicación, para evitar caerme o sufrir un accidente grave. Todo a mi alrededor seguía manteniéndose en penumbras. Los enormes árboles que me rodeaban, rebasaban los quince metros de altura, además, contaban con enormes raíces que a simple vista parecían ser muy fuertes, las hojas secas junto a las ramas, lograban hacer el camino un tanto difícil de atravesar, además, cada paso que daba se podía escuchar. Mientras me adentraba al bosque, un inexplicable frío se plantó en mi cuerpo, mi corazón latía con rapidez y mi respiración estaba desenfrenada.

Quise calmar aquella sensación pero me fue imposible, porque algo en mi interior, me obligó a correr para poder introducirme en las profundidades del bosque que me rodeaba, hasta que empecé a escuchar cosas extrañas.

— ¡Benjamín!

Aquella persona repitió mi nombre en más de tres ocasiones generándome una irremediable ansiedad que rápidamente me hizo sentir asustado. A pesar de eso, decidí seguir el sonido de aquella voz porque parecía que necesitaba ayuda. Mis pies se movieron con rapidez a través del camino tan denso y ruidoso, dirigiéndome hacia donde había provenido el sonido.

Solo necesitaba escucharla una vez más para poder orientarme mejor, pero no hablaba.

— ¿Dónde estás? —grité mientras observaba a mi alrededor.

La poca luz lunar que entraba entre las aberturas formadas a partir de los conjuntos de árboles, no lograba ser de ayuda, pero era lo único que tenía y debía conformarme con eso, no obstante, la falta de iluminación no significaba que iba a dejar de buscar a aquella persona que me había llamado.

— ¡Ayúdame!

Logré escuchar la voz muy cerca de donde me encontraba, así que, simplemente tenía que observar con detenimiento a través de la oscuridad y las plantas que me rodeaban, hasta que logré visualizarlo.

Ha-neul yacía en el suelo, sentado. Estaba lleno de hojas y suciedad, mientras sujetaba su muñeca derecha con fuerza. Su pálido rostro contaba con algunos cortes que aún sangraban y su piel estaba perlada debido al sudor, aquellas eran señas que me hicieron dar cuenta que había luchado con algo o quizás alguien.

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