Capítulo 21: Almas gemelas

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Los días de la semana habían transcurrido con una extraña rapidez, no estaba seguro de si era porque la tierra estaba girando mucho más rápido alrededor del sol o porque había tenido que hacer varias cosas que me mantuvieron realmente ocupado, no obstante, sea cual sea el motivo, estoy tranquilo porque no me había tocado soportar ninguna crisis depresiva o de ansiedad, había empezado a tomarme las cosas con más calma, a pesar de que sabía que no me sentiría bien por siempre.

El entrenamientos del viernes, estaba terminando. La magnitud de los ejercicios propuestos aumentó considerablemente, se habían tornado mucho más pesados, largos e incluso fuertes y eso no debería ser una sorpresa, porque dentro de una semana la competencia intercolegial estaba por iniciar.
El entrenador había apuntado a obtener buenos resultados en la categoría de atletismo, pues durante los últimos tres años hemos sido campeones, las medallas de oro junto a los trofeos obtenidos en las competencias de distinta categoría decoran la pared de logros que se encuentra en la oficina del director, por lo tanto, debemos mantener la racha porque quizás este será el último año en el que el colegio pueda llevar un renombre deportivo, la mayoría de deportistas de alto rango están por graduarse.

Todos nos encontrábamos reunidos en el centro de la cancha, estábamos estirando nuestros cuerpos.

—Deben hablar con el representante del consejo estudiantil designado para que les brinde el equipo deportivo con su respectivo nombre o apodo —informó el entrenador —. Tienen que darle sus datos para poder evitar posibles problemas de organización, además, recuerden que si no tienen su uniforme completo no podrán participar.

De forma casi sincronizada, casi todos los presentes asentimos antes las palabras de nuestro superior. Pudimos notar que una chica entraba a la cancha y se acercaba al maestro mientras traía una libreta junto a un bolígrafo.

—No se irán hasta que dejen sus datos —añadió el entrenador y señaló a la recién llegada.

Poco a poco, mis compañeros se iban acercando a ella para poder dar su información e irse, pero yo me quedé sentando en el suelo mientras sostenía las puntas de mis zapatos. No es porque no supiera mi talla o algo por el estilo, sino que, no había planificado qué usar para identificarme, por alguna extraña razón este año teníamos la posibilidad de usar apodos y no iba a desaprovecharla. Soy del tipo de deportista que es muy minucioso con cosas como esta, siempre trato de buscar algo que me haga diferenciar del resto.

Mi nombre o apodos derivados no eran buenas opciones, los encontraba poco llamativos, pero, ¿Qué otra cosa existe que me guste y con la que logre identificarme?

«Mi nombre significa cielo».

Casi como si alguien hubiera leído mi mente, un recuerdo apareció, no sabía que guardaba esa clase de información en mi cerebro. Recordé el rostro de Ha-neul al decirme aquello y sonreí inconscientemente, ¿Está bien si tomo su nombre para esto?

Sin embargo, su significado va más allá de un recuerdo, observar el cielo, genera en mí una tranquilidad, un sentimiento de paz inigualable que se asimila a lo que siento cada vez que estoy con él, Ha-neul es una persona que puede llegar a ser muy tranquila, alentador, pendiente y preocupado, ha sido de las pocas personas que ha estado para mí independientemente de la situación, su voz e incluso presencia, me causan una paz inexplicable.

Salí de mis pensamientos después de unos cuantos segundos y decidí acercarme hacia la chica para poder darle mis datos y luego recoger mis cosas, cambié mis zapatos por unos más cómodos que había traído para así evitar que mis pies doliesen, debido a la sobrecarga de ejercicios, lo más probable es que mañana al despertarme mis extremidades se vieran levemente afectadas, el dolor ni siquiera disipará con mi estrategia del baño de agua fría, simplemente bajará la intensidad pero nada más, sé eso debido a mis tobillos lesionados, además, por el patinaje ya que este requiere de mucho esfuerzo físico por las caídas y saltos.

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