Prefacio

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Hace cuatro años

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Hace cuatro años

Al fin había llegado el momento por el que tanto había esperado, quizás el momento más crucial e importante de toda mi existencia, lo había anhelado mucho, incluso en mis sueños. Había tomado la decisión desde hace mucho tiempo, solo me faltaba llevar a cabo un proceso de organización más certero y dejar mi cobardía atrás para hacerlo. Si quería morir, no podía morir siendo un cobarde y mucho menos si la muerte iba a ser causada por mí. No veía necesario ni correcto escribir alguna carta o alguna despedida para nadie, porque no debía despedirme, ¿O acaso es necesario despedirse de alguien para ser feliz? Estaba por encontrar mi paz.
Estaba a punto de hacerles un gran favor a mis padres, es muy probable que su vida mejore después de esto, tal vez será más estable, sana e incluso feliz...siempre he sido una carga. Una maldita carga con muchos problemas sin solución.

La verdad es que el mundo no perdería a un ser importante, tan solo perdería a alguien que nunca debió haber existido.

El plan era simple y sencillo, había organizado todo durante la tarde, así que, solo debía procurar que a mis alrededores no haya nadie. Creo que lo más difícil de todo el proceso de preparación, había sido elegir un buen lugar, no obstante, llegué a la conclusión de que mi habitación era el lugar más adecuado, nadie me podría ver, ni siquiera por las ventanas y eso es un gran alivio, no quiero que se arme un alboroto.

Hace algunos minutos atrás decidí salir de mi habitación para poder recorrer la casa, debía asegurarme de que mis padres no estuviesen despiertos o merodeando por los alrededores. Cuando el reloj que estaba colgado en la pared, marcó la media noche, supe que el momento finalmente había llegado, internamente, una sensación relajante me invadía, dando a entender que estaba preparado para lo que estaba a punto de hacer. Me sentía emocionado.

Ubiqué una silla en el centro del cuarto, para luego treparme en esta, até el extremo intacto de la tan preciada soga que había preparado, a un gancho que estaba ubicado en el techo de mármol que me cubría, después de asegurarme de que el amarre estuviese completamente ajustado y fuerte, solté la soga, de esta manera, tomé el otro extremo e introduje mi cabeza en la abertura que se había formado gracias al nudo, dejándola reposar. Lentamente fui ajustando más y más el nudo a mi cuello, hasta que finalmente dejé una separación de dos dedos. Levanté la mirada con una sonrisa y empecé a darle una última ojeada a mi habitación, inspeccioné todos los lugares y adornos, hasta que mis ojos se detuvieron en una fotografía que tenía colgada en una de las paredes, esta era muy especial en cuanto valor sentimental, además, en aquella impresión se había quedado grabado el último día en el que fui feliz, antes de que todo se fuera por la borda...

Cerré mis ojos con fuerza tratando de quitar todos los pensamientos que habían aparecido en mi mente tras observar esa fotografía y un intrigante dolor en mi pecho se había hecho presente. Sabía que nada ni nadie me haría dudar de mi decisión, prometí mantenerme con seguridad hasta el final y así iba a ser.

Suspiré antes de patear la silla en la que me había subido, haciéndola caer de lado, con un poco de fuerza.
Moví mi cabeza un par de veces sintiendo como la gruesa soga amordazaba mi cuello quitándome la respiración, la tensión era tan buena y se sentía muy bien. No se parecía en nada a la sensación de las cuchillas sobre mi piel.
Mi corazón bombeaba con rapidez debido a una especie de adrenalina que me encontraba experimentando y así mismo, el oxígeno había dejado de llegar a mis pulmones con la facilidad de antes, haciendo que una sensación de calidez se apodere de mi cuerpo, lo que me llevó a cerrar los ojos con tanta satisfacción para aceptar mi destino.

Por consecuencia, sentí que mi cabeza empezó a latir y el sentimiento de asfixia había llegado, lo que significaba que ya faltaba poco para que mi corazón diese su último latido. De alguna manera, el ensordecedor silencio de mi alrededor se había desvanecido por completo, generando así, un aura mucho más placentera.

Un rato más Benjamín, solo un rato más, por fin morirás.

Me encontraba en una burbuja, como en una especie de lugar que relacioné con un limbo entre la vida y la tan ansiada muerte, la paz y la tranquilidad me llenaron por completo, era simplemente hermoso...como en mis sueños. Observaba una cegadora claridad, como si toda mi mierda hubiera desaparecido por completo. Debía aceptarlo, por fin estaba llegando, la muerte me abrazaba y me susurraba al oído que solo debía esperar un rato más.

–Hijo escuché un ruido... Benji, ¡¿Qué estás haciendo?! –una voz femenina me hizo recuperar la conciencia antes de dar mi último suspiro, mi madre.

Abrí mis ojos con debilidad observando su figura de forma borrosa, luego empecé a escuchar gritos, hasta que otra figura identificable apareció.

Cerré los ojos dándole la bienvenida al momento que tanto había esperado.

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