Capítulo 23: A ti siempre

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Los días habían pasado prácticamente volando, desde el último evento interesante en mi vida. Toda la emoción, felicidad, e incluso el sentimiento de suficiencia se habían desvanecido por completo, ahora todo a mi alrededor era como antes, tan monótono, repetitivo...tan difícil de vivir.

Junio dio inicio con la semana,  el sexto mes del año, el mes de mi cumpleaños. Desde hace varios años atrás dejé de disfrutar aquella festividad, el hecho que llegara ni siquiera me emocionaba, pues solo era un día más al igual que el resto, nada cambiaría ni aunque ese fuese mi deseo de cumpleaños, cumplir un año más de vida simplemente me hacía dar cuenta que estaba envejeciendo y de que el día de mi muerte estaba más cerca que antes.

Por suerte nadie vive para siempre.

Aunque aún faltan un par de semanas para que la fecha llegase, me forzaba a ignorar el tema por completo para no tener pensamientos destructivos, al menos durante un corto periodo de tiempo.

Estaba solo en casa, pues durante la madrugada mis padres emprendieron un viaje organizado por la iglesia a la que asistían, para poder ir a un retiro espiritual. Logré convencerlos en que no me llevasen con ellos, porque estoy completamente seguro de que me sentiría muy incómodo y fuera de lugar en ese lugar, prefiero mil veces estar solo a que estar junto a mis padres, ya que al menos, en soledad puedo vivir en paz y no debo estar escuchando quejas de distinto tipo a cada segundo, ni mucho menos comparaciones con otros e incluso la frase «Qué inútil eres». 
Sin embargo, a pesar de sentirme en paz, el aburrimiento me estaba carcomiendo por dentro, no tenía nada que hacer, dormir no era un opción, ni limpiar mi habitación —había hecho esto último más de tres veces desde que me desperté —. Así que solo me la había pasado recostado en mi cama mientras escuchaba un poco de música, desde que no tengo mi skate me he tenido que limitar a esto, ya no puedo pasar varias horas fuera de casa, como solía hacer hace tiempo atrás.

Desde hace varios días una idea había empezado a rondar en mi cabeza, no sé si es producto del hecho de querer escapar de mi casa, de alejarme de todos o simplemente porque el aburrimiento me hacía delirar, pero quería viajar, abandonar la ciudad, dejar de ver lo mismo una y otra vez como si mi vida fuera una especie de bucle, últimamente me siento tan cansado de que todo sea tan repetitivo y deprimente para mí. Aunque el plan del viaje sonase bien para mí, no quería estar solo, me sentiría mucho mejor, además de seguro, si es que alguien me acompañase, pero es aquí cuando un gran limitante sale a la luz: casi no tengo amigos.

Mi mejor amiga no puede salir de su casa con facilidad, pues sus padres son muy protectores y personas difíciles de convencer, además, otra cosa que me impedía juntarme con Ágatha durante el fin de semana, era el hecho de que su familia se reuniría, por lo tanto, ella debía quedarse a socializar.
Después de ella no tengo ningún otro amigo, es decir, otra persona que haya decidido soportarme o quedarse a mi lado a pesar de las cosas que soy capaz de hacer. Siempre me costó mucho relacionarme con otros, más aún después de regresar del hospital psiquiátrico, ya que todos empezaron a verme de forma diferente.

Pero si debía agradecerle al universo por algo, sería por la existencia de Ha-neul.

En cuestión de segundos mi mente se llenó de él, sus acciones, palabras y las cosas que hemos vivido juntos, lo que me hizo dar cuenta de que quizás no estoy tan solo como creo. Levanté mi celular con lentitud sin desconectar los auriculares y detuve la canción que se estaba reproduciendo, para luego buscar un nombre en específico en mi lista de contactos y marcarlo.

Hola —apenas habían sonado dos pitidos y él contestó.

Su voz se escuchaba tan relajada y suave, por alguna razón daba la sensación de que había ansiado hablar conmigo.

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