Negro

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¿Cómo describiría aquel sentimiento que incrementa en mí cada vez que lo veo a los ojos? ¿culpa? ¿rencor? ¿Odio...? Si... es odio. Siempre ha sido así.

— Chuuya.

Lo miré de nuevo a los ojos, dirigiéndole una mirada llena de asco y puro odio.

— Dazai.

Pronunciar aquel nombre era asqueroso y ver que solo me sonreía falsamente viéndome sin ninguna emoción reflejándose en aquel rostro era costumbre para mí desde hace tiempo.

— Soy tu jefe, no me llames por mí nombre ya te lo he dicho.

Claro, de un día a otro él se convierte en el nuevo jefe de la port mafia y yo en su estupido guardaespaldas que tiene que protegerlo de todo porque el imbecil es todo un profesional para ser asesinado.

— Lo siento, jefe.

— Chuuya, te pregunté hace unos minutos algo. ¿Contestaras?

— Ya le he dicho que no sé nada sobre el día en que Lovecraft fue derrotado.

Solo suspiró y me miró serio desde su ahora asiento de jefe, colocó ambas manos juntas y siguió observándome. Me incomodó en como me analizaba con la mirada, no entiendo porqué sigue insistiendo en algo que yo no recuerdo en absoluto que sucedió.

— Bien, puedes retirarte.

Me levanté de mi asiento y lo miré de reojo, tenía sus ojos cerrados. Significaba que estaba pensando, me dirigí hacia la puerta y cuando iba a tomar el pomo de esta misma me detuve en seco por escucharlo hablar.

— Pero antes... ¿Podrías hacerme un té?

— ¡¿Ah?! ¡Yo no soy tu sirvienta!  ¡Dile a alguien más que te lo haga!

Se supone que soy su guardaespaldas no la persona que hace té en la port mafia, me dispuse a irme de ese lugar porque ya no aguantaba más verle la cara de estupido que tiene y que me pidiera hacerle un té ya era el colmo.

— Chuuy–

— ¡NO!

Cerré la puerta detrás de mi espalda con fuerza y después de haber salido de esa sala suspire con cansancio, ¿me tomaba por su sirvienta de verdad? Fue lo único que pasó por mi mente en ese momento después de haber escuchado un fuerte ruido en el fondo del pasillo.

Corrí hacia donde se escuchó el ruido y lo que encontré no fue nada agradable, eran unos intrusos que de nuevo intentaban adentrarse a la base para asesinar al imbecil de Dazai.

Dejé salir una sonrisa y miré a los intrusos con indiferencia.

— Lo siento por ustedes pero la persona que esta detrás de esa sala no puede ser asesinado por nadie más que yo.

Después de esas palabras el suelo ya estaba manchado de sangre, por desgracia mi abrigo también y para descargar mi enojo creciente por lo de mi abrigo terminé por asesinar a la última persona en pie no sin antes preguntarle algo.

— ¿Quiénes son ustedes y cuál es su objetivo realmente?

Al principio de comenzar a luchar contra ellos noté que solo eran ese pequeño grupo que estaba en este edificio, porqué no había alerta de otras áreas de la base que fuera invadida.

— Si en realidad quisieran atacar al jefe vendrían más grupos para que fueran de distracción mientras que otro grupo se encargaría de ir directo al jefe.

¿Entonces porqué eran solo esas cinco personas? Al menos que...

— ¿Dónde está el usuario de habilidad?

— ¿D-de que hablas...?

Aumente la fuerza del agarre a su cabeza, odio cuando pretenden no saber nada y retrasan más las cosas.

— Habla ya o le dices adiós a tu cabeza.

Presione el cuchillo en su cuello dejando que una gota de sangre se esparciera, aumentando más y más la presión y la sangre aumentaba cada vez más.

— ¡B-bien bien! ¡Se dirige hacía tu jefe!

Al escucharlo confesar terminé cortándole la cabeza, ahora tendría que lidiar con un problema más.

Corrí hacia a la sala que no estaba tan lejos y abrí la puerta con una patada encontrándome a Dazai como la última vez que lo vi al salir, con esa estúpida sonrisa sentado en su escritorio.

— ¡Chuuya volviste! ¡no me dejes con la palabra en la boca!

— Cállate, ya te dije que no voy a hacer ese estupido té.

— Esa no es manera de hablarle a tu jefe Chuuya.

— Dazai, ¿lo sabes cierto?

Lo miré a los ojos y este solo suspiró, viéndome serio esta vez.

— Por supuesto que lo sé Chuuya.

Me acerqué hacia a él hasta llegar a su escritorio y saqué mi cuchillo apuntandolo a su garganta quedando solo unos centímetros de tocarlo. Él sonrió.

— Este es tú fin.

— Tienes razón, es su fin.

Lancé mi cuchillo a una ventana justo detrás de dazai y escuché como alguien hizo un quejido de dolor pero sin aún dejarse ver ante nosotros.

Dazai se levantó de su asiento y se acercó a aquella ventana donde se escuchó el ruido, se colocó en cuclillas y tocó algo que yo no sabía que estaba ahí así dejándo descubierto al intruso.

— Con qué un usuario de habilidad que te hace invisible ¿eh?

— ¡¿C-cómo lo supiste?!

— Fácil, siempre lo supe cuando entraste por la ventana pero cuando Chuuya apareció no pudiste dar un paso más.

— ¡E-es absurdo! ¡Nadie se daría cuenta que yo estaba aquí! ¿Cómo tú...?

— Bien basta de charla que ya se volvió aburrido explicarte todo lo que no sabes.

Dazai se giró para mirarme de reojo y yo chasquee mi lengua, odio cuando tengo que encargarme de esta clase de personas.

— Oye, tú intruso, ¿quieres una muerte rápida o lenta?

— ¡¿E-eh?! Yo no voy a–

— ¡Mal! Chuuya ya deshazte de este sujeto tengo trabajo que hacer.

Saqué una pistola que tenía guardada desde hace tiempo y apunté al sujeto que se encontraba retorciéndose del dolor por la herida que lo provocó el cuchillo. Y luego disparé.

— ¡Bien hecho Chuuya! Casi muero esta vez.

Exclamó exagerado con una mueca un su rostro.

— No seas tonto que ni siquiera sufriste una herida. 

Ojalá y fueras muerto esta vez, pero desgraciadamente aquí estas vivo y respirando lamentablemente. Pensé para mí mismo y suspire.

— Chuuya, apesta a sangre deshazte del cuerpo y limpia antes que el olor quede impregnado.

Dazai volvió a tomar asiento en su escritorio y me miró a los ojos con una de esas sonrisas vacías para luego hablarme.

— Buen trabajo Chuuya.

Ysi aquí estoy otra vez 👊
Les doy fresitas 🍓🍓🍓

Soukoku One Shots 𝄢 [BSD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora