Capitulo 30

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Entrada 82

Cuando amaneció pude ver el rostro de los dos Haitianos, para mi sorpresa no eran tan morenos como pensé; la chica tenía entre los brazos al niño, pregunté por su esposo y ella sonrió mientras decía que Moise no era su esposo ni siquiera novio, se habían conocido mientras intentaban cruzar la frontera a Estados unidos y entonces quedaron atrapados en Cárdenas cuando ocurrió todo esto.

Pregunté cuál era el plan, la chica miró hacia afuera como si estuviera a alguien. —Tenemos que esperar a que llegue Moise, dijo mientras veía que la lluvia azotaba la ventana. —El clima está muy cambiante, ayer hacía demasiado calor y hoy llueve— dije y después pregunté si creía que el plan llegue a funcionar, ella giró hacia dónde estaba el niño y me dijo que no lo dudaba, el plan funcionaría.

Cuando llegó Moise preguntó si todo estaba bien, los dos afirmamos moviendo la cabeza, entonces el procedió a explicarnos el plan. Tomamos todo lo que necesitábamos, un par de machetes que tenían guardado, una mochila de vieja, al niño y una pistola.

Cuando vi el arma me alarme nunca pensé que tuvieran eso, pregunté por ella y la chica dijo que se lo había quitado a un policía, (de seguro fue a un federal pensé) que había sido devorado en uno de los callejones, trate de no ponerme nervioso y pregunté si estaba cargada y si la sabían usar, Moise dijo que tenía un par de balas y no tenía la menor idea de cómo se manejaba, lo único que sabía es que no tenía el seguro puesto pues ya la había detonado en su huida.

—Descuida, la usaremos solo para provocar ruido y atraer a esos muertos—, dijo la chica mientras apartaba el arma de mi vista, creo que también a ella le ponía nerviosa, quizá pensaba que la usaría en contra de ellos.

Listo Moise salió con el arma, vi como corrió por el callejón primero despejando el área con su machete y luego vi como corrió gran parte del callejón y desapareció por una puerta, se escuchó una detonación segundos después y como manada los muertos empezaron a entrar por la puerta, primero unos pocos y después más, una segunda detonación se escuchó, una tercera y por último una cuarta detonación, la chica me dijo que esa era la señal y nos pusiéramos en marcha.

Al salir al callejón este estaba completamente vacío, me sorprendió que supiera que el ruido atraía a esas bestias hambrientas por carne, yo tardé varios días en descubrir aquello.

Cuando llegamos al área del vehículo, la chica me dijo que esperara, estuvimos un largo rato, después una detonación se escuchó a lo lejos y vi como los muertos se alejaban de aquél lugar, cuando el último infectado se alejaba en busca del sonido nos acercamos al vehículo, para mí sorpresa María y la niña continuaban ahí, toque el parabrisas y la niña se levantó, los ojos de la pequeña se les hizo como plato de la sorpresa y de inmediato despertó a María, cuando María se asomó por la ventana no pudo dejar de gritar de alegría y al abrir la puerta saltó sobre mi abrazándome con fuerza y sin esperarlo me planto un beso, sentí extraño.

— ¿Y quién es ella?, preguntó María, entonces pensé que realmente no sabía su nombre. —Soy Annette— dijo la chica adelantándose a María. —Mucho gusto Annette, soy María y gracias por salvar la vida de este zopenco—.

— ¿Cómo supiste que le salve la vida? preguntó Annette con el ceño fruncido. —Cuando lo conocí pasó lo mismo, lo rescaté de la sala de interrogatorios donde se ocultaba—, respondió María con una sonrisa malévola.

Annette me lanzó una mirada interrogativa, y dijo que eso le hacía tener más preguntas de mí, María le dijo que no se preocupara que era inofensivo y que a era un milagro que estuviera vivo.

Solo sonreí porque sabía que era cierto, aunque lo que me inquietaba era el beso de María, creo que una de las cosas que hace confundir a un hombre es eso precisamente, los besos, no sabes si es por alegría, por celos, porque te ama o solo por simple gusto, pero creo que en ese momento era de alegría de que estuviera vivo y con el niño. Entonces eso me hizo recordar los dulces besos de Innis y me entró tristeza y culpa, pensar que por causa mía ella murió en el incendio.

Después del emotivo encuentro, nos subimos al carro a esperar a Moise, pasaron quince minutos y vimos una figura aproximándose a toda velocidad, era Moise y venían gritando algo, cuando se acercó escuchamos que encendiera el carro, María sin pensar mucho lo arrancó preguntando a Annette si era la persona que esperábamos, ella asintió y el vehículo lo hecho a andar.

Detrás de él una horda de seres infectados venía pisándole los talones, no a la misma velocidad que él, pero venían muy cerca. Al subir Moise parecía exaltado como si hubiese visto algo más aterrador que los infectados.

María piso el acelerador a fondo dejando atrás a una masa mal oliente de seres putrefactos. Al llegar a un cruce le pedí que se detuviera en la próxima gasolinera para cargar el combustible. María se detuvo en el mismo lugar donde nos habían rodeado aquellos seres la primera vez.

Nos aseguramos que no hubieran infectados y ella cargo el carro con la gasolina más cara, (creo que fue un lujo que nos podíamos dar en ese momento) mientras ella estaba ocupada con la bomba de gasolina me metí en el autoservicio con la mochila de mano, y mientras me alejaba escuché que María gritó que me cuidara, sonreí porque recordé que fue lo mismo que le dije unos días antes.

Dentro del lugar rompí el cristal donde se guardaba el licor y saqué unas botellas, no era un bebedor ni momento para eso, pero necesitaba descargar aquella tensión, sentía que lo necesitaba, necesitaba olvidar toda esta mierda que pasaba, necesitaba olvidar a Innis, necesitaba olvidar aquellos muertos, y sobre todo quería olvidar el beso de María y la confusión que me provocaban.

Cuando regresé al carro María tenía el tanque lleno y sentía la mirada de ella, preguntó si estaba bien, solo dije que sí, y que solo necesitaba aire. — ¿Dentro del autoservicio? — preguntó de nuevo, solo me encogí de hombros. Buscaba golosinas para los niños dije después de un rato.

María arrancó el vehículo y nos dirigimos hacía la casa. Me pareció que la distancia a mi casa fue muy larga quizá fue por la tensión, pero era el cansancio y la frustración que tenía por todo lo ocurrido, creo que había llegado a mi límite, nadie dijo nada en los veinte minutos de camino. Hasta que por fin llegamos a nuestro hogar. 

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Espero que les haya gustado el nuevo capitulo y espero sus comentarios para saber como mejorar. No olviden compartir y votar. 

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