Capitulo 44

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Entrada 100

Intente levantarme, pero el dolor fue intenso, «no te pares o te volverás a desmayar, perdiste mucha sangre» gire para ver quién era, a lo lejos vi la silueta de Adriana acercándose con una jeringa «son calmantes, keterolaco, es lo más potente que tengo» dijo mientras me inyectaba. Me quede recostado mientras me contaba que había sido muy afortunado de seguir con vida.

« ¿Qué pasó?» pregunté, el dolor de cabeza iba desapareciendo poco. «Bueno te alcancé a agarrar antes que te desmayaras en las escaleras, de seguro no la hubieras librado si te caías» recordé las manos que me sostuvieron antes de perder el conocimiento, « ¿sirvió lo que traje? Dije ya puesto de pie y buscando mi camisa «Claro, Juan lo está arreglando, él sabe lo que hace» mire a mi alrededor y me di cuenta que no estaba en sus cubículos y pregunte donde estaba. Ella me miró y dijo que seguía en el área de investigación solo que en otro departamento.

«No te podía tener ahí, tu sabes, por si te convertías» «Encontré a otro amigo tuyo» dije. Ella me miro y pregunto quién era, no supe decirle, no llevaba gafete y no le había revisado la billetera, Adriana me miro y volvió a sonreír y dijo que ya no importaba, después como si de la nada pregunto cómo era el zombi, era extraño porque pensé que al principio me preguntaba las características físicas de su colega, pero después entendí que hablaba en si del mismo putrefacto, luego ella balbuceo algo que no comprendí.

«Dices que tenía algún grado de inteligencia» pregunto ella mientras preparaba otra inyección, asentí moviendo la cabeza y dijo que era excelente, nunca había escuchado algo parecido, era posible que fuese otro tipo de cepa mutada, ella se acercó y me volvió a inyectar «antibióticos, para evitar infecciones» dijo mientras que el líquido pasaba por mis venas. «Tengo que irme, me esperan en casa» dije «es tarde, porque no te quedas conmigo» dijo Adriana.

Noté algo extraño en sus ojos, la vi fijamente y alcance a percibir que sus pupilas estaban dilatadas, ¡Por Dios! Estaba drogada, ella se acercó y me beso, me resistí recordando a Innis y luego a María, no podía hacerle eso a ellas, o al menos a María que era la que estaba con vida «lo siento, no puedo» dije y ella se echó a llorar, nunca había rechazado a nadie, la tome de las manos y le dije que no era por lo que estuviera pensando, era complicado, luego pensé y recordé que Innis no regresaría de la tumba y María me dejo sin pensar en lo que teníamos y correspondí al beso. Adriana se quitó la blusa y las lágrimas habían desaparecido, me di cuenta de algo pero bueno eso ya no importaba.

Me desperté a media noche para ir al baño y vi que las luces de uno de los departamentos estaban encendidas, era el de Juan, al regresar entre, él estaba parado frente a un aparato que hacia un sonido extraño, vi que sacaba muestras y metía otras «¿has estado trabajando toda la noche?» el me vio asustado «vaya, despertaste» me sonroje o al menos eso creo, «si, estuve atrasado por varias semanas, después que nuestro amigo el poli murió ninguno de los dos tuvimos el valor para entrar para buscar lo que necesitábamos»

«Como esta tu brazo» trate de mover los dedos y me dolía «creo que bien» conteste, seguí dando vueltas por el laboratorio y note que tenían tubos etiquetados con diversos nombres, eso me llamo la atención, sostuve una de las muestras para verlas de cerca «si no quieres contagiarte, deberías dejarla en su lugar» la voz de Adriana se dejó escuchar desde atrás, gire y me disculpe.

Les pregunte si acaso no deberían trabajar en algún lugar especial con trajes de protección o algo así pues la verdad desconocía los procedimientos para manejar virus, ella sonrió y dijo que ya no era necesario, el virus solo se transmitía por fluidos, tiene que entrar en contacto con tu sangre para que estés infectado dijo ella.

«Es por eso que estabas aislado al principio, vimos que tenias demasiada sangre y no sabíamos si algo entro en contacto contigo, por muy pequeño que sea la gota es suficiente para infectarte» eso último me dio más escalofríos. Pensé en cuantas veces estuve en contacto con esos putrefactos y saber que podía infectarme, eso me dio nauseas.

«Regresa a dormir» dijo Adriana, yo me adelante mientras ella se quedaba unos minutos con su colega, busque algo con que taparme, la madrugada se había enfriado demasiado y el tiempo estaba por cambiar en cualquier momento.

A la mañana siguiente me levante, la científica seguía recostada a mi lado, busque mis pantalones y salí de aquella oficina, la espalda me dolía a morir, creo que el suelo no es un buen lugar para dormir ni mucho menos para el sexo. Tomé los analgésicos y me dirigí con Juan. Lo encontré dormido sobre una mesita y entre con cuidado para no despertarlo; preparé café y el olor lo despertó de inmediato.

El aparato que tenia enfrente hizo un pitido indicando que las muestras estaban listas, las saco y metió otras, alcance a ver que una de esos tubos tenía mi nombre. Entre con dos tazas en manos, le ofrecí una y le pregunté porque tenía mi nombre la muestra que había metido al aparato. Juan sorbio despacio un poco de café y su mirada la desvió al suelo, se giró y después respondió que solo la usaban para observar como se comportaba el virus con mi sangre.

« ¿Cómo una especie de inmunidad?» pregunte y Adriana contesto desde del otro lado de la sala «mas bien en como responde tu sangre con al virus y si, también para ver si exista la remota posibilidad de que seas inmune al virus, pero eso sería raro» « ¿Porque sería raro ser inmune?» él sonrió como no dando crédito a mi pregunta o si fuera algo irónico lo que decía y luego contesto que entonces eso me convertiría en el salvador del mundo.

El pitido del aparato sonó de nuevo, Juan saco las muestras y las guardo en el refrigerador y metió otras muestras, luego observo en el computador y vio unos picos que subían y bajaban, luego cerro esa pantalla y abrió otra «como me supuse, correspondes al cien por ciento de la población que no eres inmune» eso me pareció razonable pero triste a la vez.

Tome mis cosas y regrese a casa, tal vez mis huéspedes estaban preocupados por mí. Tomé un par de vendas y antisépticos y partí de ahí.

Al llegar a casa la enfermera me abrazo con fuerza y me dio la noticia que la chica había dado a luz, a un niño, estaba sano y fuerte. 

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