Capítulo 59

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Entrada 115

Ellos dicen que llevamos tres años con estos bichos en el mundo. La verdad yo creo que llevamos menos. Creo que todos hemos olvidado las fechas y nos concentramos más en vivir. Mi reloj marca las diez de la mañana pero ellos dicen que son las doce del día, en fin, creo que será difícil componer esa parte hasta que nos topemos con un experto y a estas altura dudo que existan expertos en el mundo.

Esa eran las discusiones casi de todos los días. Me parece que o todos perdieron la cordura o en definitiva no son tan inteligentes. Lo que sí puedo decir bien es que ellos tienen un instinto de sobrevivencia admirable. Desde que me uní, ellos han cuidado bien a Bernardo y también de mí. Creo en parte que es por lástima. Pero realmente no estaba bien cuando me encontraron. Estaba hecho una mierda en aquella casa. Me parece que estaba a punto de perderme mentalmente.

Joel, el líder del grupo. Un hombre alto, moreno y curtido por la experiencia. Era el más inteligente de todos, pero la mente detrás de todo era Flor su novia, una chica pequeña frente a mí de apenas un metro cincuenta. Tenía la mirada fría y una voz que hacía que todos obedecieran sin cuestionar. Pareciera que en esta historia de amor Joel fuera el príncipe del cuento, pero en realidad el príncipe era Flor.

Cuando ella encontró a Joel, él estaba a punto de morir. Me contó que su novio no sabía nada de sobrevivencia y que solo se refugió en una casa y que ahí vivió hasta que lo encontró. Él tenía varios días sin comer y viviendo entre su porquería. Cuando ella lo vio sintió más lástima que a mí cuando me encontraron. Lo llevaron a su antiguo refugio para recuperarse. Pasó más de treinta días en recobrarse y cuando lo hizo se dio cuenta de la pequeña burbuja en la que vivía. Después de eso él se convirtió en un elemento valioso para ella y luego surgió el amor.

A pasar de ser buenas personas. Ellos habían encontrado una forma particular de sobrevivir. Se dedicaban a la venta de marihuana. Quien diría que ahora sería un sería un producto de libre venta. Eso era la parte que no me gustaba, debido a eso recibía constantes ataques de otros grupos que querían hacerse de su territorio pues al parecer eran los únicos que tenían sembradíos en kilómetros.

El día que me encontraron en la casa. Estaban buscando al hombre que estaba muerto en el piso. Ellos me contaron que intentó robar su mercancía y mató a uno de sus guardias y huyó del lugar. Al encontrarme pensaron que era él y cuando vieron que lo había matado y vieron al niño, ellos entendieron. Después de eso las cosas mejoraron y pude recobrarme. Tenía tantas cosas en la cabeza. Una de esas era Innis, no podía dejar de pensar en ella y a pesar que tenía más de un año sin verla. Mis esperanzas eran que estuviera viva aunque eso era casi imposible. Y como viento que pasa y se lleva las nubes que tapan la luz del sol. Me vino el pensamiento de continuar mi viaje hasta playa linda. Mi dilema era como decirles, después de tan buen recibimiento no creo que se lo tomen bien. Pensaran que soy un espía o que los estoy traicionando.

Entrada 116

De escapar no hubo necesidad. Una noche Flor llegó a hurtadillas y me despertó. Me entregó una mochila con comida enlatada, mis armas y un poco de municiones. Me dijo que me largara de ahí lo más rápido posible. No entendía la razón hasta que llevaba un par de cientos metros recorrido, escuché varias detonaciones que venían del refugio y regresé para saber que estaba pasando. Lo primero que sentí fue la ola de calor intenso y después era como si estuviera en pleno día. Las llamas se elevaban varios metros encima del refugio. Los plantíos de marihuana estaban incendiados y un par de los edificios comenzaban también a quemarse. A lo lejos se escuchaba el sonido de la metralla, el grito de personas y el motor de los carros. No quise llegar a la colonia. Así que agarré a Bernardo y salí de ahí.

Otra vez estaba solo, bueno, tenía a Bernardo. Regresé al mismo lugar donde me encontraron. Reforcé la entrada y me quedé dormido. En la mañana revisé lo que tenía en la mochila. Y como pensé, solo eran latas de frutas, dos cajas de municiones una para cada arma, un poco de agua y al final hojas secas de marihuana y semillas. No sé qué estarían pensando estas personas, pero me imagino que ellos así preparaban sus mochilas de emergencia. Al principio utilice las hojas para iniciar fuego y calentarme en las noches pero después pensé que tal vez lograba cambiarlas por otras cosas.

Un par de días después tomé la decisión de irme de ahí e ir a la casa club donde conocí a Innis, tenía la necesidad de sentir su presencia. Al llegar vi la casa. Aún se percibía el olor a ceniza y moho. Entré y bajé las escaleras. Sabía que todavía existía una parte de la casa que se encontraría intacta y así fue. Lo que se supone que en el principio debió ser un refugio anti zombi y que nadie logró usar. Estaba ileso. Moví un par de maderas que la obstruían y abrí la puerta de metal de casi dos pulgadas. Me encontré con algo inesperado.

En el centro de la habitación casi lúgubre. Había agua, comida enlatada, sábanas envueltas en plástico, una lámpara con un par de pilas de repuesto, un botiquín de primeros auxilio y sobres de café. Salí a la parte trasera del lugar con la esperanza de ver algún sobreviviente, pero la calle estaba solitaria. Regresé y no me percate de una nota que tenía escrita en un mal español la palabra sobrevive. Algo me decía que era Innis. Tenía esa sensación que era ella. No sé cómo pasó pero estaba seguro que ella seguía con vida.

No sé cuánto tiempo tenían estas cosas ahí, pero estaba arrepentido de no continuar llegando. Ella sabía que vendría aquí tarde o temprano. Entonces en ese momento tomé la decisión de ir a playa linda. Algo me decía que ahí la iba a encontrar.

SobreviveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora