capitulo 23

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Entrada 76 (4)

Innis no podía creer aquello, las lágrimas le escurrían por las mejillas, tomó alcohol, yodo, algunas gasas que estaban sueltas y un par de vendas, no tardó mucho en limpiar la herida, sabía que tenía que reaccionar rápido o su amiga entraría en shock, la cara de Flor perdía color, Innis detuvo apenas había detenido la hemorragia.

Estoy jodida le dijo a Innis, la única respuesta que pudo encontrar en su mente fue que no estaba segura de cómo funcionaba aquello pero de seguro estaría bien, pues la herida había sido atendida de forma rápido, era la respuesta apropiada, pero en el fondo sabía que si estaba acabada.

Después de un rato Flor de puso a trabajar con los enfermos y decidieron clasificarlos en síntomas diferentes, también notaron que habían personas que llegaron con mordiscos de animales, otros con mordidas de personas y otros que solo comieron algo y les hizo daño pero todos tenían síntomas iguales.

También notó que las personas que eran mordidas por personas tardaban más en  convertirse que aquellas que eran mordidas por animales, sin embargo habían otras aquellas que solo habían ingerido algún tipo de alimento y se convertían en dos a tres horas antes que los mordidos por animales.

Repasaba una y otra vez los síntomas y los tiempos en que se convertían, Innis presentía que algo fallaba, pero no sabía que, mientras tanto Flor se distraía atendiendo a cada enfermo, tenía que ocupar su mente en otras cosas que no fuera su herida y si horrible destino.

Cada una de las personas que se iban convirtiéndose Flor e Innis se ocupaban de ellas clavandoles el cuchillo en la sien, primero cuando la declaraban muerta se apresuraban a trasladar el cuerpo a otra sala para ahí terminar y evitar la transformación.

Innis no sabía cómo iba a serle cuando estuviera sola, de alguna forma tenía que hacerlo, debia tomar las fuerzas de donde  no las tenía, cada vez que ellas salían del cuarto, los enfermos que todavía estaban lúcidos pero no podían moverse, las miraban con desprecio y otros con tristeza de saber que terminarían como el chico y la joven.

El agua empezaba a caer, las gotas parecían pequeñas pelusas, dentro del club el aire era casi nauseabundo, la sangre y el olor a alcohol hacían que Innis saliera de la casa por momentos, no entendía como pudo estudiar enfermería.

La lluvia hizo que Innis volviera a entrar, el cigarro que tenía encendido había disipado por un momento el olor a sangre que se impregnó en el club, y parte de su ropa, antes de entrar lo tiró y recordó que el último cigarro que se había fumado fue cuando me conoció en aquel día en el club.

Cuando regresó Innis de su pequeño descanso vio a Flor tirada en una de las esquinas de la estancia, se acercó y vio su cara pálida, ya no tengo fuerzas le dijo Flor, Innis la subió a una de las camas, sintió que había bajado de peso en esas horas.

Tendrás que hacerlo sola le dijo Flor, no dejes que salgan de aquí, es nuestra responsabilidad, Innis no tenía el valor para hacer lo que Flor hizo en esas horas, no tenía la fortaleza ni el coraje, Innis le sonrió y dijo que haría lo mejor.

Innis salió del club, no quería que Flor la viera llorar y pensara que fuera débil, al regresar vio a Flor sentada en la orilla de la cama, moviéndose de una forma rara, Innis pensó que había ocurrido demasiado rápido su transformación, se acercó y le hablo con la esperanza que todavía fuese ella.

Lo siento dijo Flor, pensé que tardarías más tiempo fumando, sabes no quiero que pensaras que soy débil ni mucho menos que no aprecio la vida, pero no quiero terminar con un cuchillo en la sien y menos dejarte con la carga de mi muerte.

Innis no podía creer lo que escuchaba, vio que Flor deslizaba la mano por debajo de las sábanas y tomó un objeto, se veía pesado entre sus manos pero no podía distinguir bien que era aquello, los ojos de Innis empezaron a recurrir unas lágrimas, sus manos temblaban, lo que veía venir estaba fuera de sus manos.

Se que el veneno no los mata, solo ecelera la reanimación de esos seres, yo misma le dí veneno a varios, con la esperanza que no regresaran, pero me equivoque, sabes yo no quiero eso para mí, Flor seguía hablando mientras sostenía aquel objeto, oculto a la vista de Innis.

Lo siento Innis dijo Flor mientras levantaba el objeto entre sus manos, Innis se quedó pretrificada al ver el arma entre las pequeñas manos de flor, de donde sacaste eso le gritó Innis, sabes mi esposo antes de salir me la dejó por si algo le pasaba, sabes creo que ya presentía que no regresaría con vida le dijo Flor mientras contemplaba el arma.

Perdón Innis pero no dejaré que cargues con el peso de mi muerte le dijo Flor, tomó el arma, apuntó en su boca y jalo el gatillo, el sonido de la descarga retumbó en los oídos de Innis dejandola sorda por un par de minutos, los sesos salpicaron la cama donde reposaba Flor, el arma yacía en el suelo, humeante y llena de pólvora.

Ninguno de los enfermos se enteró de lo que había ocurrido, todos ellos parecían estar inmersos en su agonía, Innis miró a su alrededor todo le daba vuelta, se tambaleó y con sus manos buscaba un lugar dónde sentarse, sus ojos le picaban y estaban inchados, estaba cansada, necesitaba dormir, se frotó los ojos y empezó a limpiar, no culpaba a Flor por lo que había hecho, quizá ella hubiese hecho lo mismo.

Metió el cuerpo en uno de los cuartos, limpió lo que pudo con claro y jabón y se sentó, cuando despertó lo primero que escuchó fue unos gemidos y recordó donde se encontraba, uno de los pacientes se había convertido y estaba devorando a un chico que se encontraba a su lado, la sangre emanaba de su cuerpo, y aquel ser solo se detenía para tragar los pedazos de carne que arrancaba del pobre chico.

Innis no podía seguir ahí, pero había varios enfermos todavía en el suelo, tenía que terminar lo que Flor había iniciado, pero no tenía la misma fuerza ni la voluntad que Flor, así que decidió encerrarlos en los cuartos del club cuando se convirtieran.

Así que ideó empujarlos con la escoba hasta los cuartos cada vez que se convertían, se cubrió con una especie de plástico y sábanas por si la mordían evitaría que los dientes llegarán a su piel.

El último en convertirse fue su amigo, a él a no pudo encerrarlo, le tenía aprecio, y decidió encerrarse en uno de los cuartos con la esperanza que alguien llegara a recatarla, fue ahí cuándo llegué y me escuchó forcejear con aquel ser, no tuvo más remedio que abatirlo a golpes. Después de contarme su historia la abracé, sus ojos seguían inchados por llorar.

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