Capitulo 3

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Entrada 3

Una de las mejores noches que había vivido, claro a lado de un montón de fanáticos, era increíble la cantidad de personas que creían en una invasión zombi, ese día estaban reunidas quince personas, de varias profesiones, había médicos, mecánicos, enfermeras, maestros, agricultores, policías, electricista; podría decirse que era algo extraño, la fraternidad por lo que yo veía , seleccionaron a varias personas de distintas cualidades o habilidades, incluso tenían un militar dentro de la fraternidad, mientras que pasaba la noche platique con cada uno de ellos y cómo fue que se vieron involucrados en este sitio y me dí cuenta que todos teníamos una sola cosa en común nos gustan los zombis.

Con la primera persona que hable fue precisamente con el bibliotecario y resulta él inició este movimiento cuando tenía veinte años, o después no lo recuerdo, lo que sí recuerdo es, que cuando vio por primera vez una copia del libro de Max Brooks «Zombi guía de supervivencia», supo lo que tenía que hacer y eso era crear un Club donde se tratará el o los temas de zombis desde películas, documentales, series, dibujos animados, libros hasta una posible invasión o enfermedad que hiciera a los seres humanos unos muertos vivientes, pero principalmente era estudiar el libro de Max Brooks y preparar a las personas para un posible Apocalipsis zombi, claro en mi mente solo decía en ese momento que a este tipo se le había botado la canica (estaba loco o obsesionado).

Después conversé con el mecánico, se llamaba Rolando, le pregunte como rayos llego hasta ese lugar, el sonrió y contó que un día llegó la doctora que por cierto es Paola, a su taller para que le cambiaran las balatas, y él estaba viendo la película de los muertos vivientes, la doctora le llamó la atención y se acercó para preguntar su opinión, si creía en esas tonterías, le dijo que sí, que posiblemente un día nos despertemos y una enfermedad volviera a los muertos de su tumba, después ella abrió la cajuela del coche y sacó un paquete y dijo ábrelo y te esperamos hoy, y bueno lo demás es historia.

Así pasé parte de la velada conociendo las historias de cada una de las personas ahí y todas eran reclutadas de la misma manera el libro y una invitación, algunos los observaban por un tiempo, otros daban con ellos por casualidad, en el autobús, en el trabajo, en la escuela y a otros como yo les ponían una carnada (el libro) y si pescamos, nos hacían la invitación, unos desertaban pero otros se quedaban y hacían que el grupo creciera.

Llego el turno de conocer a la chica que abrió la puerta de entrada, pregunte por su nombre y es Inna Makhno, sus padres eran Ucranianos y llegaron a este país huyendo de la Radiactividad y así tener una mejor calidad de vida. La muerte de sus padres en un accidente de auto hizo que Inna, dejara de estudiar y buscara trabajo, por su físico y su belleza no le fue muy difícil encontrar uno, ella trabajaba en una tienda departamental y atendía dos áreas una era perfumería y la otra era en la tienda de electrónica y así fue como la reclutaron le vendió un radio de corto alcance recargable y de batería, ella a modo de juego le comento que esa radio le sería de mucha utilidad en caso de una invasión zombi.

Cuando termine de charlar con todos, René me invitó a regresar todos los días después de las seis de la tarde, para llegar a las pláticas que daban de supervivencia, o mínimo los viernes para socializar, me despedí de él y me fui pero antes de salir para mi sorpresa me alcanzó Inna, me tomó del brazo y me acompañó hasta la salida, al despedirme, ella me dijo que me esperaba ver en las reuniones y que esto no era un juego, dijo entre dientes si no me crees busca en Internet, están las señales, nos están preparando pero nadie escucha, me que de sorprendido por aquella parte, será verdad, me lo había dicho tan solemne, que por un momento lo creí por un momento.

Al salir del Club de locos me temí lo peor así fue, la amenaza de lluvia se hizo realidad así que tuve que conducir con la lluvia a tope, al llegar a casa la lluvia arrecio, así me preparé un café y no me quede con la duda, encendí la computadora y me dedique por casi dos horas a navegar en Internet, Inna estaba en toda la razón, el tema zombi se encontraba tapizado en cada página que visitaba y lo peor es que hasta en la bendita página de la CDC en E.U.A tenían una publicación de lo que se debe hacer en caso de una epidemia zombi, así que no lo dude más, la decisión estaba tomada, después de todo que perdía, si resultaba una farsa, bueno aprendería de supervivencia y si había una posibilidad de ser cierto, estaría preparado para lo que vendría, además lo vería como una oportunidad para socializar más y quien sabe tal vez me ligaría a esa preciosa ucraniana.

Mire el reloj ya era tarde, muy tarde para decir verdad, eran casi la una de la madrugada, pero no tenía sueño y mañana era sábado. así que podía desvelarme un poco más, seguí viendo pagina tras página hasta que di con una de series, la abrí y le dedique casi dos horas de zombi, para cuando volví a ver reloj ya eran las cuatro de la mañana y sin medir el tiempo me quede dormido frente a la computadora, cuando desperté eran las siete de la mañana, lo único que pude hacer era pasar a la cama, apague la computadora y me fui a dormir, cuando caí en un sueño tan profundo que ni si quiera una horda de zombis me hubiese despertado, empecé a soñar, soñaba que huía de brazos y bocas que me querían alcanzar para devorarme, y por más que corría y trataba de escapar no podía, hasta que un brazo alcanzó mi pierna y me tiró, de la oscuridad salían otros brazos, unos les faltaban dedos otros estaban desgarrados y otros más parece que le habían arrancado la carne a mordiscos. Con fuerza tiraba patadas pero cuando me soltaba de un brazo otro se sumaba, hasta que por fin una par de bocas se asomaban y mordían mi pierna, se sentía muy doloroso, después caliente y al final húmedo, por la sangre que salía, no dejaba de gritar, hasta que desperté, mi camiseta estaba empapada de sudor, me alegre que solo fuera un sueño, vi el reloj y ya eran las once de la mañana y decidí quedarme tirado en la cama un rato más.

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