Capitulo 38

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Entrada 94 

«Carlos despierta» desperté de golpe y algo molesto porque me habían privado de mi sueño « ¿Qué pasa?» pregunté todavía algo soñoliento. Vi a María parada frente a la ventana «Es hora de irnos, esa criatura tiene rato que se fue» dijo mientras me estire, me dolía el cuello, ¡Dios! Tenía tantas ganas de seguir durmiendo y el sol empezaba a dar por la ventana, María se giró y ahí estaba de nuevo, el recuerdo de Innis, aquellos ojos verdes serian difícil de olvidar. Me despabile tratando de apartar de esos pensamientos.

Me pare frente a la ventana y vi que los cuerpos de aquellos putrefactos estaban tirados y mutilados por todos lados. « ¿Es seguro salir?» si dijo María mientras seguía buscando algo más de la tienda, « ¿Porque no esperamos un rato para estar más seguro?» «Recuerda que los niños están solos y hemos estado aquí tres días, deben estar desesperados» «Solo te pido que esperemos un par de horas más, estoy seguro que Annette y Moise se harán cargo de ellos» «Tienes razón, entonces comamos algo» dijo María más tranquila.

Al salir nos golpeó el olor a descomposición, era el mismo que sentí en la farmacia un día atrás, ahora entendía porque le llamaban putrefactos estos sujetos. Corrimos hacia el vehículo de los militares, sabíamos que estaba a unas cuadras de aquel lugar y María le quito la llave al chofer después de que lo matara. Eso me hizo pensar en no hacer enfadar a esa mujer.

Entramos al vehículo y ella lo encendió, estábamos a punto de salir del pueblo cuando volvimos escuchar de nuevo aquel bramido, intente ubicarlo pero no lo logre « ¿diablos otro minutos más y aquella cosa nos descubre» pensé, sabía que era cierto y la tome de la mano, fue algo instintivo, ella no dijo nada y no esperara que lo dijera.

Algo cayó encima de nosotros por un momento creí que era uno de los zombis porque una pierna colgaba por mi ventana, pero después escuchamos el bramido de nuevo, era una de esas cosas que se dejó caer, María casi pierde la estabilidad del vehículo, «Toma el volante» dijo y sacó su arma, otro golpe sobre el techo, lo abollo, esa cosa tenia gran fuerza, María intento disparar pero no tenía visibilidad.

Los cristales traseros reventaron con un tercer golpe de aquella cosa y ahí lo vio y disparo, aquella cosa grito como loco, otro disparo en las piernas, era lo único que podía ver, María disparo al techo del carro con la esperanza de darle en el pecho, esa cosa volvió a golpear el techo, ¡Dios! el techo casi llegaba a mi cabeza, estaba seguro que la próxima vez me aplastaría la cabeza.

María se pasó al asiento trasero y disparo de más cerca, esta vez descargo el cargador de su arma sobre la pierna de aquella bestia, esta volvió a gritar y cayó a la carretera. Alcance a ver como se recuperaba, pero estaba herido e iba cojeando, « ¡diablos! le dispare todo mi cargador y todavía se levantó como si nada» « ¿estás bien? Veía que sangraba «si son fragmentos de cristal» dijo ella mientras retiraba los fragmentos y se cubrió con un trozo de tela que se arrancó de la playera.

Llegamos a la casa y los primeros que salieron a recibirnos fueron los niños, estaban contentos por ver de regreso a María, el capitán nos estaba observando desde su tienda y yo lo alcance para confrontarlo y no pude aguantarlo le propine un golpe pero el de inmediato saco su arma y me apunto al rostro. «Espero que siga mandando más gente inocente a su muerte» grité casi sin importarme que me perforara el cráneo; todos se nos quedaron viendo pendientes de lo que pasaba.

El comandante guardo el arma y se metió a la tienda sin decir nada, regrese a la casa y busque algo para el dolor, ¡Por Dios! No sabía que un golpe doliera tanto. No tardó más de media hora en inflamarse, era como tener una pelota de béisbol dentro de la mano. Moise entro con un par desinflamatorios y pregunto que había sido todo ese show, sonreí de mala gana y le conté lo que nos sucedió.

Su rostro parecía reflexivo ante todo lo que le conté y extrañamente parecía más interesado en el ser con el que nos encontramos, salió de la habitación y regresó con más medicamentos en esta ocasión eran para el dolor y también con más preguntas, volvió a salir y esta vez no regreso.

No sé cuánto tiempo dormí pero ya estaba oscureciendo cuando desperté, y ya pasada la noche salí a respirar un poco de aire, vi al comandante dirigiendo a sus soldados y fui hacia él, e inmediato saco su arma y apunto «esta vez no dejare que me sorprendas y me humilles delante de mis hombre» declaro el comandante, parecía algo retraído y alarmado. Levante las manos en señal de paz, vio mi mano y comenzó a reírse, «parece que tengo la mandíbula dura ¿verdad?» señalando a mi mano vendada e inflamada, me la toque y sonreí.

«Sabias de la criatura que nos atacó ¿cierto?» «Claro que sí, que clase de persona crees que soy, siempre se en que peligro meto a mis hombre y sé que mis hombres eran capaces, me sorprende verte vivo, de tu noviecita no, pero de ti, ¡vaya que tienes suerte!» me que pensando en lo que dijo y mejor preferí no contarle la verdad. «Y sabías del otro grupo que se refugia en el hospital» «eres imbécil o que te pasa, claro que sabía, cada misión a la que iban mis hombres era para convencerlos que dejaran ese lugar y vinieran con nosotros, el recurso humano es importante»

Busqué algo de mentira en sus ojos pero parecía franco, en realidad este hombre estaba convencido que cada cosa que hacía era correcta y buena. «Ellos me dijeron que siempre trataban de robarle lo que le pertenecía» «"Ellos" pueden decir lo que quieran pero la verdad yo solo quería que se nos uniera, ¿sabes lo que esas cosas le hacen a los no muertos?» el comandante hablaba a la nada, era como si estuviera hablando consigo mismo, « ¡claro! Estuve ahí los descuartiza y luego les succiona algo del hueso y se comía sus cerebros» el comandante parecía cansado, como si no hubiera dormido en días, «imagínate ahora lo que les hace a las personas vivas, no se las devora como lo hacen los no muertos, al contrario mientras estas vivo va succionando tu cerebro hasta dejarte seco después te parte en dos y extrae tus huesos sin esfuerzo dejando la carne abierta, ¡es horrible!»

«Nos iremos mañana» dijo mientras seguía viendo a la nada, « por fin te dejaremos tranquilo o si prefieres ir con nosotros serás bienvenido, eso sí y te lo advierto, nos llevaremos todo los granos con tu consentimiento o sin él» me sentí impotente sabía que podía hacerlo y no podría detenerlo.

Entré y comente con María, Annette y Moise lo que me había dicho el comandante, María dijo que prefería irse de la casa, ya no se sentía segura con esa cosa afuera, Moise y Annette ellos planeaban irse también, pero seguirían su propio camino. María y yo discutimos, pensé en que nos había unido más lo que pasamos juntos pero me di cuenta que no fue así.  

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