XIII: Cristal

11 4 0
                                    

La casa de Sorty resultó ser otra de las miles que conquistaban las afueras de la ciudad. Pasaba desapercibida bajo un manto de enredaderas y demás plantas silvestres que, desde el exterior, daban la impresión de abarcar cada centímetro del interior de la vivienda. Sin embargo, los salones y cuartos estaban casi intactos, víctimas del tiempo, pero bien organizados.

Llegamos a ella casi a medianoche, teniendo que caminar un poco porque Willys se quedó sin gasolina... admito que la despedida no fue fácil.

¡No, no podemos abandonarlo! —Grité abrazando el auto.

Charlie me puso las manos sobre los hombros.

Cristal... debemos continuar.

Levantó la vista al cielo conteniendo las lágrimas.

— Willys lo entiende.

Él que no lo entiende soy yo —Murmuró Vipe, casi que cargado por Edward y aferrado al saco con las herramientas.

Adolescentes... —Se quejó Edward, quien a pesar de sus heridas servía de apoyo a Vipe y sus bultos.

¡No mires hacia la luz! —Sollozó Sorty abrazando la parte trasera de Willys.

En fin, Sorty, antigua inquilina de la casa, fue la única que encontró la entrada entre la maleza y la oscuridad. Abrió la puerta principal, que mostraba signos de haber sido forzada hace muchos años, dando salticos. Tan pronto entramos se apresuró en subir a la segunda planta, entusiasmada y sin temor a tropezar.

<<De todas maneras no es como si fuera a perder la vida por un resbalón>>

Yo gozaba de mi vista nocturna, pero los demás debieron auxiliarse de la katana de Charlie y dos aparatos luminosos de Vipe para acomodarse en la espaciosa sala. Contaba de con humilde juego de muebles en el centro, lámparas de pared polvorientas, una alfombra y un televisor sobre su mesita. Las ventanas, complicadas de cerrar por las ramas que se colaban en ellas, estaban decoradas con cortinas rayadas de los mismo colores que reinaban: naranja opaco, marrón y amarillo. No habían cuadros, ni otro indicio de ambiente familiar.

Edward esperó a que Vipe se acomodara en un sillón para dejarse caer en otro.

— ¡Tres años pasándole por al lado a esta casa!, ¡tres jodidos años!

— Y nunca te percataste de su utilidad —Provocó Vipe, sonriendo con sus dientes faltantes.

— Nos servirá de refugio hasta que pensemos en nuestro próximo paso —Aseguró Charlie.

Él, Lily y yo nos compartimos el sofá, pero tan pronto estiramos las piernas Sorty apareció.

— ¡Todo es justo como lo recordaba! —Exclamó— ¡Vengan a ver!

Con cierta resistencia, los tres que ocupábamos el sofá nos pusimos en pie.

— Prefiero quedarme sentado, gracias —Dijo Vipe.

— Claro que lo prefieres —Apoyó Edward algo cansado—. También iré a la segunda planta; investigaré la casa en general. Científicos o no, debieron guardar un botiquín de primeros auxilios por algún rincón y unas pinzas. Ya es hora de sacar esta bala y bañar a casi desorejado en alcohol.

(En realidad solo tenía los bordes de las orejas un poco maltratados)

— No me gusta como suena eso —Confesó Vipe.

— Tranquilo, desorejado, sé lo que hago. Aprendí más que a disparar por mi profesión. Además, mira tu estado. Si todavía circula el agua por las tuberías, lo cual es improbable, tendrás que tomar una ducha a ver si encontramos tu cuerpo debajo de toda esa sangre.

AntiSISTEMAs ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora