Dimensión de ensueño

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Al abrir los ojos no sabías donde te encontrabas con exactitud, todo era lúgubre y oscuro, estabas un poco asustada, pues de la nada apareciste allí en un lugar que no conocías.
Intentaste dar un paso, pero sentiste que algo te mojó el pie, pensaste en un charco de agua y al bajar la mirada al suelo era en lo único que no pensaste encontrar, sangre.

¿De dónde salió esto? -Te preguntaste, no comprendías nada, pues te habías acostado y de la nada te encontrabas en un lugar que era extraño para ti.

- esto sólo es un sueño -miraste a tu alrededor- sólo un sueño, sueño, sólo una... pesadilla -te repetías a ti misma mientras apretabas tus ojos al tenerlos cerrados.

- ese es mi nombre, pero... ¿cuál es el tuyo? -sentiste una voz extraña, como saturada.

Al abrir los ojos te encontrabas con un hombre blanco como tiza, el pelo verde revuelto, un traje verde y una capa harapienta.
Te asustaste al verlo, parecía una experiencia paranormal, no sabías si moverte o no, estabas petrificada por el miedo, él dió un paso hacia ti y tú uno hacia atrás.
Cuando intentó invadir tu espacio personal optaste por salir corriendo, lo que parecía el cielo se volvió de un rojizo intenso, dejando que tengas visibilidad del suelo que pisabas, pero de la nada sentiste como caías a algo que te provocaba frío.
Estabas en lo que parecía un océano, de pronto comenzó a escucharse la reconocida canción de las películas de tiburón y al mirar hacia atrás viste uno enorme dirigiéndose hacia ti, gritaste totalmente espantada y trataste de nadar intentando escapar, pero no te movías casi nada, tus brazos y piernas comenzaban a pesar mientras el tiburón se acercaba a toda velocidad.

- sabes, tus temores son algo simples... -oíste de nuevo esa voz- pero no tanto ¿puedes creer que hay humanos que le temen a las cucarachas? -ríe.

Cuando viste al tiburón cerca de ti cerraste los ojos esperando que te comiera, pero de la nada sentiste como algo caminaba por tu pierna yendo hacia tu parte más sensible, abriste los ojos sobresaltada encontrando una tarántula.
Gritaste aterrorizada y trataste de levantarte, pero estabas atrapada en una especie de ataúd de cristal mientras el hombre estaba parado a tu lado.

- ayúdame -suplicaste intentando romper el cristal- ay, por dios... -sentiste a la tarántula subía por tu cuerpo hasta tu cara.

- creo que tu miedo es más del que amerita esa araña -con un chasquido aparecieron 10 más a tu alrededor.

- nooo, no -respiraste exaltada intentando que te tranquilices para no hacer que una de ellas te picara.

- bienvenida a mi reino, linda -colocó su mano en el cristal mirándote fijamente, en sus ojos había lujuria mientras su cara se rejuvenece y se llenaba de energía.

- ¡Ya déjame salir de aquí! -gritaste desesperada cerrando tus ojos.

- me encanta la desesperación, es un buen motivador para que los seres humanos hagan locuras -ríe con satisfacción- pero eso no es suficiente -con otro chasquido las arañas se transformaron en serpientes de cascabel.

- no -levantaste un poco tu espalda al sentir pasar una de esas serpientes por la zona- ya déjame... sácame de aquí

- eso, suplica linda... bienvenida a donde pasaras toda la eternidad -otro chasquido y ahora alguien te tenía atada en una mesa de madera cortando tu brazo con una cuchilla oxidada sin morfina o algún anestésico.

Empezaste a gritar intentando zafarte, tus gritos de dolor se escapaban por tu garganta dándole más energía al hombre.

- deja a la chica Pesadilla -sentiste una voz grave llamar la atención del sujeto, tanto él como tú voltearon a ver al hombre que habló, era un tipo con un traje azul, una capa roja que lo hacía levitar y un collar raro, no pudiste divisar bien su cara.

One-Shots Benedict Cumberbatch Donde viven las historias. Descúbrelo ahora