Capítulo 4

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[Jimin Pov]

Yoongi ya no era el chico que alguna vez conocí. Ahora era un hombre reservado, bastante serio y dedicado a sus tareas. Traté algunas veces de "encontrarme por sorpresa" con él en los pasillos de BitHit Constructions y sólo conseguí parecer un loco mientras daba vueltas por aquí y por allá.

Min Yoongi se enfrascaba en una burbuja una vez que cerraba la puerta de su oficina. No había nada más importante que sus planos cuando se sentaba frente a su escritorio.

"¿Necesitas ayuda?" me acerqué una tarde a él mientras leía detenidamente información sobre las peticiones de nuestro jefe.

"No, gracias" fue lo único que dijo.

Desde ese día comenzó a intimidarme la idea de acercarme a Yoongi. Yo sabía por nuestro pasado que cuando se concentraba, no había nada que lo despertara de sus pensamientos mas que la finalización de su tarea. No obstante, sus comentarios tajantes y fríos me hacían creer que yo ya no era aquella persona que tanto quiso en el pasado. Me hablaba como si fuera uno más, con esa voz áspera que usó con los chicos que nos molestaban en la escuela.

Entonces decidí que lo mejor sería ser cortés y tratar de ganarme su confianza de nuevo. Posiblemente, Yoongi se había olvidado de mí y nuestra amistad con el paso de los años, todo gracias a mi descuido y mala memoria.

Un día en el que yo lidiaba con una resaca espantosa, lo encontré en la cafetería del segundo piso. Preparaba un ice coffee y tarareaba silenciosamente una canción. Llevaba pantalones negros y una chaqueta denim.

El proyecto del museo había comenzado ya tres semanas atrás y esta era la cuarta vez que lo veía.

"¡Genial, justo cuando tienes una resaca de mierda!" grité en mis adentros. Traté de no hacer ruido y me encaminé hacia la puerta, quizá más tarde podría visitarlo o algo similar. Amanecer ligeramente borracho no era precisamente lo que quería que Yoongi viera en mí.

—¿Jimin? —me llamó antes de que pudiera escapar a mi estudio.

Arrugué la nariz, maldiciendo la suerte con la que había despertado esa mañana.

—¡Ah, Yoongi, hola! —me volví hacia él, sonriendo lo más natural posible.

Me avergonzó llevar gafas y un vaso con aspirina efervescente. Yoongi se acercó a mí inspeccionando mi apariencia. Al principio parecía curioso, luego estaba luchando contra una sonrisa de burla. Mis mejillas se encendieron ligeramente, pude sentirlo en la piel.

"¡Carajo, pero qué bien le queda esa camisa blanca!" pensé, no apartando la mirada de su cuerpo esbelto gracias a las gafas oscuras que me lo permitían.

Yoongi no parecía una persona vanidosa, podía jurar que no estaba ni un poco cerca de saber lo que de su imagen emanaba.

Tenía un atractivo propio, misterioso y atrayente. Poseía rasgos delicados, adornados por una intensa mirada. Sus movimientos, su silencio y sobriedad, cautivaban a cualquier persona que pasara un simple minuto a su lado.

—Te divertiste anoche —me dijo ya frente a mí.

—¿Se nota?

—Algo —sonrió.

Su cuerpo estaba tan cerca y tan lejos que me sentí incómodo. Después de haberlo abrazado en la sala de juntas el día que nos volvimos a ver, una barrera invisible se levantó entre nosotros y ya no fui capaz de acercarme.

Amigos [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora