Take Me To Church

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Dylan abrió la puerta de la entrada del hospital. Seguía lloviendo a cantaros y las nubes se apoderaban del cielo dándole ese tono grisáceo y deprimente que tanto me gustaba. James y yo permanecimos debajo del techo viendo como las gotas caían mientras Ryan corrió bajo la lluvia dando vueltas sin parar.

— ¡Ryan! —Comenzó a gritar James.

Yo también le gritaría pero no quería hacerlo. Sabía que Ryan estaba realmente mal como para estar debajo de la lluvia pero se veía tan feliz, tan alegra. Esa sonrisa que me hacía saltar de alegría. Tenía tiempo que no lo veía de esa manera.

Varia enfermeras veían a Ryan a través de los cristales sin hacer nada, solo tecleaban en sus computadoras. Mientras yo admiraba a Ryan con una sonrisa en mi rostro, James fruncía el ceño sin parar de gritarle como si fuera un niño pequeño.

Ryan abría la boca y dejaba que las gotas entraran en su sistema como si fueran dulces, tenia tiempo que no salía al exterior. Los arboles estaban verdes y adornados con flores por la primavera. Era una belleza, una obra de arte como las gotas salpicaban contra el asfalto y su sonido celestial.

—Ahora si perdiste la cabeza —le gritó James a Ryan mientras él giraba sobre si mismo con los brazos extendidos.

—Déjalo —dije encogiéndome de hombros—, ¿Desde hace cuando no está así?

Antes de que James pudiera amonestarme, Ryan me tomó y me jaló invitándome a la pista de baile. Estaba empapándome con el agua de la lluvia, esto era malo. Mi cabello se estaba mojando y una vez que esta belleza se seque va a ser un gran afro, como ese día en la playa. Al principio comencé a gritar amenazando a Ryan de que me soltara, necesitaba un techo y una secadora ¡De inmediato!

Pero Ryan comenzó a darme vueltas como si estuviéramos bailando una canción de vals, una pieza lenta. James cerró la boca y yo me dejé llevar por el baile.

Al principio no podía seguirle el paso porque era mala bailarina pero aplique lo que siempre hacían en las películas, simplemente me movía y lo abrazaba. Dejaba que le lluvia nos empapara a ambos. Era raro baila con un hombre vestido de servilleta. Mi mano era una con la suya y posé mi cabeza en su hombro. Cerré los ojos meditando este momento tan dulce.

Ryan me comenzó a dar vueltas mientras yo reía, debía admitir que esto era divertido. Olvidarse de los problemas socioeconómicos, política y religión. Incluso me olvidé de la angustia de no tener una hermana a mi lado. No había música a nuestro alrededor, sólo el sonido de las gotas caer y nuestros pasos contra el asfalto.

Abrí mis ojos un poco y pude ver como algunos de los pacientes desviaban sus miradas a nosotros. Ya entendía porque la gente estaba tan maravillada por bailar en la lluvia. James se sentó en uno de los peldaños manteniéndose debajo del techo del hospital, juntando sus manos, inspeccionando con una sonrisa de apoyo.

Cerré los ojos nuevamente dejándome llevar por Ryan.

***

—Creo que este te haría ver más delgada —dijo Alejandro señalando una imagen de la revista “La novia perfecta”.

Estábamos en la casa de Cody, la que anteriormente era mía, buscando el vestido perfecto para Nathalia. Todo tenía que ser perfecto y hermoso para ella, era su día especial pero yo estaba muy distraída. No solo porque pensaba en lo que había pasado el día de ayer (lo de lluvia y el baile), sino porque nunca logré leer la carta que Taylor me había enviado o lo que estaba en ese paquete.

Estaba comiéndome las uñas mientras veía la esquina de mi habitación. Mi antiguo domicilio había sido cambiado drásticamente. Estaba todo de color azul y blanco, los colores combinaban con todo el mobiliario. Habían confiscado mis posters de mis artistas favoritos como Marina and the Diamonds y Lana del Rey, dejando en su lugar un espacio en blanco.

Nicotina © [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora